Que una planta tenga predilección por la carne ya resulta extraño, pero más inquietantes son los rumores del árbol devorador de hombres de Madagascar. Una supuesta especie vegetal con sed de sangre humana. Aunque las plantas carnívoras son bien conocidas, esta clase de planta se alimenta de pequeños insectos y arañas. En la historia de la fitología no existe una sola especie capaz de digerir a un animal de gran porte.
Quizá por eso resultan tan fantasiosos los múltiples relatos sobre árboles devoradores de hombres. Y entre todos esos reportes ninguno es más interesante que el monstruoso árbol de Madagascar. La extraña leyenda botánica empezó el 28 de abril de 1874.
El relato de Karl Leche.
En una publicación de The World, un extinto periódico con sede en Nueva York, detallaron un extraño hallazgo. La fuente era el científico alemán Karl Leche, y un compañero identificado como Hendrick, que exploraba la isla de Madagascar. El artículo presentó como evidencia una carta escrita por Leche durante su estancia en Zanzíbar, que supuestamente envió a un colega.
En la correspondencia, el botánico alemán ofrece una detallada descripción de un ritual sagrado de la tribu Mkodo. Los propios miembros de la tribu habrían invitado a Leche y Hendrick para presenciar la ceremonia sagrada con un árbol.
Los Mkodo y el árbol devorador de hombres de Madagascar.
El investigador describió a la planta como “el más singular de los árboles”. Especificó que tenía el formato de una piña, una altura que superaba los 2 metros, base ancha y ocho hojas enormes. Cada una de estas hojas estaba poblada de espinas en forma de garra, mismas que parecían proteger unos charcos de líquido espeso con olor dulce.
De la copa de este grotesco árbol emanaban largos zarcillos retorcidos que, según la descripción de Karl Leche, estaban “en constante y vigoroso movimiento, con […] una pulsación sinuosa y sutil en el aire”.
En el escrito señalan que, al llegar al árbol, los Mkodo eligieron a una mujer entre la multitud. Y, a punta de lanza, la obligaron a trepar por el tronco de este extraño árbol hasta una de las hojas. Después, desde el suelo ordenaron a la aterrada mujer beber de uno de los charcos.
El árbol caníbal.
Los extranjeros observaron horrorizados la forma en que los miembros de la tribu cantaban y vitoreaban alrededor del extraño árbol. Según Leche, después que la mujer ingirió el líquido viscoso…
El aterrador árbol caníbal, que todo el tiempo estuvo inerte, repentinamente cobró vida. Los esbeltos y delicados zarcillos se estremecieron en la copa con la furia de unas serpientes hambrientas. Entonces, como impulsados por un instinto demoniaco se aferraron a la mujer por el cuello y los brazos. Mientras tanto, los gritos de la víctima se mezclaban con las espantosas risas de los miembros de la tribu.
Los gritos de terror de la mujer se convirtieron en un gemido gorgoteante mientras los zarcillos la estrangulaban. Uno tras otro se levantaba, replegaban y la envolvían con una rapidez brutal y energía infernal. Pliegue tras pliegue, apretaban con tenacidad salvaje cual anacondas aferradas a su presa.
En la base del árbol, el ambiente era de fiesta mientras los Mkodo consumían un líquido viscoso mezclado con sangre que supuraba del tronco y las hojas. El botánico relata que los presentes entraron en un trance delirante lleno de locura. Un horrorizado Hendrick tomó por el brazo a Leche y ambos emprendieron la huida.
Hallazgo macabro.
Varias semanas después, Karl Leche regresó al sitio donde se encontraba el monstruoso árbol. Allí encontró a la planta con las hojas abiertas y un macabro cráneo completamente blanco. En el sitio no había ningún otro rastro de la víctima.
El artículo generó un revuelo mayúsculo en los lectores. En cuestión de meses la noticia hacía eco en otras publicaciones alrededor del mundo, y el temible árbol devorador de hombres de Madagascar se volvió famoso. Un buen número de expertos en plantas deseaba refutar la existencia de una planta con estas características.
La leyenda de la planta carnívora devora hombres.
Sin embargo, nadie logró corroborar la historia que supuestamente divulgó el botánico Karl Leche. En 1955, un científico afirmó que se trataba de una vil historia inventada, lo que aparentemente desanimó a quienes buscaban una explicación lógica.
Aunque probablemente jamás conozcamos la verdad tras este aterrador relato, nadie puede negar que las plantas carnívoras son reales. ¿Pero, qué tan absurdo es para la naturaleza la existencia una planta devoradora de hombres? La más famosa de todas las plantas carnívoras, la Dionea atrapamoscas, se alimenta principalmente de insectos.
Sin embargo, las del género Nepenthes (conocidas como plantas jarro) son capaces de atrapar pájaros y roedores. Tal vez, hace miles de años plantas similares de mayor tamaño eran capaces de albergar en su “jarro” a un animal del tamaño de un humano. Sin embargo, en nuestros días algo así pertenece al mundo de la fantasía. ¿Sabías que el miedo irracional a los árboles se llama dendrofobia?
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