La droga MDMA, popularmente conocida como éxtasis, tiene la particularidad de provocar en las personas que consumen un comportamiento afectivo con aquellos que los rodean. Aunque esto no se limita a los humanos pues, según un estudio de la Universidad Johns Hopkins, en los Estados Unidos, la sustancia provoca el mismo efecto en los pulpos.
La naturaleza antisocial de los pulpos.
Los pulpos son animales con un comportamiento muy antisocial que únicamente se atenúa cuando llega la hora de aparearse. De hecho, los pulpos utilizados para fines de investigación deben resguardarse de forma separada, o de otra forma terminan matándose y comiéndose entre sí.
Sin embargo, cuando la MDMA (no por nada conocida como la “píldora del amor”) ingresa al sistema de estos animales, los pulpos tienden a pasar más tiempo junto a otros individuos de su misma especie, incluso mostrando disposición a abrazarlos.
Este comportamiento común entre humanos y pulpos resulta particularmente interesante pues ambas especies están separadas por más de 500 millones de años de evolución. De hecho, los parientes terrestres más cercanos de los pulpos son seres como los caracoles y las babosas.
Aunque la especie es extremadamente inteligente, los cerebros de los pulpos presentan una serie de estructuras inusuales que evolucionaron en una trayectoria completamente distinta a la que tomaron los cerebros humanos.
“Presentan ese enorme cerebro complejo, que nada tiene que ver con la forma en que actúa el nuestro, aunque en esta situación han demostrado que no es así”, menciona Judit Pungor, neurocientifica de la Universidad de Oregón que realiza diversos estudios con pulpos y no está relacionada con la investigación.
Los efectos sociales del éxtasis en el cerebro.
Gul Dolen, un neurólogo de la universidad John Hopkins, tuvo esta idea de estudiar el efecto del MDMA en los pulpos. “Mi laboratorio ha venido estudiando el MDMA desde hace mucho tiempo. Los seres humanos desarrollaron multitud de mecanismos neuronales que posibilitan a la droga generar esos efectos sociales realmente profundos”, explica.
Dolen mostró interés en estos animales desde hace varios años, cuando un grupo de científicos logró secuenciar el código genético completo de la especie Octopus bimaculoides, endémica de California. Y es que estos pulpos y los seres humanos presentan genes casi idénticos en una proteína que conecta la molécula de señalización de serotonina a las células cerebrales.
Y como esta proteína posibilita los efectos del MDMA, Dolen se preguntó de qué forma afectaría la sustancia a estos animales con un comportamiento típicamente antisocial.
“Que tengan la proteína no significa que cuando el MDMA se conecte a ella, produzca un efecto parecido al que sucede en los humanos o ratones”, argumentó.
Un experimento con pulpos bajo los efectos del éxtasis.
Para resolver la duda, Dolen y su colega Eric Edsinger, del Laboratorio de Biología marina en Woods Hole, Massachusetts, proporcionaron diferentes dosis de la sustancia a un grupo de pulpos. Colocaron diversas dosis de la droga en un espacio confinado para ver si los pulpos podían absorberlas a través de las branquias. Empezaron suministrando altas dosis, sólo para ver si provocaba algún efecto en los animales.
“En verdad no les gustó. Parecían asustados. Tomaron posturas de vigilancia, se asentaban en un rincón del tanque y observaban todo a su alrededor” dice Dolen.
Pero cuando suministraron dosis menores, como aquellas que pueden tomar las personas, el comportamiento de los animales fue completamente distinto.
Aquí se respira amor.
Gracias a estudios previos, los investigadores sabían que dos pulpos confinados en un mismo espacio reducido, naturalmente buscarían mantenerse lo más lejos posible uno del otro. Sin embargo, los pulpos bajo los efectos del éxtasis mostraron una relación muy íntima con el vecino. Pasaron mucho más tiempo cerca.
Sin la sustancia, cualquier pulpo que se acercaba se mostraba muy reservado, quizá extendiendo uno sus tentáculos para tocar provisoriamente la jaula del otro animal.
“Después de recibir en MDMA, esencialmente empezaron a abrazarse”, relató Dolen, explicando que los pulpos “mostraban una postura mucho más relajada y utilizaban en mayor medida el cuerpo para interactuar con el otro pulpo”.
Un enigma de la evolución.
Dolen sospecha que esta coincidencia se debe a que el neurotransmisor serotonina ha venido codificando funciones sociales desde hace mucho tiempo. “Al menos hace 500 millones de años que empezó a realizar esta función”. Investigaciones anteriores habían revelado que proporcionar serotonina extra a las langostas también modifica su comportamiento social. En este caso, mostrando un comportamiento más dominante y agresivo.
Pero una cosa es verdad: el MDMA, que altera el sistema de la serotonina, también influye de forma clara en el comportamiento social de los pulpos. Sin embargo, es imposible estar seguros de que realmente induzca una sensación de mayor aprecio por el otro animal.
Pese a esto, Zachary Mainen, neurocientifico de la Champalimaud Foundation, en Portugal, encuentra increíble que la sustancia tenga efectos semejantes en el comportamiento de especies tan distintas.
“Me fascina el hecho de que se haya demostrado que una especie tan extraña para los humanos como el pulpo tenga una molécula, un transportador de serotonina, que puede ser influenciada por una sustancia que también nos afecta, y que la droga tenga un efecto parecido. Esto nos muestra lo poco que sabemos y lo mucho que queda por descubrir todavía”.