jueves, 16 de agosto de 2018

Los espermatozoides transmiten más que ADN

Si un padre posee hábitos perjudiciales de salud y alimentación, genéticamente… o mejor dicho, epigenéticamente, podría transmitir esto a sus herederos. Es un posicionamiento que parece contradictorio, pero la hereditariedad no se limita a la transmisión del ADN. Y esto no necesariamente se traduce en que todo lo que hemos aprendido sobre evolución está errado, al contrario: el ADN funciona como una “receta” para la constitución de los seres vivos.

Espermatozoides acercandose al ovulo
Sin embargo, dependiendo del cocinero esa misma receta, con los mismos ingredientes y hecha en el mismo ambiente, resultará diferente. El ADN no es lo único que influye en este proceso pues un conjunto de factores externos influyen en su forma de expresión. Este fenómeno se conoce como epigenética.
 Transmitiendo malos hábitos a través del ADN.
El significado del término epigenética es, literalmente, “más allá de la genética”. Se trata de modificaciones en el ADN que no llegan a alterar la secuencia de los genes. A través de este proceso se explica por qué los ratones de laboratorio genéticamente idénticos se comportan de forma distinta. También explica los distintos comportamientos de los gemelos univitelinos.
Ahora, en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts, en los Estados Unidos, se llevó a cabo un estudio donde se asegura que las características adquiridas por los padres a través de la vida – o incluso durante una época reducida de tiempo – pueden ser transmitidas a sus descendientes. Por ejemplo, aquellos hombres que consumen dietas desequilibradas en la época de concepción de un hijo pueden terminar heredando un metabolismo deficiente.
Y los científicos han encontrado algunas pistas sobre cómo sucede.
 

El epidídimo y los espermatozoides.

La culpa es de los espermatozoides, pero más específicamente del epidídimo. Aunque es uno de los órganos menos estudiados del cuerpo humano, puede terminar influenciando de forma directa en las características que un hijo hereda de su progenitor. El epidídimo es un tubo del aparato reproductor masculino (con una extensión total de aproximadamente 6 metros) que deben atravesar los espermatozoides para salir del lugar donde son producidos (los testículos) hasta que son eyaculados.
En la investigación, los científicos encontraron que los espermatozoides de ratones, en reproducciones in vitro, eran capaces de transmitir características distintas dependiendo del lugar donde fueron recolectados: en los testículos, al inicio del epidídimo o al final del tubo. Y todos portaban exactamente el mismo ADN.
Sólo restaba una explicación posible: algunos espermatozoides habían visto alterados sus ARNs por células del epidídimo, que transmitían información respecto al estado actual del padre.

La llegada
Seguramente te estás preguntando, “¿de dónde salió eso del ARN?”. Pues uno de los conceptos más poderosos de la epigenética son los “pequeños ARNs”. El ARN es una molécula que se encarga de recolectar instrucciones del ADN y las transforma en proteínas, y los “pequeños ARNs” son microfilamentos de ARN no codificante (es decir, no originan ningún tipo de proteína). Sin embargo, a pesar de su inactividad pueden ocultar información genética que posiblemente influencia la forma en que actúa el ADN. Precisamente fue esto lo que sucedió con los ratones.
Para constatar su hipótesis, los investigadores agregaron un marcador químico a un conjunto de pequeños ARNs en el epidídimo y rastrearon su migración. Sus sospechas se confirmaron cuando estos ARNs salieron de las células del epidídimo y se unieron al espermatozoide. Cada uno de estos trasladaba esos elementos epigenéticos hasta la unión final con el óvulo. En otras palabras el esperma, en distintos puntos a través del tracto reproductivo, poseía la misma carga genética pero no así con la epigenética.

“Tenemos muchas herencias que todavía no podemos explicar”, dice Colin Conine, autor del estudio. “Pero es completamente cierto que los animales no son apenas su ADN”. Otro aspecto que abordó la investigación fue si los espermatozoides con ARNs epigenéticos son más resistentes que aquellos que no sufren la interferencia del medio – información que podría terminar por influenciar el perfeccionamiento de la reproducción in vitro.
Dichos estudios aún están en pañales, pero los científicos vigilan muy de cerca la epigenética. Lo mismo deberían hacer aquellos que pretenden procrear, pues su estilo de vida podría terminar por influenciar la vida de sus hijos antes de que nazcan.