Una leyenda local afirma que la Pascualita es el cadáver preservado de quien fuera hija de la propietaria original de la tienda, quien habría muerto trágicamente justo el día de su boda. Los cuerpos embalsamados no son considerados una atracción turística novedosa. Por ejemplo, los restos de algunos papas se encuentran exhibidos en el Vaticano y los visitantes en Rusia todavía se maravillan con el cuerpo preservado de Lenin en la Plaza Roja de Moscú.
La historia de la Pascualita.
A simple vista, la Pascualita es como cualquier otro maniquí que puede encontrarse en una tienda de ropa. Sin embargo, su rostro resulta increíblemente expresivo (complementado con unas gruesas pestañas y ojos vidriosos), además que sus manos fueron construidas con detalles minuciosos y en sus piernas pueden observarse algunas venas varicosas.
A diferencia de los maniquíes blancos que dominan los centros comerciales, cuyo único propósito es exhibir las prendas que visten, el elaborado vestido de novia de la Pascualita es la segunda cosa que a menudo llama la atención de los transeúntes, y esto gracias a sus características inquietantemente realistas.
La Pascualita fue exhibida por primera vez en la vitrina de La Popular, una tienda de novias ubicada en Chihuahua, México, allá por el año de 1930. Desde entonces, los lugareños se mostraron sorprendidos no sólo por la inusual apariencia del maniquí, sino por el parecido que guardaba con la hija de la dueña del establecimiento, Pascuala Esparza.
La leyenda dice que la hija llevaba a cabo los últimos preparativos para su boda cuando una araña viuda negra la mordió y sucumbió a su veneno de forma trágica el mismo día que contraería matrimonio. Poco después de su muerte, este maniquí se apareció en el escaparate de la tienda, dando pie al rumor de que no se trataba de una estructura de plástico, sino del cuerpo perfectamente conservado de la desafortunada novia.
¿Un cadáver o un maniquí?
Con el paso de los años, los clientes empezaron a decir que los ojos de la Pascualita los observaban mientras caminaban por la tienda, o que bastaba un simple descuido para que cambiara completamente de posición. También se dice que su presencia pone de nervios a algunos trabajadores de la tienda, de acuerdo con el testimonio de Sonia Burciaga, persona que trabajó en este lugar: “cada vez que me acercaba a Pascualita mis manos empezaban a sudar. Sus manos son muy realistas e incluso tiene varices en las piernas. Creo que se trata de una persona real”.
Otra leyenda local afirma que la Pascualita es, de hecho, un simple maniquí o al menos así empezó. De acuerdo con esta versión, un mago francés quedó tan encantado con el maniquí de novia que visitó su ventana cada noche para traerla a la vida, llevándola a bailar y recorrer la ciudad antes de regresarla al escaparate cada mañana. Independientemente de sus orígenes, la Pascualita se fue convirtiendo en una leyenda local a través de las décadas. Los detalles sobre el origen del maniquí son casi imposibles de corroborar, incluso el nombre de Pascuala Esparza tal vez no pase de una mera invención.
Parece poco probable que un cuerpo embalsamado se mantenga prácticamente intacto en el calor del territorio mexicano a lo largo de ocho décadas, y los dueños actuales saben perfectamente que la Pascualita resulta muy beneficiosa para el negocio. Cada vez que se les pregunta por la verdad sobre el famoso maniquí en el escaparate de su tienda, se limitan a hacer un guiño y responder “¿es un maniquí? De verdad no puedo decirlo”.