Un cangrejo de río, capaz de producir copias de sí mismo, se está reproduciendo a una velocidad aterradora en Europa (y no han encontrado una forma efectiva de detenerlo). Gracias a una mutación ocurrida dentro de un acuario, esta especie se apoderó de los ríos europeos y llegó hasta Madagascar. Parece el guion de una película que está a punto de dirigir Ridley Scott, pero es algo real.
Se trata del Procambarus fallax forma virginalis, una especie compuesta exclusivamente por hembras. Y las llamaron virginalis precisamente porque nacen listas para reproducirse, con capacidad de fecundar sus propios óvulos sin la necesidad de un macho, expulsando cientos de huevecillos repletos con crías que vienen de fábrica con la misma información genética que su madre. Es decir, funcionan como auténticas fábricas de clonación que serían la envidia de cualquier empresa en el ramo de la genética.
Extraña mutación y capacidad de clonarse.
Y se trata de una especie totalmente nueva, pues hasta la década de 1990 la especie de cangrejo de río que mutaría en virginalis solamente era conocida como Procambarus fallax, de un hábitat restringido al sudeste de los Estados Unidos, específicamente en el área de la Florida, y de reproducción completamente sexuada.
Sin embargo, se llegó el día que uno de estos cangrejos empezó a producir espermatozoides u óvulos (no se ha determinado cuál de los dos) con el doble de material genético que lo normal. Allí había cromosomas al doble, en lugar de la mitad que se esperaría.
Para entender de mejor forma lo que sucedió con la especie, pongamos como ejemplo a los seres humanos donde los bebés comparten el 50% del ADN de la madre y 50% del ADN del padre. Si papá o mamá llegaran a proporcionar el 100% de su ADN, tendríamos un ser humano con 150% del ADN. Nuestro peculiar cangrejo de río se apareó con otro, normal, resultando una camada con genoma 150%.
El primer Procambarus fallax virginalis.
En lugar de un par de cada cromosoma, estas crías nacieron con tres. La naturaleza suele prevenir este tipo de errores y las crías suelen morir antes del nacimiento. Sin embargo, en nuestro caso una hembra triple resultó saludable, sin ningún tipo de deformidad. Nadie sabe cómo fue posible, pero no hay duda de que esta hembra fue el “espécimen cero” y todas las hembras que nacieron después son sus clones.
Se ha observado que incluso tienen el instinto para copular con machos de la especie “original”. Pero estos encuentros resultan en vano, pues el esperma no puede hacer nada. Las crías obtienen todo el ADN que necesitan de su madre. La evidencia sugiere que esta hembra mutante probablemente nació en cautiverio en Alemania, en un acuario donde mantenían a los cangrejos importados de Estados Unidos. Hay certeza en esto pues, aunque la especie donde se originó la mutante es americana, todavía no se ha producido una infestación de clones en este lado del Atlántico.
Se trata de un acontecimiento muy reciente. El primer artículo científico que profundiza en el fenómeno de los cangrejos célibes apareció en la revista Nature el pasado 5 de febrero, con un análisis del genoma. Apenas el año pasado una publicación declaró que elvirginalis era una especie totalmente nueva, diferente al fallax. La referencia más remota donde se señala que las crías son clones proviene de un artículo publicado en 2002 también por Nature.
Game Over.
Se cree que aquellas primeras infestaciones aparecieron por culpa de los dueños del acuario, que habían comprado solamente un cangrejo y en cuestión de semanas poseían 50 o 60 ejemplares. Dado que le resultó imposible administrar el espacio, probablemente optaron por arrojarlos en los ríos.
En un artículo publicado por The New York Times, un grupo de investigadores apunta que es extremadamente sencillo recolectar especímenes para su análisis. En una sola tarde lograron capturar 150 ejemplares simplemente tomándolos con las manos. En la actualidad, se ha reportado que la especie virginalis ya está presente incluso en Madagascar. Lo más preocupante es que si los cangrejos no encuentran depredadores naturales, podrían generarse graves desequilibrios ecológicos.
Por otro lado, nuestra experiencia nos dice que los virginalis están condenados a fracasar en su acelerada carrera evolutiva. La ventaja de una reproducción sexuada es que las crías no son iguales unas a otras, y es precisamente en estas variaciones donde aparecen las resistencias a enfermedades entre individuos de una misma especie. Si una infección logra matar a un virginalis, todos los demás son susceptibles de perecer ante el mismo patógeno.