Prácticamente para todos los seres humanos rata es sinónimo de plaga, pues estos roedores hacen hasta lo imposible para seguir viviendo bajo nuestros techos. Y son muy eficientes en conseguirlo. Una plaga de ratas empieza con señales muy sutiles: pequeñas aglomeraciones de excremento aparecen en zonas próximas a los restos de comida, pequeñas sombras deslizándose a toda velocidad por recovecos. Hasta que un día decides hacer una limpieza en la despensa de tu hogar y… ¡sorpresa!
Los empaques de los productos no son suficientes y los poderosos dientes de las ratas han logrado perforar cartón y plástico por igual. Incluso algunos electrodomésticos han resultado damnificados en aquella invasión secreta. La sola presencia de estos animales resulta repugnante para la mayoría, y rápidamente empiezas a idear un plan para aniquilarlos pues sabes que en el mercado existe un arsenal para hacerles frente.
Tras colocar diversas trampas en lugares específicos, te vas a dormir confiado de que los intrusos tienen las horas contadas. Pobre iluso. Te despiertas sólo para decepcionarte al descubrir que las trampas se encuentran intactas, ninguna rata sucumbió ante las carnadas. Peor aún, te das cuenta que fueron directamente a la poca comida útil que quedaba, como si sospecharan de tus macabras intenciones.
¿Es tal la inteligencia de las ratas como para advertir una cacería al punto de suprimir su instinto por la comida?
La historia entre humanos y ratas.
Las ratas figuran como uno de los enemigos más antiguos y odiados de la humanidad por un simple motivo: son duras de matar. Se estima que desde hace aproximadamente 10 milenios intentamos deshacernos de estos animales. “Convivimos con los roedores al menos desde que inició la agricultura”, asegura el zoólogo estadounidense Anthony Barnett en el libro The story of the rats.
Tras todos estos años de convivencia, resulta lógico que los roedores hayan aprendido de nuestras manías y errores desarrollando ciertos hábitos que les permiten vivir a nuestro lado sin arriesgarse demasiado.
Pero esta cercanía con los humanos no sólo significó un cambio en la conducta de las ratas. Barnett cree que estos animales también moldearon la historia de la humanidad sobre todo, pero no de forma exclusiva, en el ámbito científico. Por ejemplo, la domesticación de los gatos (que en el Antiguo Egipto llegaron a alcanzar el estatus de deidad) sólo se hizo posible una vez que los humanos apreciaron su habilidad para cazar roedores.
De hecho, incluso las sagradas escrituras del cristianismo hacen mención de las ratas. Se estima que en algunos pasajes escritos hace más de 3000 años, estos animales se consideraban “impuros”, por lo que aquellas personas temerosas de Dios tenían la obligación de mantenerse alejadas de ellos.
En esta batalla milenaria entre humanos y ratas se han producido dos momentos cruciales. El primero se suscitó con la fundación de las primeras ciudades, que significó una fuente inagotable de alimento para estos roedores. Además de la comida, los humanos proporcionamos a las ratas condiciones ideales de subsistencia.
La triada maligna de los roedores.
Esto último resulta tan cierto que, entre las miles de clases de roedores que existen en los bosques adaptadas para sobrevivir de insectos y plantas, las tres especies más prolíficas son aquellas que habitan cañerías, basureros y recovecos en las ciudades. Hablamos de la tríada maligna representada por Mus musculus(ratón común), Rattus rattus (rata negra) y Rattus norvegicus (rata gris).
Esa relación tan íntima entre humanos y roedores quedó sellada durante las grandes navegaciones que se produjeron en el siglo XIV. A bordo de toda clase de embarcaciones, estas tres especies se esparcieron desde Eurasia al resto del mundo. Los roedores infestaban las embarcaciones y sobrevivían gracias a los suministros de los marineros.
¿Humanos alimentándose de ratas?
Cazarlos representaba una forma de entretenimiento para la tripulación, perotambién significaba una fuente de nutrientes. Uno de los marineros que acompañó a Fernando de Magallanes en el primer viaje registrado alrededor del mundo, escribió que resultaba bastante lamentable comer galletas con hedor a orina de rata y no poder atrapar a ninguno de estos animales para comer.
“Tal vez representaban una buena fuente de vitamina C y ayudaban a evitar la aparición de enfermedades como el escorbuto”, supone Barnett.
Puede parecer asqueroso, pero los humanos siguen considerando a las ratas como fuente de alimento. El grupo étnico de los irules, presentes en el sur de la India, suele atrapar miles de ratas cada año para cocinarlas y utilizarlas como ingrediente de un curioso platillo. El Larousse Gastronomique, uno de los libros de cocina más importantes del mundo, contiene una receta donde se describe el proceso para limpiar, pelar y cocinar ratas y ratones, ya sea fritos con aceite o a la parrilla.
El curioso comportamiento de las ratas.
Sin embargo, la mayoría de las personas no ve a las ratas como un ingrediente más. Entre la enorme variedad de habilidades de supervivencia que han desarrollado ratas y ratones para evadir nuestros ataques se encuentra la capacidad para evitar trampas e ingerir solamente comida saludable.
Y no se trata precisamente de un tipo de inteligencia, pues por instinto las ratas poseen aversión a los objetos nuevos presentes en un ambiente conocido, un comportamiento que se conoce como neofobia. Dado que las trampas y el veneno no les resultan familiares, terminan esquivándolos.
Cómo atrapar a una rata.
Se requiere de mucha astucia y paciencia para capturar a una rata. La forma más eficaz de envenenarlas es colocar pequeños alimentos limpios durante varios días hasta que se acostumbren, y sólo entonces agregar la sustancia venenosa. Otra recomendación es utilizar veneno de efecto a largo plazo, pues los roedores resultan hábiles en relacionar la muerte de sus compañeras con las sustancias ingeridas.
Las trampas resultan más eficaces con aquellas especies menos desconfiadas, como el ratón común. Sin embargo, la forma más fácil y eficaz de deshacerse de los roedores es retirar las fuentes de comida disponible, limitando así las condiciones de supervivencia de estos animales.
Peste negra y otras afectaciones de las ratas a la salud humana.
Exterminar a las ratas no atiende únicamente a una aversión que pudiéramos sentir por ellas. Estos animales son agentes de transmisión de al menos 55 enfermedades, y entre todas estas ninguna ha sido tan devastadora para la especie humana como la peste negra que estalló en el siglo XIV en Asia y terminó devastando al continente europeo.
Una de las hipótesis sobre la diseminación de esta enfermedad refiere una batalla en la que soldados turcos, ante la imposibilidad de traspasar una muralla en una ciudad ubicada en la actual Ucrania, empezaron a lanzar cadáveres contaminados por encima de los muros. Las pulgas de las ratas se encargaron de transmitir los bacilos de la peste, que se diseminó rápidamente por Europa matando a una tercera parte de la población del continente en esa época (alrededor de 25 millones de personas).
Los peligrosos desechos de los roedores.
Pero no sólo las pulgas de rata son peligrosas, sus desechos corporales también son algo de temer. Por ejemplo, la leptospirosis es una infección provocada por una bacteria presente en la orina de rata cuya sintomatología comprende fiebre, dolores musculares, hemorragias y en casos más graves la muerte.
La leptospirosis aflige a miles de personas cada año y es uno de los mayores riesgos sanitarios provocados por las inundaciones. También tenemos loshantavirus, presentes en las secreciones de los roedores y transmitidos por vía aerobia. Aunque no se sabía de estas enfermedades hasta hace algunas décadas, los hantavirus se han esparcido por el mundo y las enfermedades que provocan presentan un alto índice de mortalidad.
A prueba de todo.
Las tres especies antes mencionadas son tan diversas que han logrado adaptarse a diversos hábitats, terminando por cubrir prácticamente toda posibilidad de convivio con los humanos. Por ejemplo, el ratón común prefiere sitios cerrados como alacenas, armarios y roperos. La rata negra prefiere vivir en superficies altas como los tejados. Por su parte, la rata gris prefiere cavar hoyos en el suelo y posee una habilidad admirable para transitar por estos túneles.
Estos animales se han adaptado tan bien a los hábitats humanos que resultan auténticos campeones en su especialidad. Los experimentos con roedores en laberintos se han venido haciendo desde hace más de un siglo, y en todos se ha demostrado la capacidad de estos animales para aprender rutas con eficiencia, pero también son hábiles tomando atajos y retornando al punto de partida sin ninguna dificultad.
Roedores vs Humanos.
En este aspecto, la inteligencia de un roedor llega a rivalizar con la humana. Cuando se llevaron a cabo experimentos de competencia entre roedores y humanos que debían resolver un laberinto idéntico, los humanos terminaron perdiendo por mucho: estos peludos animales no sólo fueron los primeros en resolver el laberinto, también memorizaron el recorrido mucho más rápido.
Sin embargo, con la práctica la habilidad de los participantes humanos mejoró y tras mucho entrenamiento lograron superar a los roedores.
Habilidad espacial excepcional.
No se conoce con certeza el origen de esta habilidad excepcional en la noción espacial, pero existen ciertos factores que ayudan a las ratas. En primer lugar tenemos los órganos sensoriales que les permiten descubrir los caminos incluso en ambientes sin luz, nos referimos a sus característicos bigotes. También resulta importante el instinto natural que poseen para explorar ambientes nuevos.
Siempre que una rata es puesta en un lugar desconocido, aunque esté hambrienta, lo primero que hace es explorar antes de alimentarse. Esta habilidad las posibilita para encontrar nuevos caminos, compañeros, agua o refugio y, por muy raro que suene, las ayuda a liberarse del aburrimiento. Estos animales tienen una predilección por situaciones nuevas, y pueden llegar a irritarse con situaciones que les resultan rutinarias.
Este gusto por el cambio puede resultar de bastante utilidad en el aprendizaje de los roedores, al menos así quedó asentado en los experimentos del psicólogo canadiense Donald Hebb, pionero en el campo de la psicobiología. Tomó un par de ratas negras de su laboratorio y las llevó a su casa, donde podrían interactuar con las dos hijas de Hebb.
Tras un día de juegos, estas ratas obtuvieron mejores resultados en las pruebas de laboratorio que sus compañeras que se habían quedado atrapadas en el aburrimiento de las jaulas.
La comida y la ratas, una relación de dependencia.
El aprendizaje y la inteligencia de las ratas también se extiende al principal factor de su existencia: el alimento. Cuando un roedor tiene acceso a diversos tipos de alimento, come de todo un poco procurando mantener un equilibrio entre calorías y nutrientes.
Algunas investigaciones creen que esta habilidad innata también está presente en los humanos, pero la accesibilidad a comidas sabrosas y poco nutritivas arruina nuestros hábitos alimenticios.
Pese a que su instinto es capaz de proporcionarles una dieta saludable, las ratas son capaces de aprender a través de sus ancestros los puntos donde pueden encontrarse buenas comidas e identificar, por el olor de sus compañeras, las comidas que pueden consumir sin problemas.
Pese a todo este conocimiento sobre la excepcional plaga que convive con los humanos, los roedores presentan comportamientos muy peculiares. En un experimento, incluso antes de que arrancaran las pruebas, los investigadores encontraron un inconveniente: un grupo de ratas grises rechazaron el alimento que les proporcionaron, una conocida marca de cereal.
La prueba sólo pudo seguir adelante cuando uno de los investigadores olvidó un pedazo del empaque de este cereal.
La comida en la programación biológica de las ratas grises.
La sociedad de las ratas no puede entenderse sin la comida. Es tan importante que el tamaño de una colonia de ratas está determinado por la cantidad de comida disponible. Las hembras suelen procrear más cuando existe una mayor disponibilidad de alimento. Cuando hay abundancia, las ratas grises pueden concluir las gestaciones en 22 días, parir 13 crías y 21 horas después volverse a preñar.
Hablamos de que en el transcurso de un año, una sola hembra tiene capacidad para dar a luz a 200 ratas.
Sin embargo, la programación biológica de las ratas grises prevé los casos de sobrepoblación, pues estos suelen generar conflictos para la subsistencia. Cuando hay demasiados miembros o la comida empieza a escasear, el número de nacimientos desciende y las hembras pueden llegar a devorar algunas de sus crías.
Las ratas son animales muy territoriales.
Como animales territoriales que son, las ratas luchan constantemente para dominar espacios y fuentes de comida. En una pelea entre machos pueden verse arañones, mordidas, cortes, patadas, pero los conflictos jamás terminan con la muerte, al menos no de forma directa.
Cuando las ratas son introducidas en ambientes ocupados, se ha observado la formación de tres grupos particulares: el primero está representado por los alfa dónde pueden observarse miembros de mayor tamaño que atacan a los intrusos, en el segundo se encuentran los beta que suelen evitar a los alfa, pero no tiene ninguna dificultad para sobrevivir y conseguir alimento y finalmente tenemos al tercer grupo integrado por los omega, el grupo de los animales que comen poco, adquieren una apariencia enfermiza, pierden peso y, si no encuentran un sitio a donde huir, termina muriendo.
Aunque este comportamiento aún es un misterio, se cree que un gran estrés social es capaz de debilitar el sistema inmunológico de los roedores volviéndolos más susceptibles a las enfermedades.
Los roedores y su aporte invaluable a la ciencia.
Estas complejas habilidades sociales, su capacidad de aprendizaje y el excelente ritmo de procreación han convertido a los ratones en el “conejillo de Indias” favoritas de los científicos desde el siglo XX.
En nuestros días, los roedores están presentes en el 80% de las investigaciones que involucran animales, dando origen a un mercado donde se produce generación tras generación de animales que jamás han vivido más allá de los ambientes controlados. Como resultado de esto, los animales de laboratorio distan mucho de las características que poseen sus parientes salvajes.
El ratón de laboratorio, una de las especies más socorridas, ha ido adquiriendo características distintas al Mus musculus salvaje, como la pérdida de la neofobia, pues esto imposibilitaría muchas investigaciones.
Animales diseñados a medida.
Actualmente existen ratones de todo tipo, cuya crianza se basa en resolver necesidades específicas para determinadas investigaciones. Por ejemplo, cuando se estudian enfermedades como la hipertensión existen cobayas que vienen “de fábrica” con una presión arterial elevada.
En determinados casos, los laboratorios solicitan animales muy semejantes para minimizar la variabilidad entre un individuo y otro. Así es que las empresas fabrican miles de ratones con códigos genéticos idénticos, en una sucesión incontable de gemelos.
A últimas fechas, incluso existen los ratones a control remoto en el que se instalan un grupo de electrodos en el cerebro del animal para controlar su locomoción. Puede parecer algo cruel, pero gracias a estas cobayas la humanidad ha logrado avanzar en tratamientos como la obesidad, diversos tipos de cáncer y el mal de Parkinson.
La ciencia aún no puede determinar con certeza si los roedores son inteligentes o actúan por puro instinto. Sin embargo, resulta innegable que muchas veces las ratas parecen pensar más rápido y lógico que los humanos.