Cuando se trata de construir vínculos con los colegas en el trabajo es importante (y muchas veces indispensable) hablar sobre ti mismo. Después de todo, es imposible alimentar tunetworking si no te abres mínimamente con tus compañeros, clientes y jefes. Pero, algunos temas es mejor no compartirlos. Y es que cuando se ignoran las fronteras entre la vida personal y la profesional se corre el riesgo de dañar seriamente la reputación propia.
El secreto para exponerse de forma segura y equilibrada se encuentra en la inteligencia emocional. Aquellas personas que cuentan con esta habilidad son capaces de identificar las dinámicas más sutiles en cada ambiente y analizar el comportamiento de los demás. La correcta interpretación de estos factores resulta fundamental para determinar aquello que puede compartirse socialmente y lo que es mejor reservar.
Como regla general, de acuerdo con Bradberry, estos son 7 aspectos sobre tu vida personal que jamás deberías revelar en el trabajo.
1 – Información sobre tu vida sexual.
Compartir con tus colegas información sobre tu intimidad en pareja siempre es una mala idea. “Comentarios de esta clase pueden provocar algunas risas, pero mucha gente se sentirá incómoda e incluso ofendida”, escribe Bradberry. “Cuando cruzas esa línea afectas de forma inmediata tu reputación”.
Lo mismo aplica cuando se trata de la vida sexual de tus colegas. De acuerdo con este especialista en inteligencia emocional, aquellos que hacen preguntas o comentarios sobre la intimidad de otros en el trabajo pueden ser vistos como personas entrometidas, poco fiables e incluso acosadoras.
2 – Tus convicciones políticas.
Ante la polarización ideológica que se ha instalado en todo el mundo, las opiniones políticas son una parte casi inherente a la identidad del individuo. “Ir contra las convicciones de alguien en el trabajo puede perjudicar rápidamente la imagen positiva que aquella persona tiene de ti”, advierte el psicólogo. “Confrontar los valores de una persona es una de las cosas más ofensivas que puedes hacer”, agrega.
La forma más estratégica de abordar este tema es escuchar aquello que los colegas y jefes tienen que decir, de la forma más neutral y respetuosa posible. En la actualidad los ánimos están tan caldeados que una simple mirada de desaprobación puede desencadenar un conflicto. Para Bradberry, contrarrestar la opinión política de una persona implica una mayor probabilidad de que termine irritándose en lugar de lograr que repiense sus convicciones.
3 – Historias locas sobre la juventud.
¿Tienes alguna anécdota muy graciosa de una fiesta en la que bebiste hasta no saber de ti cuando tenías 19 años? ¿Te encanta hablar de ese hábito que tenías de robar pequeños objetos cuando eras más joven? Quizá hayan transcurrido muchos años desde entonces, pero esto no se traduce en que las personas crean que has madurado. Tu pasado dice mucho sobre ti.
El mejor ejemplo lo encuentras en la clase política: son individuos que siguen en cargos públicos a pesar de historias poco dignas sobre su pasado – pero sólo después de un duro trabajo de convencimiento hecho por su equipo de relaciones públicas. Como la mayoría somos simples mortales que no tenemos toda esa “infraestructura” para limpiar nuestro nombre, lo mejor es que evites contar esta clase de anécdotas.
4 – Los compañeros que te parecen incompetentes.
No importa en el lugar que trabajes, siempre habrá una persona identificada como la menos comprometida o eficiente del grupo. Sin embargo, ese consenso silencioso no es una licencia para despotricar contra esa persona. De acuerdo con Bradberry, revelar abiertamente una opinión personal sobre la incompetencia de un colega puede ser interpretado por los demás como un intento de darle valor a tu propio trabajo, típico de una persona insegura.
Si no está en tu poder cesar del cargo a esa persona, o hacer que mejore su desempeño laboral, lo mejor es que te quedes callado. Ese hábito de hablar mal de los demás en el trabajo siempre termina volviéndose contra el agresor: si no eres capaz de controlar tu propio veneno, tarde o temprano terminarás convirtiéndote en la presa en turno.
5 – Tu odio por el trabajo.
Aquellas personas que viven quejándose y están llenas de negatividad, siempre son mal vistas en cualquier ambiente de trabajo. Por eso, por mucho que detestes tu empleo actual, piénsalo dos veces antes de confesarlo a alguien más.
De acuerdo con el especialista, los jefes son hábiles a la hora de identificar a aquellas personas que están deprimiendo el ánimo del equipo con sus reclamos. Si no quieres que te sustituyan por alguien más “agradable”, lo mejor es aguantar las quejas y buscar un empleo en otro lugar.
6 – Tu salario.
No en todas las empresas hay una política estructurada de remuneración, y estas eventuales diferencias pueden generar un fuerte sentimiento de injusticia. Por eso, por mucho que te sientas tentado a revelar el monto de tu quincena, lo mejor es guardar silencio. Incluso las buenas noticias como los aumentos salariales merecen discreción.
A partir del momento en que tu compañero y tú saben cuánto gana cada uno, jamás volverán a verse de la misma forma. “Una vez que se revela esta información, todo aquello que hagas en el trabajo será visto como algo inadecuado para tu rango salarial”, apunta Bradberry.
7 – Tus planes para cambiar de trabajo.
Bradberry nos cuenta que, cuando era niño, cometió el error de confesarle a su entrenador de béisbol que abandonaría el equipo en dos semanas. Durante esos quince días, fue etiquetado como “el niño que no quiere estar aquí” y se quedó a calentar la banca cuando los demás jugaban y se divertían.
Lo mismo aplica en el ámbito laboral, concluye. “Cuando se revela la pretensión de salir de ese empleo, de repente te transformas en una pérdida de tiempo para todos”, apunta el psicólogo. “Además, existe la posibilidad de que tu búsqueda por un nuevo empleo no resulte exitosa, así que lo mejor es esperar algo más concreto antes de compartir la información con todo mundo”.