Una profesión puede resultar extraña por multitud de factores, desde tareas peligrosas que requieren a personas valientes con nervios de acero a encomiendas poco dignas que se valen más de un nariz dispuesta y un estómago a prueba de todo. Quizá nunca lo consideraste, pero hay multitud de personas desempeñando profesiones que ni imaginabas: desde cobrar por guardarte un lugar en la fila, pasando por meter el brazo completo en el trasero de un elefante, hasta arriesgar la vida sobre un helicóptero dando mantenimiento a líneas eléctricas de alta tensión. Hoy te presentamos 13 profesiones que escapan a la norm.
1 – Pescador en Alaska.
Las estadísticas apuntan que 11 de cada 10 mil pescadores mueren cada año en los Estados Unidos, lo que convierte a la práctica de la pesca en el trabajo más letal en ese país. Antes de que fuera regulada en 2006, la pesca de centollas gigantes se consideraba el trabajo más peligroso del mundo. Y pese a las nuevas regulaciones en materia de seguridad, hacer frente a temperaturas bajo cero y tempestades en alta mar para obtener el tan cotizado producto es trabajo para pocos.
El salario oscila entre los US$ 10 y 30 mil dólares por temporada. Para ingresar sólo hay que dirigirse al litoral de Alaska y ponerse de acuerdo con el dueño de un pesquero.
2 – Reproductor de elefantes.
Los elefantes en peligro de extinción criados en cautiverio, como los asiáticos, necesitan cierta asistencia cuando llega la hora de procrear. En realidad, más que una mano requieren de un brazo entero. Esto se debe a que los enormes elefantes poseen un sistema reproductor poco eficiente, hecho que representa uno de los mayores desafíos para los profesionales que trabajan con la reproducción en cautiverio.
Cuando llega la hora de colectar el esperma destinado a las inseminaciones artificiales, el veterinario y todo su equipo de asistentes debe mantener al animal tranquilo para llevar a cabo una limpieza preliminar. En primer lugar, se retiran las heces de la cavidad anal hasta donde el brazo alcanza. Tras este trabajo manual, y valiéndose de una manguera, se bombea agua y un jabón especial al ano del animal.
Cuando llega la hora de estimular el miembro del elefante (que posee 16 centímetros de diámetro y alrededor de 1.5 metros de longitud) empieza lo más peligroso, pues el animal posee áreas sensibles que provocan “espasmos” del miembro en todas direcciones, con el riesgo latente de que el veterinario pueda salir noqueado. Este trabajo implica estimular (de forma vigorosa) la próstata, a través del recto. Para alcanzarla, el brazo entero de un humano adulto debe entrar por completo en el animal.
Además de los 30 minutos que en promedio lleva esta estimulación, se requiere a un equipo de entre 4 y 6 personas. Cuando se llega la hora de recolectar el esperma, el veterinario emplea un “preservativo” largo atado a un cable. Dado que no puede congelarse, el semen debe inseminarse de forma inmediata en la hembra. Pese a tanto esfuerzo, el líquido recolectado asciende apenas a 42 ml, unas cuatro veces más que el volumen promedio de recolección en los humanos.
Para conseguir este empleo hay que cursar medicina veterinaria y especializarse en reproducción asistida, así como realizar talleres para trabajar con elefantes. El salario promedio es de US$ 3 mil dólares.
3 – Buzo de plataforma petrolera.
Se labora en un ambiente oscuro, frío y peligroso debido a la alta presión. Estos profesionales trabajan hasta los 500 metros de profundidad reparando ductos de petróleo y gas natural y, tras algunas horas en servicio, deben mantenerse en una cámara de descompresión submarina para evitar una embolia gaseosa, una obstrucción en los vasos sanguíneos debido a burbujas de aire en la sangre. En promedio, los buzos de las plataformas petroleras son retirados del servicio a los 7 años pues la continua exposición a altas presiones puede generar necrosis en los huesos.
Para obtener el trabajo hay que realizar un curso básico de buceo y un entrenamiento que puede demorar aproximadamente un año en una empresa petrolífera. Los buzos de plataforma petrolera perciben un salario promedio de US$ 3 mil.
4 – Inspector de escupitajos.
En las ciudades más pobladas de la India, el problema de los transeúntes escupiendo en las calles es algo tan grave que algunos gobiernos locales contratan a empresas de seguridad para persuadir a los infractores. Cuando un inspector de estas empresas localiza a un ciudadano que ha escupido en el suelo, impone una multa que asciende a 200 rupias o, en su defecto, a limpiar el escupitajo. Dado que el salario promedio en la India es de 170 rupias al día, la mayoría prefiere limpiar sus desechos corporales.
Los requisitos son habitar en alguna metrópolis de la India y buscar una vacante en empresas de seguridad homologadas por el gobierno local.
5 – Desarmador de minas terrestres.
Como los militares no siempre logran eliminar el total de minas terrestres tras un conflicto armado, algunas ONG, como MAG International, entrenan personal para el desarme de estos aparatos explosivos. Es un trabajo peligroso, pero esencial en naciones como Sudán y Líbano, donde la población civil tiene que lidiar con la abundancia de minas terrestres en su propio patio.
Tras segmentar el terreno a explorar en piezas de 1 m2, los desarmadores de minas se valen de un detector de metales y la inspección visual para cada cuadrante. Si está limpio, se paran sobre ese cuadrante e inician la inspección del siguiente.
Cuando detectan una mina, utilizan marcador rojo y dos estacas para formar una “x”. El desarmador llama al supervisor para que lo asista en el desarme del artefacto o aíslan la zona para detonarla a distancia.
Aunque es posible la detección de minas empleando ratones, abejas amaestradas y sonares terrestres, la habilidad humana demuestra mucho más eficiencia en esta tarea. Para conseguir el empleo, lo único que hay que hacer es entrar en contacto con organizaciones no gubernamentales especializadas en brindar este servicio.
6 – Aprendiz de luchador de sumo.
Cuando un hombre decide emprender en esta área, pasará a vivir en “establos” con otros aprendices y luchadores profesionales a los que tendrá que servirantes de calificar para las peleas oficiales. Se trata de una rutina muy exigente, donde todo tiene horario, incluso la hora de dormir y despertar. Como si no fuera suficiente, hay que hacer la limpieza de los aposentos y servir de mandadero.
Esencialmente, los novatos se convierten en asistentes de los peleadores más veteranos, una responsabilidad que implica ayudarlos incluso en la higiene personal. Esto quiere decir, en palabras más simples, que asisten a luchadores más voluminosos en la limpieza de aquellas partes que no alcanzan, como la espalda y otros sitios que es mejor no puntualizar.
Los aspirantes suelen despertarse a las 5 de la mañana y empezar a entrenar a las 6, antes que los luchadores profesionales, que suelen comenzar a las 8 horas. Durante el entrenamiento de los veteranos, los novatos deben barrer el ring y limpiar la arena que se pega a la espalda de los luchadores.
Los aprendices no consumen alimento por la mañana, por lo que llevan a cabo un entrenamiento en ayuno. Cuando llega la hora del desayuno, deben conservar la disciplina y hacer valer la jerarquía al servir el plato a los profesionales. Además, se les permite comer una vez que los más grandes han terminado sus alimentos.
Para convertirte en un aprendiz de luchador de sumo lo único que debes hacer es viajar a Japón, ingresar a un curso y buscar un centro de formación de luchadores. No hay paga por los servicios prestados.
7 – Guardador de fila.
Es un fenómeno particular de las metrópolis superpobladas en China que consiste en la oferta de servicios de “despachadores” que tienen la misión de mantenerse a la espera en filas de tiendas, hospitales, conciertos, etc. Es un trabajo muy sencillo:mantenerse en la fila y llamar al cliente cuando se esté a punto de ser atendido. Cuando se trata de lanzamientos de productos electrónicos, estos guardadores pueden llegar a mantenerse en la fila hasta 26 horas seguidas.
Se percibe un salario aproximado de US$ 2 por hora de servicio y para conseguir el trabajo sólo hay que dirigirse a Shanghái u Hong Kong y buscar vacantes en una empresa de “paotui”, como se conoce a esta práctica en mandarín.
8 – Payaso de rodeo.
Los payasos de rodeo se encargan de distraer al toro y salvar el pellejo al jinete que acaba de caer. La única protección es un barril de metal que se deja en la arena para que los payasos empleen como escudo ante las embestidas del animal. Tal como la conocemos hoy, la profesión apareció en la década de 1930, cuando los agresivos toros de raza Brahma fueron introducidos en espectáculos de Australia y Estados Unidos.
Un payaso de rodeo puede ganar entre US$ 200 y 1000 por espectáculo. Para iniciar hay que hacer un curso en los Estados Unidos y empezar el entrenamiento en rodeos pequeños.
9 – Empujador de gente.
El metro de Tokio puede llegar a operar hasta al doble de su capacidad durante la hora pico. Para organizar este Metro sardina, los empleados del transporte deben empujar a las personas al interior de los vagones. El resto del día, estos empujadores (oshiya) llevan a cabo funciones de seguridad.
Las empresas encargadas de administrar las líneas del Metro en Japón ofrecen este empleo.
10 – Catador de olores.
Entre las aptitudes de estos profesionales se exige habilidad para distinguir las sutilezas de aromas que pueden ir desde un aliento, pasando por el hedor de las axilas hasta una flatulencia. Es un campo de trabajo bastante amplio: va desde empresas de higiene y cosméticos hasta la investigación académica, donde los voluntarios pueden ayudar a identificar cuál es el componente más fétido de un gas intestinal.
Los conocimientos en química son de utilidad, pero el trabajo puede llevarse a cabo por voluntarios requeridos por empresas.
11 – Técnico aéreo de alta tensión.
Se trata de un trabajo radical y peligroso: salir de un helicóptero y equilibrarse sobre un cable de alta tensión con voltajes que ascienden a los 1000 kV. Estos vuelos para llevar a cabo el mantenimiento de los tendidos eléctricos resultan menos desgastante para los trabajadores y mucho más eficientes que escalar las torres o emplear grúas.
Las líneas de alta tensión se ubican entre 15 y 55 metros del suelo y el piloto que lleva a los electricistas hasta este lugar debe ser un auténtico especialista: el aparato debe dejar al técnico sobre el cable evitando en todo momento tocarlo, lo que requiere de mucha estabilidad.
La vestimenta es conductora para que la electricidad fluya sin herir a nadie. Además, el técnico debe conectar los cables y el helicóptero con una vara de metal para evitar que la electricidad salte de un lado a otro.
Sentados sobre una silla especial o directamente en los cables, los técnicos se encargan de cambiar capacitores, fusibles y resistencias. En ocasiones, les toca limpiar los cables con un chorro de agua destilada que sale desde el helicóptero. Si por cualquier motivo ese chorro contiene agua “contaminada” con alguna sal, el riesgo de que se genere una descarga eléctrica o explosión es altísimo.
Un técnico electricista que realiza esta clase de trabajo en los Estados Unidos percibe un salario aproximado de US$ 3 mil. Un diploma donde se acredite la educación media es suficiente para convertirse en técnico electricista. Pero cuando se trata de pilotar un helicóptero, las empresas financian un curso para los empleados voluntarios.
12 – Buzo en campo de golf.
Estos “buzos” se encargan de ingresar a los pequeños lagos que se forman en los campos de golf para recolectar las miles de pelotas que los jugadores arrojan en estos sitios. El agua es tan turbia, que los trabajadores recuperan las pelotas examinando el lodo. En promedio, se estima que un profesional de estos recolecta alrededor de 3000 pelotas por día y las revende a US$ 0.10 por unidad.
13 – Recuperador de vehículos.
En Estados Unidos, en los estados donde la legislación lo permite, cuando una persona debe mucho dinero a una institución bancaria, se le pueden confiscar bienes que van desde inmuebles a objetos de valor. El problema se genera cuando hay que recuperar aviones, embarcaciones y automóviles de ricos endeudados. En estos casos se suele acudir a los “repo men”, especialistas en la recuperación de vehículos. Pero no todo es glamour pues los agentes que ofrecen esta clase de servicio deben ingresar a garajes y hangares así como involucrarse en fugas y persecuciones.
Existe una comisión de entre el 2 y 10% sobre el valor de reventa de los bienes recuperados. Cualquier persona puede abrir su propia empresa y ofrecer el servicio a las instituciones bancarias.