Entre los negacionistas de la pandemia surgió una nueva teoría de la conspiración. Ahora, argumentan que las personas vacunadas contra la Covid-19 “inoculan” proteínas perjudiciales a los no vacunados. Irónicamente, la solución propuesta por estos grupos es usar cubrebocas y mantener la distancia social en espacios públicos.
Hoy, utilizar dispositivos de protección individual y respetar las recomendaciones sanitarias figuran como hábitos prácticamente generalizados. Pero, todavía existe un pequeño grupo de negacionistas reacio a adoptar las medidas propuestas por autoridades. Esos grupos suelen justificar su comportamiento con teorías de la conspiración.
Empezaron por decir que el nuevo coronavirus no existía. Posteriormente, argumentaron que la pandemia de Covid-19 era un plan de los gobiernos del mundo para reducir la población mundial. Y cuando llegó la vacuna, dijeron que sólo contribuiría a la eliminación de los pueblos.
La nueva teoría de la conspiración.
Pues este grupo sigue montado en su burro, ahora promoviendo el uso de cubrebocas tras la divulgación de una nueva trama conspiranoica. En resumen, dicen que las personas vacunadas “inocularán” ciertas proteínas a los no vacunados, quienes sufrirán efectos adversos. En un reportaje publicado por Vice, entre los síntomas destaca la menstruación irregular, infertilidad y los abortos espontáneos.
Para evitarse problemas, además de usar cubrebocas, proponen cumplir un estricto distanciamiento social en espacios públicos. Exactamente las mismas medidas que, otrora, este grupo se negaba a cumplir. Sherri Tenpenny, una anti vacunas que es pieza fundamental en la divulgación de estas teorías ridículas, dice: “debes alejarte de las personas que se aplicaron estas vacunas… para siempre”.
Larry Palevsky, pediatra y anti vacunas de Nueva York, respalda la sugerencia de Tenpenny. Además, asegura que “algo está transmitiéndose de personas que vacunadas con este veneno a otras que no recibieron la vacuna”. Por si fuera poco, dice que los inmunizados deben portar un distintivo en el brazo para que otros sepan que ya los inocularon.
Es una idea tan ridícula, que resulta inevitable compararla con la estrella de David. Aquella que los judíos portaban obligados durante las invasiones de los nazis. Aunque carece del más mínimo fundamento científico, esta teoría de conspiración es bien recibida entre los grupos negacionistas.
Hace algunos días, se supo de una escuela particular en Miami, Florida, donde se prohibió a los profesores vacunados cualquier tipo de interacción con alumnos no inmunizados.
Cortesia de Chava Chismes
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