La historia de los juegos de azar es tan antiquísima como las primeras civilizaciones. En algún momento, hace miles de años, un humano aburrido modificó una roca, un hueso, una concha o un trozo de madera. A continuación, empezó a apostar con sus compañeros cual marca aparecería al lanzar el objeto. La actividad de la apuesta resultó tan placentera que nunca más la abandonamos.
Cientos de sitios arqueológicos descubiertos en los últimos siglos dan fe de ello. Allí, los expertos localizan multitud de objetos que, aparentemente, se utilizaron para jugar. De hecho, el Homo sapiens no es la única especie que disfruta poniendo su suerte a prueba.
En un estudio conducido por la Universidad Duke, en los Estados Unidos, se concluyó que los monos toman rutas más largas y peligrosas por nada más que diversión. No importa que la recompensa sea menor. “Simplemente disfrutan jugando”, señaló David G. Schwartz, especialista en juegos de azar de la Universidad de Nevada y autor del libro Roll the Bones: The History of Gambling.
Juegos de azar y apuestas en el pasado.
Con la llegada de las primeras civilizaciones, los humanos desarrollaron juegos de azar más elaborados. “La apuesta es un pasatiempo antiguo muy divulgado”, explica Schwartz. Ya fuera en Egipto, Mesopotamia o Corea, podías encontrar versiones primitivas de dados y fichas.
Por ejemplo, los chinos solían decorar huesos y conchas de animales. Alrededor del 1000 a.C., ya aparecen los primeros registros sobre casas de juego. Dichos establecimientos, similares a los casinos, organizaban las partidas, establecían las reglas y entregaban los premios. Schwartz señala que muchas invenciones de la humanidad, incluida la impresión de tipos móviles en el siglo XV, se realizaron para impulsar los juegos de azar.
A partir de 1650, la fiebre de los juegos de azar se diseminó por toda Europa. Una vez que los europeos estructuraron y fortalecieron su sistema bancario, los casinos adquirieron mayor relevancia. De hecho, la palabra casino proviene del italiano y significa el equivalente a “club social”.
La gloria de Montecarlo.
Por consenso general, se dice que el primer casino de la Edad Moderna surgió en Venecia. En este lugar, las personas ya solían acudir a plazas públicas para apostar en juegos de cartas y dados. Eventualmente, Francia sería cuna de muchos de los juegos que vemos actualmente en los casinos, como la ruleta.
Para el siglo XIX, Montecarlo se convirtió en el epicentro de los juegos de azar. Recibía tanto turismo de diversos rincones del mundo, portando sus propias monedas, que implementaron un sistema de fichas. Empezaron importando las fichas de marfil que producían en China desde el siglo XVIII.
Sin embargo, los jugadores tramposos adquirían el mismo modelo de fichas en las calles a un precio inferior. Después iban a los casinos y multiplicaban su dinero. Paulatinamente, los propietarios de esas casas de juego implementaron métodos cada vez más sofisticados para evitar la falsificación de las fichas.
Ascenso de Las Vegas.
En el Nuevo Mundo, específicamente en el actual territorio estadounidense, los nativos contaban con sus propios juegos. Tras la colonización inglesa, Nueva Orleans se convirtió en el primer paraíso para los juegos de azar. Los casinos en Las Vegas no se consolidarían sino hasta la década de 1940, ya en el siglo XX.
El Flamingo Las Vegas, hotel y casino inaugurado en 1946, estableció la pauta a seguir en el mundo de los casinos. La estética de estos lugares en el imaginario popular también surgió aquí: salones amplios y total ausencia de ventanas. Se dice que los casinos carecen de ventanas pues así el jugador pierde la noción del tiempo. Los propietarios argumentan que no ponen ventanas porque la luminosidad del Sol perjudica la visualización de cartas y pantallas en máquinas tragamonedas.
Historia de los juegos de azar en México.
En México, “los juegos de azar y juegos de apuesta” están prohibidos desde hace más de 80 años. Actualmente, compete totalmente a la Secretaría de Gobernación autorizar la instalación y operación de estos lugares. El 24 de junio de 1938, a través de un Decreto, el presidente Lázaro Cárdenas ordenó la abolición de los casinos en todo el territorio nacional.
El argumento de Cárdenas era que la propia naturaleza de esos establecimientos propiciaba el vicio, la organización de mafias y explotación por parte de apostadores profesionales. Los casinos que funcionan en México recibieron el aval del gobierno y están a expensas de la regulación por el Ejecutivo Federal. Esto es posible gracias a que la Ley Federal de Juegos y Sorteos no prohíbe explícitamente la existencia de casinos.
Cortesia de Escolta24 piernas locas
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