Entre los siglos XIX y XX, en pleno apogeo de la época victoriana, el Imperio británico alcanzó su máxima extensión, desde el Canadá a Nueva Zelanda, y desde las Malvinas a Hong Kong. Este dominio planetario fue obra en gran parte de soldados, exploradores o simples aventureros cuyo nombre aún evoca tiempos de epopeya: James Wolfe, Robert Clive, Cecil Rhodes, Lawrence de Arabia... A ellos hay que añadir un simple teniente que llegó a ser rey en Borneo: James Brooke, el rajá blanco de Sarawak.
Brooke nació en Benarés en 1803, hijo de uno de los jueces británicos que trabajaban para la Compañía de las Indias Orientales, que por entonces gobernaba en la India. A los doce años fue enviado a Inglaterra para estudiar en la escuela de Norwich, pero las inquietudes del joven Brooke eran más activas que lectivas. Se escapó de la escuela y sus padres, que se habían retirado en Bath, lo obligaron a estudiar en casa con tutores particulares. En 1819 regresó a la India y se enroló como teniente en el ejército privado de la Compañía de las Indias Orientales. Fue un tiempo de aventuras en el que Brooke se dedicó a la caza, a cometer locuras de juventud y a participar en varias de las batallas que poco a poco acabaron convirtiendo a la India en una colonia británica.
ESPÍRITU AVENTURERO
Durante la primera guerra anglo-birmana, en 1825, Brooke fue herido de gravedad en un pulmón y tuvo que regresar a Inglaterra para curar sus heridas. Algunos de sus primeros biógrafos situaron esta herida en los genitales, lo que daría una explicación plausible a su poco interés en las mujeres (nunca se casó y no tuvo descendencia legítima, aunque se le ha atribuido un hijo ilegítimo) y a que prefiriera la compañía de los hombres. Lo cierto es que su supuesta homosexualidad habría entrado en conflicto con la imagen del héroe romántico y audaz soldado que le confirió la conservadora sociedad victoriana.
Como quiera que fuese, su convalecencia se demoró hasta 1830. Como las normas de la Compañía de las Indias Orientales establecían que ningún empleado podía ausentarse de su puesto más de cinco años, cuando regresó a Asia se vio obligado a renunciar a su plaza en el ejército.
Brooke probó fortuna con el comercio con China, pero no logró enriquecerse. Regresó, de nuevo, a la casa paterna con las manos vacías. Poco después, en 1835, su padre murió, dejándole una fortuna considerable. Brooke la usó para comprar una goleta armada con seis cañones, la Royalist, con la cual, según sus propias palabras, "tanto podría presentar batalla como volar lejos del peligro". Con ella viajó por el Mediterráneo, atravesó el Índico y llegó a Singapur. En esta ciudad escuchó el relato de unos marineros británicos que habían naufragado en Sarawak, una región de la isla de Borneo bajo dominio del sultanato de Brunéi, y que habían sido ayudados por el rajá Muda Hashim, valido y tío del sultán Omar Ali Saifuddien II, quien les facilitó el regreso a Singapur. La historia despertó su curiosidad y su ambición.
EL SEÑOR DE SARAWAK
Brooke navegó hacia Sarawak con una carta del gobernador británico de Singapur, en agradecimiento por la ayuda prestada a los marineros. Al llegar a Borneo, Brooke exploró más de cien kilómetros de costa aún sin cartografiar. Remontó el río Sarawak hasta llegar a Kuching, donde se enteró de que Muda Hashim estaba intentando sofocar una rebelión local. Su gobernador había forzado a la población a trabajar en las minas de antimonio recién descubiertas, y uno de los jefes tribales de Sarawak se había alzado contra el gobierno. James Brooke se prestó a ayudar al rajá y puso a su servicio la goleta armada. Con la experiencia militar del inglés, la rebelión fue rápidamente aplastada. Brooke se ganó la confianza de Muda Hashim y del sultán combatiendo a los piratas que asolaban la costa.
En agradecimiento, fue nombrado nuevo gobernador de Sarawak, después de deponer al anterior. Con el tiempo, el sultán se dio cuenta del error de haber entregado un territorio tan rico a un extranjero y quiso deponer a Brooke, pero éste ya se había hecho fuerte en el gobierno y retuvo el control del país gracias al respaldo británico. En 1842, el sultán ratificó finalmente a James Brooke como rajá de Sarawak, convirtiéndolo en soberano de la región. Un año más tarde, y presionado también por los británicos, el sultán reconocía a Sarawak como país independiente: acababa de nacer el reino de Sarawak y su dinastía de rajás blancos. Brooke también se convirtió en el primer gobernador de Labuán de 1848 a 1852, después de que el sultán cediera a la Corona británica esta isla estratégica frente a la costa de Borneo.
Brooke eliminó la piratería –de manera quizá demasiado violenta, según sus críticos– y mejoró así el comercio en la zona. También terminó con las luchas tribales e intentó prohibir la tradicional caza de cabezas. Brooke y sus sucesores se distinguieron por el respeto a los indígenas, prohibiendo incluso la entrada a misioneros cristianos para asegurar el mantenimiento de las tradiciones. Se decía que en el jardín posterior del palacio de Astana, en Kuching, cultivaba la adictiva y estimulante nuez de betel, para ofrecerla fresca a los jefes dayaks de visita. El rajá blanco transformó toda la organización gubernamental de Sarawak estableciendo una especie de funcionariado copiado del Civil Service británico, con varios europeos en puestos clave que modernizaron rápidamente el país y sus instituciones.
CABALLERO DEL IMPERIO
Las hazañas de Brooke lo convirtieron en una celebridad en vida. En 1847, cuando regresó temporalmente a Inglaterra de visita, la reina Victoria lo agasajó nombrándolo caballero además de cónsul británico en Borneo. El reconocimiento también le vino del mundo científico: en 1855, el naturalista Alfred Russel Wallace (que visitó a Brooke en sus viajes por Malasia) bautizó una gran y bella mariposa con el nombre de Trogonoptera brookiana y cuatro años más tarde Joseph Dalton Hooker (el botánico amigo de Charles Darwin) dio el nombre de Nepenthes rajaha la mayor de las plantas carnívoras encontrada en Borneo.
Enfermo del corazón, Brooke regresó a Inglaterra en 1863. Ahí había comprado cuatro años antes Burrator House, una pequeña mansión en las afueras de Sheepstor, al borde de los páramos desolados de Dartmoor, en el sur de Inglaterra. Ahí se retiró tranquilamente hasta que murió de un ataque al corazón en 1868. Fue enterrado en una tumba de granito rojo cerca de la maciza torre de la iglesia gótica de Saint Leonard, en esa misma población, y junto a él yacen sus sucesores.
Sin descendencia legítima, James Brooke había nombrado heredero a su sobrino Charles, quien reinó en Sarawak hasta 1917, modernizando el país con varios edificios e infraestructuras que aún pueden verse en Kuching, la capital de sus dominios. A la muerte de éste lo sucedió su hijo Charles Vyner Brooke, quien promulgó una constitución que puso fin al absolutismo y dio más poder al Parlamento. El último de los rajás blancos de Sarawak cedió sus derechos a Gran Bretaña en 1946. Finalmente, la colonia sería integrada en la Federación de Malasia en 1963.
Durante cien años, los Brooke gobernaron como rajás blancos en Sarawak, eliminando la piratería, defendiendo los derechos de los indígenas y convirtiendo esta región en una de las más avanzadas y ricas de Borneo. Quizá sea difícil apreciarlo en la sencillez de sus tumbas de Sheepstor, pero en la isla aún recuerdan con nostalgia los grandes tiempos en los que los rajás blancos gobernaron Sarawak.
Cortesia del Aplana Calles de Acapulco
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