Esta es la historia de unos terraplanistas italianos cuyo viaje al “borde del mundo” no salió como lo habían planeado. Aunque el chusco evento sucedió en abril, los medios italianos empezaron a reproducir la historia la semana pasada. ¿Por qué? Desconocemos las razones, pero podría deberse a que en esa época Italia se encontraba en una estricta cuarentena tras el azote de la pandemia.
O tal vez las autoridades decidieron filtrar la información para disuadir a otros de realizar una misión similar que, además de ilegal, es extremadamente peligrosa. La pareja que protagonizó el viaje forma parte del minúsculo grupo que cree que la Tierra es plana.
Rumbo a Lampedusa.
Nadie sabe cómo llegaron a la conclusión de que el borde de la supuesta Tierra plana está en Lampedusa. Una pequeña isla del mar Mediterráneo ubicada a unos 230 kilómetros de Sicilia. Esta conclusión parece extremadamente ridícula si tomamos en cuenta que 130 kilómetros más adelante se encuentra Túnez. Y, hasta donde sabemos, los tunecinos viven en este plano terrenal. A menos que, por supuesto, una gran conspiración nos oculte algo.
Independientemente de nuestra opinión, esta pareja estaba convencida de que así eran las cosas y decidieron poner manos a la obra para confirmarlo. Si llegaban al borde del planeta, demostrarían de una vez por todas que la Tierra es plana.
Estos defensores del terraplanismo, originarios de la región de Véneto al norte de Italia, empezaron su épico viaje conduciendo en automóvil hacia el sur. Una vez que llegaron al puerto de Termini Imerese, en la zona norte de Sicilia, vendieron el auto. Pese a que no tenían el más mínimo conocimiento sobre navegación, compraron una embarcación y empezaron a navegar.
Lo admirable de esta pareja es la fe que tenían en su causa. Por eso dicen que la fe es ciega, pues tarde o temprano la cruda realidad los alcanzaría. Como ninguno sabía orientarse en el océano, terminaron navegando hacia la isla de Ustica.
Buscando el borde de la Tierra plana.
Ustica se ubica a unos 100 kilómetros al norte de Termini Imerese, mientras Lampedusa está al sur del territorio siciliano. Sí, la pareja navegó en dirección opuesta al plan original. Como si esto no fuera ya lo suficientemente malo, los incompetentes aventureros atracaron de milagro en la isla. La prensa local informó que la pareja arribó al puerto de Ustica “sedienta, cansada y con el riesgo de naufragar”.
Personas como Salvatore Zichici, un médico del departamento marítimo del Ministerio de salud de Italia, se mostraron sorprendidos por estos pseudo-marineros. “Lo chistoso es que se orientaron con una brújula, instrumento que basa su función en el magnetismo terrestre, principio que todos los terraplanistas deben rechazar”, comentó para La Stampa.
¿Cómo este par de tontos, que ni siquiera podían leer una brújula, logró sobrevivir?
Igual de estupefacto que Zichici resultó el alcalde de Ustica, los carabinieri y la guardia costera. Pues con la cantidad de leyes que infringieron no era para menos. No olvidemos que en abril Italia se encontraba en una cuarentena estricta mientras la nueva enfermedad azotaba al país. Entonces, estaba estrictamente prohibido que zarpara una embarcación desde el área continental hacia Ustica sin previa autorización.
Desafiando a la justicia.
Tras recibir atención médica, la pareja fue escoltada hasta Palermo. Una vez allí, les impusieron una cuarentena de 15 días a bordo de la embarcación. Pero, no les pareció correcto y decidieron escapar. Tomaron la embarcación y regresaron al mar, pues la última vez que navegaron resultó un rotundo éxito.
Afortunadamente, el capitán del puerto de Palermo logró detenerlos cerca de las costas de Sicilia. En ese momento la autoridad concluyó que mantener a los aventureros en su barco no era buena idea. Los llevaron a tierra y los pusieron en cuarentena una vez más, pero volvieron a escapar.
Tras una serie de acontecimientos poco claros, la pareja finalmente regresó en un viaje por tierra a su casa. Ojalá que jamás lo vuelvan a intentar, aunque parece que no aprendieron la lección.
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