Un gigantesco asteroide que impactó a la Tierra hace 66 millones de años provocó un cambio climático radical. El poderoso evento equivaldría a la energía liberada en la detonación de mil millones de bombas nucleares. Las rocas fueron vaporizadas al instante y los cielos se volvieron opacos por la abundante ceniza, que gradualmente se depositó en la superficie.
Mapeando el clima de la Tierra.
La flora y fauna de aquella época sufrieron una extinción masiva, pero unos diminutos protistas ameboides que habitan en el mar, denominados foraminíferos, siguieron reproduciéndose y lograron subsistir. La evidencia puede constatarse en el registro fósil de esta especie, plasmado sobre el calcio de sus conchas.
Los foraminíferos son considerados el grupo más importante de microfósiles marinos, especialmente porque han permitido a los científicos hacer descubrimientos sobre la temperatura de los mares y la concentración de carbono en la atmósfera prehistórica.
El pasado 10 de septiembre, una publicación en la revista Science reveló la imagen más detallada del clima en la Tierra hace decenas de millones de años. Tras analizar los componentes químicos en miles de foraminíferos, los investigadores concluyeron que la humanidad está al borde de un abismo en el cambio climático.
Esta investigación resume décadas de expediciones para perforar en el océano profundo. También incluye un informe detallado sobre los cambios climáticos desde el comienzo de la Era Cenozoica (cuando los dinosaurios empezaron a extinguirse), hasta el actual calentamiento global promovido por la actividad humana.
La preocupación del cambio climático acelerado.
El informe propone que nuestro planeta oscila entre cuatro fases de clima: Warmhouse (casa cálida), Hothouse (casa caliente), Coolhouse (casa fresca) y Icehouse (casa helada). Dichas oscilaciones se producen por cambios orbitales en el planeta, variaciones en el índice de gases en la atmósfera y el tamaño de los casquetes polares.
Lo más preocupante es el gráfico que aparece al principio de esta publicación, pues contiene proyecciones pésimas para nuestro futuro. Los investigadores señalan que el calentamiento global provocado por la actividad humana superó por mucho a las variaciones naturales que se produjeron en el Cenozoico. Es muy probable que los humanos llevemos al planeta de una extensa fase Icehouse directamente a una Hothouse. ¿Cuáles son las implicaciones reales de esta afirmación?
«Al comprender la variabilidad natural del clima, es posible concluir que el calentamiento antropogénico proyectado será muy superior a lo que se creía», señaló James Zachos, colaborador del estudio y profesor en la Universidad de California.
«Las estimaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) para el año 2300 en un escenario ‘típico’ y sin intervenciones, probablemente llevarán la temperatura global a un nivel que el planeta no ha visto en los últimos 50 millones de años».
Rumbo a hothouse.
La creación del mapa climático se realizó a partir de las perforaciones sobre rocas marinas en las últimas décadas, lo que permitió extraer sedimentos repletos de foraminíferos con millones de años de antigüedad. Estos microscópicos protozoarios han vivido en la Tierra desde hace mil millones de años.
Las cantidades de isótopos de carbono y oxígeno presentes en las muestras permiten conocer el clima que prevalecía en la época donde los foraminíferos se convirtieron en fósiles. Las diferencias entre los isótopos de oxígeno-18 y oxígeno-16 revelan la temperatura del océano durante la época de formación de las conchas. Entre más isótopos se encuentren, más fría era el agua.
El carbono-13 y carbono-12, que los protozoarios adquirieron a través de la alimentación, revelan los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, uno de los gases que promueve el efecto invernadero. Como hablamos de un período extremadamente largo, los investigadores tuvieron la precaución de considerar las alteraciones en la órbita de la Tierra y su impacto en la cantidad de luz solar que incidía sobre la región, fenómeno que influye directamente en las temperaturas.
Sin embargo, el equipo determinó que los cambios en la órbita del planeta apenas produjeron alteraciones en las temperaturas. Por otro lado, cuando se presentaban alteraciones en los índices de gases de efecto invernadero los cambios del clima eran enormes.
En este análisis el equipo observó que aproximadamente diez millones de años después que los dinosaurios desaparecieran, nuestro planeta dio un brinco de un estado warmhouse a hothouse. Se desconocen las razones, pero creen que tuvo que ver con la enorme cantidad de carbono expulsado por los gigantescos volcanes al norte del Atlántico.
Esto coincide con el enfriamiento observado en los siguientes veinte millones de años, cuando la Antártida empezó a acumular nuevas capas de hielo. El planeta se enfriaba y regresaba a su estado warmhouse, con temperaturas de 4°C por arriba del promedio actual.
Un futuro trágico.
Hace unos tres millones de años el planeta se congeló y pasó al estado icehouse. Pero, el calentamiento global generado por la actividad humana produce un aumento en las temperaturas no visto en las últimas decenas de millones de años.
Los científicos están preocupados, pues este incremento supera por mucho a los cambios naturales generados por las alteraciones en la órbita del planeta. Si no frenamos el calentamiento global reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, en poco tiempo las temperaturas alcanzarían a las observadas hace 50 millones de años, cuando los mega-volcanes arrojaban cantidades dantescas de carbono a la atmósfera.
Ir de icehouse a hothouse debería tomarle al planeta millones de años, pero es probable que acontezca en unos cuantos siglos.
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