Uno de los recursos más efectivos, simples y baratos que posee la humanidad en la lucha contra la Covid-19 son los cubrebocas. Sin embargo, una gran cantidad de personas sigue rehusando a llevar cubrebocas en público. Y parece que no hay voluntad humana capaz de convencerlas de lo contrario.
Parecen no darse cuenta que esta crisis de salud pública sólo se alarga y empeora por la estupidez de ciertos individuos, que ponen a los demás y a sí mismos en riesgo. ¿Qué actitud debería tomar el Estado frente a este tipo de conductas? ¿Cómo proporcionar un castigo a estos individuos que los obligue a cumplir las reglas ante la gravedad de la situación?
En la isla de Java, una región de Indonesia, el gobierno castigó a ocho individuos anti-cubrebocas de forma ejemplar. Los obligó a cavar tumbas de personas que murieron a causa de la Covid-19.
En Java Oriental, los ciudadanos que se niegan a portar cubrebocas en espacios públicos se hacen acreedores a una multa o deben cumplir con servicio comunitario.
Los ocho infractores, residentes de la regencia de Gresik, recibieron el castigo por órdenes de Suyono, jefe en el distrito de Cerme. «Solo contamos con tres sepultureros disponibles, por lo que consideré poner a estas personas bajo sus órdenes», declaró Suyono en una entrevista para un periódico local. «Esperemos que esto genere un efecto disuasivo contra las violaciones a las medidas».
Los infractores fueron obligados a trabajar para los sepultureros de la localidad.
Quizá parezca una medida extrema, pero el número de contagios no deja de aumentar en el país. En Yakarta, el gobierno tuvo que aumentar las restricciones para frenar los contagios. Actualmente, Indonesia sólo permite el funcionamiento de once sectores esenciales y redujo el porcentaje de los contingentes al 50%.
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