Hoy conoceremos la macabra práctica del Sati: uno de los rituales funerarios más brutales y atroces registrados en la historia. Los humanos guardamos una fascinación especial por la muerte, y la muestra de ello son los numerosos rituales vinculados al tema. Prácticas que podemos encontrar en el vasto universo antropológico desde hace miles años.
Sin embargo, no hay que limitarnos a aquellos rituales que buscaban honrar la memoria de los muertos, pues también inventamos prácticas que buscan a la propia muerte. Desde las tribus más remotas hasta las grandes civilizaciones, muchos rituales de muerte surgieron en las mentes de los hombres del ayer y del presente.
Hablar de rituales a menudo nos hace pensar en la ilegalidad pues, dependiendo de las leyes involucradas, estás prácticas resultan invasivas, macabras, fanáticas y bárbaras.
La macabra práctica del Sati.
La práctica del Sati (en sánscrito सती) toma el nombre de una deidad homónima del hinduismo. Es irresponsable intentar comprender una práctica tan macabra sin antes, al menos superficialmente, asimilar el complejo panteón hindú y las costumbres religiosas y filosóficas más arraigadas de las culturas que la practican.
Origen mitológico del ritual.
Sati es la personificación de Prakriti. Esta deidad representa un concepto abstracto difícil de entender. Sin embargo, para simplificar las cosas podemos asociarla con el concepto de «fuerza motriz esencial», o lo que muchos conocen como «naturaleza». Es deseo de Brahmā, creador del Universo, que esta «naturaleza» adquiera características humanas.
Por eso, en el hinduismo Sati aparece como hija de Daksha (uno de los hijos de Brahmā) y Prasuti. La expectativa es que Sati se convierta en esposa de Shiva, una de las deidades masculinas más importantes de esta religión. Sin embargo, Daksha se opone a esta unión. Es precisamente esta negativa del padre lo que origina la práctica del Sati.
Durante un ritual de sacrificio llamado Yajña, Daksha no invita a Sati y Shiva. Sin embargo, Sati decide presentarse y confrontar a su padre de una vez por todas. La discusión se sale de control y padre e hija terminan peleándose. Sati se siente profundamente decepcionada por el comportamiento de su padre, y esto la lleva a sacrificarse ardiendo desde las entrañas. En otra variante de la leyenda señalan que Sati se arroja a las piras creadas para el Yajña.
Mientras esto sucedía, Shiva meditaba en el monte Kailash donde se entera de la tragedia. La sed de venganza lo hace crear a Virabhadra, un demonio que aniquilará a todos aquellos que se opusieron a Sati y Shiva. El propio Daksha termina decapitado por este ser.
Sati: antiguo ritual funerario.
Obviamente, el mito y las leyendas de Sati van mucho más allá de su inmolación. Sin embargo, con este fragmento es suficiente para asimilar el origen del ritual. Aunque el episodio antes descrito forma parte de la mitología, originó la macabra práctica del Sati.
Los primeros registros de este ritual funerario se remontan al año 510 a.C. Una referencia al ritual apareció en una estela descubierta en las ruinas de la antigua ciudad de Eran, un sitio arqueológico ubicado en el estado indio de Madhya Pradesh.
¿Qué implica la práctica del Sati?
El ritual consiste en que, tras la muerte del esposo, la viuda se arroje viva a las llamas de la pira funeraria instalada para incinerar el cadáver del cónyuge. Hablamos de un suicidio ritual que promueve una inmolación real. Y desde la antigüedad se registraron múltiples versiones «no oficiales» del Sati.
Por ejemplo, al norte de la India ataban a la viuda a un poste para quemarla viva. Instalaban un brasero hecho de bambú y madera rellena con sustancias grasas, para que la combustión fuera mucho más eficiente y duradera.
En la región de Bengala, más específicamente a orillas del río Ganges, desarrollaron su propio ritual del Sati. Ataban a la mujer al cuerpo de su difunto esposo, rociaban con sustancias inflamables y a continuación encendían un brasero de paja y palma. Y en otras regiones de la India el brasero era sepultado.
El sacrificio ritual de las viudas en la India.
El sacrificio de una viuda es, sin lugar a dudas, un acto supremo de devoción conyugal. Es innegable que hablamos de un suicidio, pero la idiosincrasia de la cultura en la India no considera apropiado el término. De hecho, las mujeres ven la práctica del Sati como una forma de redención social y motivo de orgullo. No todas pueden aspirar a este sacrificio, y las que se inmolan se consideran merecedoras de su destino.
La práctica del Sati se generalizó en todas las castas sociales de la India. Sin embargo, como las propiedades de la viuda terminan heredadas a la familia del difunto esposo, el Sati es socorrido por la cúpula social, especialmente entre soldados y sacerdotes.
Prohibición de la práctica.
Por supuesto, no todos en la India respaldan esta práctica. Los musulmanes, Sikhs y muchos hindúes rechazan o prohíben la práctica del Sati pues la consideran salvaje e inútil. A medida que la cultura en la India tomó influencias de Occidente (no olvidemos que toda la región sirvió como colonia a los países europeos más importantes), la práctica del Sati se prohibió gradualmente.
En 1829, el gobernador de Bengala, Lord William Bentinck, abolió la práctica del Sati con el respaldo de Ram Mohan Roy, una de las figuras más influyentes del reformismo en la India.
Irónicamente, la prohibición del ritual generó un efecto indeseado. En algunas zonas de la India, sobre todo en aquellas donde prevalece el analfabetismo, la macabra práctica del Sati está vigente. Muchas veces, las viudas son coaccionadas por la población y obligadas a sacrificarse.
Registros en los últimos años.
Entre 1813 y 1828, según consta en los registros de la Compañía Británica de las Indias Orientales, se estima que 600 viudas se inmolaban cada año. Probablemente sean cifras muy conservadoras, pues la práctica ritual estaba ampliamente extendida en la India.
La práctica disminuyó paulatinamente desde la prohibición en 1829. Entre 1947 y 1950 se documentaron alrededor de 55 casos, pero se tuvieron reportes de casos desconocidos o interrumpidos que podrían subir esa cifra. Como sucedió en los años posteriores a la abolición del Sati, la práctica sigue vigente en zonas pobres y remotas de la India.
Algunos casos han generado polémica, incluso a nivel político, sobre la legitimidad de una práctica funeraria arraigada en las tradiciones y normas sociales más profundas de la India.
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