La Segunda Guerra Mundial fue uno de los conflictos más transformadores en la historia de la humanidad. Impulsada por la desesperación, la creatividad de algunos humanos llevó a gestar un número considerable de invenciones que cambiaron al mundo. Sin embargo, muchas de estas invenciones que aparecieron en tiempos de guerra van más allá de lo extraño. A continuación te presentamos cinco de las más extrañas armas empleadas en la Segunda Guerra Mundial.
Cuando los tanques alemanes rodaban a toda marcha sobre territorio ruso a finales de 1941, los soviéticos simplemente carecían de suficientes armas antitanques para frenar el avance del enemigo. Sin embargo, vieron en los perros una posibilidad para hacer frente a la invasión.
Escondiendo comida bajo los tanques alemanes que habían sido capturados, los soviéticos esperaban entrenar a los perros para que se arrastraran bajo estos vehículos, activando explosivos que portaban en el lomo y que destruirían por completo a las peligrosas unidades alemanas.
Sin embargo, la idea no funcionó tan bien en el campo de batalla. Mientras que algunos perros lograban sacar de la jugada a los tanques, muchos otros instintivamente regresaban corriendo a las líneas soviéticas, activando los explosivos justo ahí. Pese a esto, el fuego amigo aparentemente era algo aceptable para los rusos, pues siguieron entrenando perros antitanques hasta 1996.
El spray “Who? Me?”.
“Who? Me?” fue el nombre que recibió un compuesto químico desarrollado por la Oficina de Servicios Estratégicos de los Estados Unidos – el nombre previo de la CIA – durante la Segunda Guerra Mundial. Fue diseñado para oler como materia fecal, y la idea era que miembros de la resistencia francesa sigilosamente rociaran a oficiales alemanes con el spray, con el único fin de humillarlos.
Sin embargo, a menudo las pruebas demostraban que el perpetrador terminaba apestando mucho peor que el objetivo y la idea fue descartada. Desde entonces, los Estados Unidos tuvieron mejor suerte con el “US Government Standard Bathroom Malodor”, una combinación tan desagradable de olores que las personas expuestas a menudo empiezan a gritar. Hasta la fecha se mantiene como parte del arsenal no letal del ejército estadounidense.
El cañón de viento de Hitler.
Ciertamente, la era nazi fue conocida por el desarrollo armamentista y la obsesión por crear armas asombrosas. Y entre esas armas que intentaron crear, hay una que figura particularmente por su extrañeza: el cañón de viento.
El cañón de viento no era otra cosa que un dispositivo que usaba un explosivo químico para lanzar una ráfaga de aire y vapor de agua al cielo, generando condiciones similares a las de una turbulencia grave en las aeronaves. Hitler tenía la esperanza de utilizar este cañón para derribar a los bombarderos aliados que hacían añicos su maquinaria de guerra.
Los primeros experimentos mostraron que el cañón podía destrozar tablones de madera a una distancia significativa, pero la guerra terminó antes que pudieran probarlo en el campo de batalla.
La bomba murciélago.
El plan tras la “bomba murciélago” implicaba arrojar a millones de murciélagos sobre las ciudades japonesas, donde harían nido bajo los techos de las construcciones. En cada pata de estos murciélagos existiría un pequeño contenedor con napalm y un dispositivo temporizador para activarlo.
En determinado momento, los murciélagos se encargarían de incendiar todos esos lugares donde fueron desplegados. Pese a algunos incidentes menores cuando los murciélagos fueron incendiados en una base militar estadounidense, la mayoría de los planificadores concluyeron que sería un arma efectiva. Afortunadamente para los murciélagos, el proyecto de la bomba atómica vino a hacer innecesaria la existencia de la “bomba murciélago”.
La bomba guiada Okha.
El Okha fue un avión diseñado de forma ardía por los japoneses para maximizar la efectividad de los ataques kamikaze. Equipado con una ojiva masiva, el Okha era transportado hasta el campo de batalla por un bombardero. Una vez desplegado en el aire, el piloto iniciaba un cohete de tres etapas, convirtiendo a la aeronave en un misil guiado. Debido a su poco éxito, el Okha tuvo un impacto imperceptible en la guerra y los soldados estadounidenses lo apodaron “Baka”, o “idiota” en japonés.