¿Tu perro realmente tiene afecto por ti o solo te ve como un medio para llegar a un tazón lleno de comida? Nuestros perros se transformaron en esas cosas tiernas que son hoy debido a la selección, hace muchos años, de los lobos con los rasgos más inofensivos que caminaban con los grupos de humanos. La ventaja evolutiva es evidente: los humanos representamos una fuente ideal de protección y alimentación. Sin embargo, un grupo de especialistas de la Universidad de Emory decidió investigar si la relación entre humanos y perros va más allá de las necesidades básicas de los animales.
Para llegar a una conclusión se entrenó a un grupo de 15 perros para pasar por una resonancia magnética – si ya es difícil para un humano mantenerse quieto en una de estas máquinas, imagina para un perro. Mientras escaneaban sus cerebros, los investigadores les mostraban a los animales tres juguetes diferentes, cada uno previamente asociado con un resultado distinto.
Cuando un pequeño camión rosa aparecía durante 10 segundos, ellos sabían que lo próximo era una recompensa de comida. Si aparecía un muñeco azul, el dueño lo alagaba con frases como “buen chico” y, finalmente, un peine que no representaba ningún tipo de recompensa.
Cada animal atravesó la prueba 32 veces. Su actividad cerebral variaba poco cuando aparecía el peine, una señal de que comprendían que no sucedería nada a continuación. Sin embargo, una explosión de actividad neural tenía lugar cuando sabían que estaban próximos a recibir comida o el cariño de su dueño.
Solo dos perros mostraron mayor actividad cerebral antes de recibir comida que los elogios del dueño. Para nueve animales, los estímulos resultaban equivalentes. Pero para cuatro perros, los elogios de su dueño generaron una actividad neural mucho mayor.
Después, los investigadores realizaron una segunda prueba. Pusieron a los perros en un pasillo que llevaba a dos caminos distintos. Al final de un camino había un tazón lleno de comida, y al final del otro el dueño sentado de espaldas, listo para alagarlo.
La elección de los perros repitió el patrón de la resonancia magnética. Aquellos que tenían explosiones de actividad neural cuando recibían los elogios de su amo, salieron corriendo hacia él un 90% de las veces.
Para los científicos, esto significa que los perros no están motivados solo por la comida, sino que manifiestan reacciones cerebrales intensas a la interacción social con sus dueños. En el experimento, la recompensa cerebral del elogio tenía un valor mayor o igual para los animales que tomar un bocadillo.
Como la excepción que justifica la regla, solo un perro eligió comida el 100% de las veces, en todos los experimentos: Ozzie. Según Gregory Burns, uno de los autores del estudio, “el dueño de Ozzie comprende sus elecciones y a pesar de ello lo ama”. Este caso, para los investigadores, muestra que la sociabilidad de los perros es un rasgo individual y variable como en los humanos.
Ozzie no sería más que una versión perruna de esas personas que prefieran una rebana de pizza a un buen rato con otra persona.