El comportamiento humano puede ofrecer multitud de señales e indicadores sobre lo que está pasando entre nuestras dos orejas, y esto es tan cierto que incluso partiendo del sentido del humor de un individuo es posible descubrir algunos desequilibrios psicológicos o neurológicos. Échales un vistazo a estas seis situaciones y sus posibles causas.
6 – Dificultad para entender el sarcasmo.
Procesar un comentario sarcástico no es tan sencillo como aparenta. Primero se debe analizar el contexto, el tono de voz y el lenguaje corporal del interlocutor. Por ejemplo, los niños pequeños tienen más dificultad para captar un sarcasmo que los adultos.
Investigadores de la Universidad de California en San Francisco encontraron que a los individuos con demencia frontotemporal (DFT) se les dificulta entender el sarcasmo. Otras condiciones como el autismo, las lesiones cerebrales, esquizofrenia e incluso los accidentes cerebrovasculares pueden encontrarse tras una dificultad para comprender este tipo de humor.
5 – No disfrutar del humor.
Los psicólogos han notado que los adictos al trabajo pierden de forma gradual su habilidad para apreciar o crear humor. El sentido del humor de estas personas tiende a activarse con humor negro o despreciativo que, de forma totalmente subconsciente, puede tener como función alejar de una conversación aquellos temas relacionados con el trabajo.
Los matrimonios de los workaholics tienden a culminar en divorcios, y los hijos de estos tienen una mayor propensión a padecer depresión en la adultez. En las etapas avanzadas de la adicción al trabajo, las personas pierden por completo su habilidad de disfrutar cualquier tipo de humor. Se convierten en una montaña de quejas ambulante.
4 – Reírse solo de los demás y nunca de uno mismo.
Aquellos que padecen trastorno de personalidad narcisista son capaces de apreciar únicamente un tipo muy específico de humor: aquel que no tiene nada que ver con ellos. Dicho de otra forma, son incapaces de reírse de sí mismos, y se lo toman muy en serio. La más mínima observación que no sea positiva sobre estas personas suele terminar con una reacción exagerada.
Un hecho curioso sobre este padecimiento es que los estudios han confirmado que esos haters que frecuentan la sección de comentarios de los sitios en Internet generalmente son narcisistas, pero también pueden tener indicios de psicopatía y sadismo.
3 – Falta de sentido del humor.
El humor es algo subjetivo. Para que una broma o chiste te resulte gracioso, antes tiene que ser confrontado con tus valores y creencias personales. Eso quiere decir que si experimentas una situación constante de mentira sobre tus valores y creencias, nada más te parecerá gracioso. Esto puede verse en aquellas personas desilusionadas con la vida.
Un estudio llevado a cabo por Robert Lynch, antropólogo y comediante de stand-up, evaluó las reacciones a las bromas en un grupo de alumnos universitarios. Para saber si las reacciones eran sinceras, se recurrió a un sistema de códigos de acción facial.
Así, Lynch confirmó su hipótesis de que aquellas personas más desilusionadas con la vida tenían menos risas auténticas. Eso no quiere decir que estas personas no sonrían o rían, sino que simplemente no son sinceras.
2 – Hacer mofa del dolor ajeno.
Este punto, de hecho, no aborda un trastorno mental sino una extraña reacción que la mayoría de las personas tiene. ¿Cuántas veces te has reído de la desgracia ajena? ¿Has sentido que te vas a ir al infierno por eso? No te preocupes, es algo normal.
En el año de 1961, el psicólogo Stanley Milgram de la Universidad de Yale hizo un estudio poco convencional: hizo creer a los participantes de la investigación que estaban proporcionando choques eléctricos cada vez más fuertes a otras personas. Siempre que presionaban un “botón del dolor”, muchos voluntarios terminaban riendo a carcajadas. “Eran risas que parecían fuera de lugar, incluso extrañas”, dijo el psicólogo.
Al estudiar estas risas, Milgram se dio cuenta que no eran de alegría, sino de nerviosismo. De forma inconsciente, los participantes reían para intentar convencerse a sí mismos y a aquellos a su alrededor que la situación era mucho mejor de lo que aparentaba.
1 – Obsesión por los chistes.
A lo largo de cinco años un paciente, apodado “Derek” por la comunidad científica, mostró una obsesión tan enorme por los chistes que llegó al punto de despertar a su esposa en la madrugada para compartirle sus nuevas creaciones. Incómoda por este extraño cambio en el comportamiento de su esposo, la mujer decidió acudir al médico. En el hospital descubrieron que el paciente tenía dos derrames que habían dañado sus lóbulos frontales.
La compulsión por los chistes es llamada Witzelsucht. En el caso del paciente, la damnificación en las áreas de procesamiento analítico provocaron que los chistes más simples le dejaran de resultar graciosos, y de la misma forma tampoco podía entender chistes más complejos o sutiles.