Una renuncia silenciosa es el abandono del empeño constante en el trabajo para hacer lo mínimo requerido. En inglés se le conoce como “quiet quitting”, y sus adeptos argumentan que es una respuesta natural a la abusiva cultura laboral implementada por el capitalismo. Evidentemente, también tiene sus detractores.
Entre los miembros de la OCDE, México destaca como el país que más horas destina al trabajo. En promedio, cada mexicano trabaja 2,137 horas al año. Muy por arriba de la media de 1,730 horas anuales que informan los otros países de la organización. Para muchos, resulta habitual llegar a casa extenuados tras hacer algunas horas extras en el trabajo.
Pero las obligaciones laborales no terminan ahí, pues hay que seguir contestando llamadas, respondiendo correos electrónicos o discutir asuntos laborales completamente fuera de horario. Es esta clase de injusticia lo que motivó en TikTok la tendencia de la renuncia silenciosa. En lugar del típico abordaje “workaholic” que busca maximizar la productividad a toda costa, esta idea promueve una reflexión sobre la relación que tenemos con el trabajo.
Renuncia silenciosa: «hacer lo mínimo para que no te despidan».
Cada vez más personas se deshacen de su obsesión con la productividad y abrazan la cultura del esfuerzo mínimo, al menos en el ámbito laboral. Ahora, en lugar de quedarse a hacer horas extras, abandonan su lugar de trabajo apenas el reloj marca el horario estipulado en el contrato. Se desatienden completamente de las notificaciones, llamadas y correos electrónicos de sus empleadores hasta que inicia su próximo turno. Es así como un adepto a la renuncia silenciosa se limita a hacer el trabajo para el que se le contrató sin ningún esfuerzo adicional.
Evidentemente, esta clase de táctica laboral existe desde hace siglos. Sin embargo, contraria a la tendencia de productividad, competencia y esfuerzo máximo que veíamos hasta hace unos años. Maria Kordowicz, profesora de comportamiento organizacional en la Universidad de Nottingham, sospecha que la renuncia silenciosa es consecuencia natural del efecto que tuvo la pandemia en nuestras vidas.
Sensación de libertad para los trabajadores.
Y es que la normalización del Home Office proporcionó a los empleados una mayor sensación de libertad. “La búsqueda de un significado se hizo mucho más obvia. La pandemia vino a recordarnos que somos mortales, una situación existencial donde nos vimos obligados a pensar: ‘¿qué debe significar el trabajo para mi vida? ¿Cómo desempeñar un rol más equilibrado con mis valores?’”, explica Kordowicz.
En el mercado laboral, la renuncia silenciosa no es el único fenómeno promovido por la pandemia. El año pasado te hablamos sobre la Gran Renuncia, que arrasó a varios países provocando una seria escasez de mano de obra a nivel local. Además, la tendencia “Ya no sueño con el trabajo” (I no longer dream of labor), también se popularizó a últimas fechas en redes sociales. Los usuarios, la mayoría jóvenes, comparten que simplemente no tienen o buscan un empleo de ensueño.
La juventud en China está adoptando una tendencia semejante denominada tang ping. Básicamente, los jóvenes chinos están empezando a rechazar la cultura de la competencia laboral, el trabajo excesivo y el consumismo para “echarse a dormir”. El fenómeno preocupa al gobierno, pues aunado a la reducción de la población generaría una caída en la productividad que afectaría seriamente a la economía china.
El asunto del tang ping resulta tan grave, que el gobierno ya prohibió en redes sociales los hashtags sobre el tema. Además, varios grupos donde se discutía fueron cerrados.
Casos de renuncia silenciosa.
“Abandoné mi carrera de 14 años como asistente social en septiembre. Carecía de ambición para subir peldaños y sentí que no llegaba a ningún lado. No hacía lo mínimo, solo hacía mi trabajo y no me esforzaba demás”, revela la estadounidense Natalie Ormond. Finalmente, esta mujer pasó de una renuncia silenciosa a una renuncia total. “Al final, sentí que estaba desconectada mentalmente con mi trabajo y experimenté algo de culpa”, explica. Por eso, Ormond renunció para dedicarse de lleno a su propio negocio.
Maggie Perkins, una maestra de secundaria, dice que renunció silenciosamente durante cinco años, apenas asumió el cargo. “Sin importar lo mucho que me dedique al trabajo, no existe un sistema que incentive el crecimiento y reconozca el esfuerzo. Si no renunciaba silenciosamente, sufriría de burnout”, señala.
Argumentos contra la renuncia silenciosa.
Mientras algunos consideran que la renuncia silenciosa es una forma de empoderamiento que permite equilibrar saludablemente el trabajo y la vida personal. Para otros, la tendencia está sujeta a múltiples interpretaciones.
“La renuncia silenciosa me parece una práctica pasivo-agresiva. Si sufren de burnout, deben abordar el tema de forma seria y honesta. El simple hecho de decir ‘voy a hacer lo mínimo requerido porque tengo ese derecho’ no contribuye a nada. No hay nada más triste que desperdiciar la vida haciendo un trabajo que no nos gusta y con el que no nos sentimos comprometidos”, opina el coach profesional Matt Spielman.
Para otros, como el especialista en recursos humanos Nikki Miles, el concepto es algo confuso. “La primera vez que leí sobre la renuncia silenciosa me pareció ridículo. Pues esto significa que debemos hacer más de lo que nos pagan por hacer, y que de alguna forma resultará benéfico para nosotros. Para mí no tiene sentido. Hacemos el trabajo por el que se nos paga y hacer más no debería ser una exigencia”.
Mientras tanto, Gabrielle Judge, que trabaja en una empresa de tecnología, muestra preocupación por el impacto que tienen las personas que practican renuncia silenciosa en el resto del equipo. “Algunos ven esto como un distanciamiento pasivo-agresivo, pero no se traduce en una victoria para todos los trabajadores. No siempre se trata sobre ti. Estás en un departamento y perteneces a un equipo”, critica Judge.
Los empleadores están preocupados.
Un movimiento en el que los trabajadores, especialmente jóvenes, buscan realizar el mínimo esfuerzo resulta preocupante para los empleadores. Sobre todo, después que un informe de Gallup concluyera que la insatisfacción con el trabajo produce pérdidas globales de 7,800 millones de euros al año.
“La renuncia silenciosa no se trata de abandonar el trabajo, es un paso para renunciar a la vida. Como empleadora me fascina que durante las entrevistas los prospectos digan ‘doy el 100% cuándo trabajo y estos son mis límites’. Es algo muy diferente a decir ‘hago lo mínimo posible’”, crítica Arianna Huffington, fundadora del Huffington Post.
¿Qué opinas al respecto, consideras una buena idea la tendencia de la renuncia silenciosa? Quizás, si los patrones se interesaran más en sus empleados y les permitieran hablar abiertamente de lo que se podría mejorar, esta clase de propuestas no tendrían tal aceptación. Solo así dejarán de sentirse explotados y cambiarán su frustración por un sentido de pertenencia a la empresa. Será interesante ver cómo evoluciona este fenómeno en los próximos años.
Nota cortesia de Gabriel "el chambitas light" Comunista
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