La adicción a redes sociales entre adolescentes prevalece en aquellos con una familia económicamente desfavorecida. Así lo concluyó un estudio titulado “¿Un mundo igualitario podría reducir el uso problemático de redes sociales?”, publicado recientemente en la revista Information, Communication & Society. Sin embargo, este análisis va mucho más allá de establecer un vínculo entre la desigualdad económica y el uso problemático de plataformas como Facebook, Instagram y WhatsApp.
El estudio también señala que la situación empeora en las escuelas donde se presentan diferencias sociales y adquisitivas entre compañeros. “Conforme la brecha digital se sigue reduciendo en muchos países, persisten las desigualdades económicas como factor social robusto de la salud y bienestar entre adolescentes”, señala Michela Lenzi, investigadora de la Universidad de Padua y autora principal de la investigación.
El estudio contó con la participación de más de 179 mil jóvenes de entre 11 y 15 años en 43 países. Durante la recolección de datos, los investigadores solicitaron a los jóvenes rellenar cuestionarios para identificar comportamientos que apuntaran a un uso adictivo de redes sociales. Entre las preguntas a responder estaban: sentirse mal al no usar la red social, no poder pasar menos tiempo en la red social a pesar de intentarlo y usar la red social para huir de sentimientos negativos.
Uso problemático de redes sociales entre adolescentes.
Aunque estuvieron supervisados al interior de un aula, los voluntarios hicieron los cuestionarios de forma anónima. Cualquier joven que sumó más de cinco aciertos asociados a la adicción se etiquetó como practicante del uso problemático de redes sociales (PSMU, por sus siglas en inglés). Se trata de comportamientos negativos entre los que destaca la incapacidad para reducir el tiempo de navegación o mentir a familia y amigos sobre el tiempo destinado a estas plataformas sociales.
Posteriormente, los voluntarios debieron rellenar un cuestionario sobre bienes materiales y actividades domésticas o familiares. Con esta información los investigadores buscaban estimar el índice de vulnerabilidad de los jóvenes. Por ejemplo, les preguntaron el número de habitaciones que tenían en casa o los días de vacaciones fuera del país en el último año.
También midieron la riqueza de los tutores y el apoyo social que recibía la familia, además del nivel de ayuda proporcionado por parientes y amigos. Finalmente, tomaron en cuenta la proporción de la población que tenía acceso a Internet en cada país.
La interpretación de una falsa realidad.
Según los resultados, los adolescentes en situación de pobreza que asisten a escuelas económicamente desiguales son más propensos a manifestar PSMU. Pero, la influencia de los padres o de sus amigos también resultó relevante. Se estableció un vínculo entre la desigualdad de ingresos por país y el PSMU, mismo que solo estaba presente entre adolescentes que informaron bajos niveles de apoyo familiar.
Esta asociación entre el uso problemático de redes sociales y la pobreza puede tener muchas razones. De hecho, en el estudio manejan la teoría de que compartir imágenes o vídeos repercute especialmente entre los adolescentes más vulnerables. Y es que se trata de aspectos asociados al poder y estatus.
Los autores consideran que las políticas públicas pueden contribuir a limitar el comportamiento disfuncional o anormal de la juventud. Sugieren que concentremos los esfuerzos de prevención en las instituciones educativas. Y que se haga énfasis en las diferencias de clase social “objetivas y percibidas” entre alumnos.
Por supuesto, es imprescindible el apoyo de los familiares y amigos, sobretodo porque los investigadores encontraron que es un factor de protección en el vínculo entre la privación relativa y el PSMU.
Nota Cortesia del Gato p2p y Ruckyn
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