Duelo es el combate en el que se enfrentan dos personas que se han desafiado individualmente, por lo general caballeros, aunque también puede llamarse "duelo" al combate entre dos grupos, especialmente si cada uno envía como representante a un campeón para que dispute el combate en su representación.
Los duelos podían efectuarse con las espadas de duelo europeas, con sables o desde el siglo XVIII en adelante con pistolas. Con este fin se fabricaban artesanalmente bellos pares de pistolas de duelo para uso de los nobles ricos.
Ambos contendientes debían ser caballeros: un noble no podía batirse con un plebeyo. Por este motivo no dejaron a Voltaire batirse con el noble caballero De Rohan: un villano carecía de honor, y aunque Voltaire insistía en hacerlo, tuvo que resignarse a ser expulsado de Francia mediante una orden reservada dictada por el mismo rey.
Después de la ofensa real o imaginaria, los partidarios del ofendido demandaban «satisfacción» del ofensor, explicitando la demanda con un gesto insultante al que era imposible permanecer indiferente; golpear al ofensor en el rostro con un guante, o tirar el guante al suelo delante de él de aquí la frase «recoger el guante», que con el tiempo se ha convertido en sinónimo de aceptar un desafío.
Esta costumbre se originó en la Edad media, cuando se ordenaba a un caballero, que recibía una palmada ritual en la cara simbolizando la última vez que la aceptaría sin devolver un desafío. Por tal motivo, cualquiera que fuese golpeado con un guante estaba considerado, como el caballero, obligado a aceptar el desafío, o quedar deshonrado.
Cada parte en disputa debía elegir un representante de confianza (segundo, o padrino) que acordaría el sitio del «campo de honor», cuyo principal criterio de elección era que estuviera aislado para impedir interrupciones y que a nadie diera el sol en la cara. Después había que acordar el tipo de armas que se iban a usar: espada, sable o pistola. El padrino que tenía calidad de testigo de fe, tenía que verificar las armas, las reglas y en caso de que su representado falleciera, hacerse cargo de su cuerpo para ser entregado a sus familiares y dar parte ante la autoridad.
Por la misma razón, los duelos se efectuaban tradicionalmente al amanecer. También era deber de cada parte comprobar que las armas fueran iguales y que el duelo resultara justo.
A elección de la parte ofendida, el duelo podía ser:
1- «A primera sangre», en cuyo caso finalizaba tan pronto como uno de los duelistas resultaba herido, incluso si la herida fuera leve.
2- Hasta que uno de los contrincantes fuera «severamente herido», de forma tal que se encontrase físicamente incapacitado para continuarlo.
3- «A muerte», en cuyo caso no habría satisfacción hasta que la otra parte estuviera mortalmente herida.
En el caso de duelos «a pistola», cada parte podía disparar un tiro. Incluso si ninguno acertaba el disparo, si el desafiante se considerase satisfecho, el duelo podía declararse terminado como generalmente sucedía.
También un duelo a pistola podía continuar hasta que uno de los duelistas fuera herido o muerto, pero un intercambio de más de tres series de disparos era considerado bárbaro, además de ridículo por la falta de puntería.
Bajo estas condiciones, una o ambas partes podían intencionalmente errar el disparo con el objetivo de cumplir las formalidades del duelo sin pérdida de vida u honor, práctica habitual de algunos duelistas que recibía el nombre de "deloper". Hacer esto, obviamente, resultaba muy arriesgado si el oponente no estaba dispuesto a hacer lo mismo. El delope fue expresamente prohibido por el Código de duelo de 1777.
Sin embargo las posibilidades variaban, y muchos duelos de pistola fueron a primera sangre, aunque otros a muerte. La parte ofendida podía detener el duelo en cualquier momento, si creía satisfecho su honor.
Para un duelo de pistolas de un solo tiro, las partes debían ubicarse espalda contra espalda con sus armas cargadas en la mano, y caminar un número prefijado de pasos, volverse al oponente y disparar.
Típicamente, cuanto más grave era el insulto, menos eran los pasos a caminar. En muchos casos los padrinos solían demarcar el suelo previamente, indicando el punto donde los duelistas debían detenerse, girar y disparar. A una señal, frecuentemente un silbato, los oponentes podían avanzar hasta las marcas y disparar a voluntad. Otra técnica consistía en efectuar disparos alternativamente, comenzando por la parte ofendida.
Muchos duelos históricos se evitaron por la imposibilidad de acordar el "methodus pugnandi". En el caso del Dr. Richard Brocklesby, no hubo acuerdo en el número de pasos, y en el duelo entre Mark Akenside y Ballow, uno explicó que nunca se batiría durante la mañana, y el otro que nunca lo haría por la tarde. John Wilkes, que no se detenía en ceremonias por estos pequeños detalles, contestó a la consulta de Lord William Talbot en relación a «cuántas veces dispararía en un duelo» lo siguiente: «Tanto como su excelencia desee: he traído una bolsa de balas y una petaca de pólvora».
Fuente: Bertram Wyatt-Brown. Honor and Violence in the Old South (1986). Kevin McAleer. Dueling: The Cult of Honor in Fin-de-Siecle Germany (1994).
Cortesía MONA EMPERRADA
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