Los convulsionarios es el nombre que reciben las víctimas de peculiares casos de histeria motora colectiva. Es común en los testimonios sobrevivientes que el detonador sea algún fenómeno de índole religioso. También que el objetivo de los convulsionarios sea un milagro o la cura de cierta enfermedad. A continuación, te presentamos dos casos célebres de convulsionarios en la historia.
Los convulsionarios de Saint Medard.
François de Pâris destacó como un piadoso obispo jansenista del siglo XVIII. Falleció en 1728 y lo sepultaron en el cementerio parroquial de Saint Medard, en París. En los días posteriores al sepelio, este lugar se convirtió en escenario de un fenómeno que se volvió la comidilla de toda Francia. Surgieron múltiples testimonios sobre supuestas curas milagrosas suscitadas en la tumba del obispo.
Aunque los casos de éxtasis religioso no son tan raros, este resultó especial. Un grupo de feligreses, conformado en su mayoría por mujeres, realizaban movimientos convulsivos, gritaban, se contorsionaba, chillaban y gemían en la tumba del religioso. Aparentemente, todo esto era indicio de una manifestación del poder divino. Eventualmente, las personas empezaron a referirlos como los convulsionarios de Saint Medard.
Estos feligreses entraban en una especie de trance religioso para involucrarse en severos actos de tortura. Y podían auto-infligirse el daño físico o recurrir a asistentes conocidos como secouristes. Después de esto, llevarían a cabo los milagros y sanarían cualquier tipo de enfermedad. Como era de esperarse, el caso de histeria colectiva terminó incomodando al rey, que ordenó una represión policial severa. Eventualmente, Luis XV clausuró el cementerio.
La trifulca resultó con miles de convulsionarios detenidos y el movimiento se hizo clandestino. Los grupos resultantes de la escisión mantuvieron la práctica durante algún tiempo, pero finalmente se extinguió. Aunque los convulsionarios regresaron brevemente a París en 1759.
La represión del rey originó un famoso epigrama francés: De par le roi, defense a Dieu De faire miracle en ce lieu. La traducción sería algo como “Luis a Dios: para conservar la paz, de aquí en adelante los milagros deben cesar”. Gracias a las obras de Voltaire y Diderot, los convulsionarios de Saint Medard ganaron la inmortalidad literaria.
Los convulsionarios de Santa Orosia.
Un caso mucho más antiguo de convulsiones religiosas sucedió en la comunidad de Jaca, al norte de España. Durante muchos siglos, esta ciudad ganó fama por la peregrinación anual que conmemoraba a su patrona, Santa Orosia. Existen diversas variantes sobre la vida y obra de Orosia, pero ninguna deja claro porque se le nombró patrona de los poseídos. También es posible que el personaje nunca existiera.
En el siglo XI, sus reliquias son trasladadas a la ciudad de Jaca y los habitantes la adoptan como su patrona. Desde aquella época, los convulsionarios de Santa Orosia organizaban una extraña procesión el 25 de junio de cada año. La longeva tradición terminó en 1947, cuando la Iglesia prohibió que se siguiera celebrando a la santa.
Y es que entre los integrantes de la extraña procesión iban todos aquellos “afligidos por los demonios”. Personas con discapacidades físicas, enfermos mentales, epilépticos y otros individuos “afectados” pasaban frente al sarcófago de Santa Orosia. Los peregrinos buscaban una cura a sus males involucrándose en rituales de exorcismo y procesión.
Procesión de Santa Orosia.
En 1881, un médico observador se presentó a la procesión y escribió un relato interesante del evento. Un séquito de frailes dirigido por el obispo arrancaba la procesión en medio de música y baile.
“Locos, epilépticos, paralíticos y neuróticos se congregaron por la noche frente al cofre que contiene las reliquias de la santa. Atribuyen su enfermedad a la posesión demoníaca, y buscan exorcizar al diablo. Contracciones musculares, calambres, aullidos y sonrisas espasmódicas son el preámbulo a las convulsiones. Se desploman en el suelo hasta quedar azules y la sangre brota de sus bocas”.
A partir de ese momento, el exorcismo consistía en múltiples aplicaciones del rosario y la cruz. Símbolos religiosos que los convulsionarios de Santa Orosia besaban repetidamente. Cuando concluían que el demonio finalmente salió de sus cuerpos, los convulsionarios saltaban y gritaban de alegría.
Difícilmente sabremos si se produjo alguna “cura” real, pues jamás se supo de seguimiento alguno. Pese a esto, según todos los relatos sobrevivientes, observar a un recién exorcizado alabando a Santa Orosia era un espectáculo que atraía a peregrinos de toda España. La prohibición de la Iglesia en 1947 puso fin a las convulsiones en torno a Santa Orosia y marcó el último ejemplo de histeria motora colectiva en Europa. Desafortunadamente, el exorcismo como “cura” para enfermedades mentales es una realidad vigente que suele terminar en tragedia.
Cortesia de Palurdotl jefe cuernos chuecos qepd 😿
No hay comentarios:
Publicar un comentario