Pand-Auto se promocionó, hasta hace algunos años, como una plataforma de transporte particular. Una especie de Uber con servicio en varias ciudades chinas gracias a una flotilla propia de autos eléctricos. En esencia, un modelo de negocio que parece aportar al combate contra el cambio climático.
Desafortunadamente, la culminación de sus actividades a causa de una quiebra produjo un escenario catastrófico. El antiguo estacionamiento de Pand-Auto se convirtió en un cementerio de automóviles eléctricos. Las unidades, todas idénticas, se llenaron de inmundicia con el paso del tiempo.
Hoy, este lugar es otro símbolo de lo que sucede cuando una burbuja de consumismo explota. El proyecto que contribuiría a mejorar el planeta dejó un rastro gigantesco de desperdicio y contaminación. Pand-Auto inició actividades en 2015 y, tras dos años en servicio, ya contaba con 20,000 mil autos y más de 4 millones de usuarios.
Logró expandirse a 12 ciudades chinas. Parecía un proyecto destinado al éxito, y para 2018 se asoció con Lifan Group, la empresa encargada de fabricar los vehículos eléctricos usados en el servicio. En conjunto, Pand-Auto y Lifan Group lanzaron el primer programa de viajes en vehículos eléctricos autónomos.
La quiebra de Pand-Auto.
Las pruebas se hicieron durante un mes en la enorme ciudad de Chongqing. El proyecto fracasó ante los decepcionantes resultados y la empresa siguió adelante con el modelo de negocio original. Sin embargo, lo peor estaba por llegar. A finales de 2020, Lifan declaró una deuda que ascendía a más de 4,000 millones de dólares. Otra empresa la adquirió y, al poco tiempo, se declararon en quiebra.
Para febrero de este año, Pand-Auto inició un proceso para declararse en quiebra. Afirmó que la empresa era incapaz de pagar las deudas, y que ni siquiera devolverían los anticipos a los usuarios que hicieron recargas en la plataforma. Así, los más de 20 mil automóviles eléctricos salieron de servicio.
En un intento por amortizar parte de esa deuda, Pand-Auto ofreció los automóviles en el mercado a precio de remate. Sin embargo, no todas las unidades se vendieron. Miles de automóviles Lifan 330 EV 01 terminaron abandonados en un estacionamiento chino. Todas las unidades, inquietantemente idénticas, manifestaron los efectos del paso del tiempo en cuestión de meses.
Y las imágenes empezaron a correr por internet. Desafortunadamente, la localización del cementerio de automóviles no se ha revelado desde entonces. El impacto económico y ambiental derivado del fracaso de Pand-Auto perdurará por muchos años más.
Cortesia de Ricky Rappi
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