En 1834, antes que “Jack El Destripador” hiciera de las suyas existió en Londres un asesino más siniestro, con la diferencia que este era una persona rica, de la aristocracia londinense.
El siniestro personaje se llamaba George Marc y era de la Casa del Parlamento de Londres, una figura que aparentaba ser un tipo fino, noble y experimentado.
Se dice que entre 1834 y 1855 decapitó 521 personas, lo interesante es que este asesino nunca pasó ni un minuto en la cárcel.
En el año 2008 un historiador londinense encontró en una de las casas museos de la ciudad uno de los espectáculos más aterradores de la historia de asesinos en el mundo.
En aquel sótano estaban 521 cabezas de humanos conservadas en una especie de vasija de vidrio, parecían acabadas de separar de su cuerpo. Cada una tenía una inscripción con el nombre de la persona y una fecha, con el sello oficial de cera que decía: Propiedad de George Marc.
El historiador y las autoridades de ese país quedaron atónitos, espantados frente aquella crueldad.
Desde la ciudad de Bristol llegó un hombre llamado John Paul, que durante años llevaba buscando el rastro histórico de este asesino burgués que algunos decían era simplemente leyenda.
John años antes había descubierto el diario de George Marc, pero aunque habían relatos y datos, nunca había descubierto dónde se guardaba la colección de cabezas de este asesino rico del siglo XIX.
El trabajo de investigación demoró cerca de 3 meses, cuando estuvo todo preparado, el historiador y John presentaron un informe que decía:
“En 1834 George Marc se íntegro a una secta satanicas llamada Milenium fundada 10 años antes en Estados Unidos, entre sus creencias estaba que cristo venía pero un hombre sabio en la tierra sería el encargado de separar 144 mil para que gobernaran con él, el hombre sabio tomaría y conservaría sus cabezas hasta que llegara Cristo y diera nuevo cuerpo para que estuvieran en su reinado, puros de corazón y alma.
Por desgracia George Marc murió en 1855, por la epidemia conocida por “La Peste”, con sólo 36 años.
¿Imagine usted que este asesino hubiera vivido 30 años más?
Su forma de matar era insólita cada domingo iba a misa, al salir escogía alguien y le decía:” Dios quiere bendecir”, le invitaba a beber algo y por supuesto las personas que le conocían le seguían los pasos y los que no, por su vestimenta de la realeza pues también sin pestañar aceptaban, luego con diversos motivos los conducía al sótano donde luego de poner inconsciente les colocaba en un guillotina y cortaba su cabeza. Cada domingo durante 5 años, y lo ínteresante es que aunque en la corte y otros escenarios se hablaba de las desapariciones, nadie nunca sospecho de este asesino, e incluso se cuenta que dos o tres fueron ajusticiados juzgado por las desapariciones.
El informe de los investigadores concluyó:”hasta el día de hoy se desconoce a donde fueron a parar los cuerpos sin cabezas de 521 personas.
Cortesía de Doña PELLEJOS
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