La evidencia científica sugiere que el uso de cubrebocas, aunado a medidas imprescindibles de higiene como el lavado de manos y la sana distancia, resulta eficaz para evitar la propagación del coronavirus. Con el objetivo de averiguar dónde radica la eficiencia del artículo, un grupo de investigadores en la Universidad de Duke, en Estados Unidos, diseñó un experimento muy simple para revelar el tipo de cubrebocas que resulta más eficiente al bloquear las pequeñas gotas en las que se propaga el virus.
El experimento.
Mientras gestionaba la compra de un lote de cubrebocas para una comunidad local, un profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke se preguntó qué tipo de cubrebocas presentaba mayor eficiencia. Por eso, puso a prueba 14 variedades de artículos que las personas emplean comúnmente como cubrebocas. Los resultados del estudio se publicaron en la revista científica Science.
Empleando un láser que cuesta alrededor de 100 dólares, una caja de cartón y un smartphone los físicos de la universidad diseñaron un experimento muy sencillo.
«Empleamos una caja negra, una cámara y un láser», detalló Martin Fischer, colaborador de la investigación, en una entrevista para CNN. «El haz del láser se expande verticalmente para formar una película de luz, que brilla a través de las rendijas en la parte derecha e izquierda de la caja».
Posteriormente, en la parte frontal de la caja perforaron un orificio a través del cual hablaría la persona. Y la cámara del teléfono inteligente se instaló en la parte trasera para captar las variaciones en el haz provocadas por las pequeñas gotas de saliva expulsadas al hablar.
Cubrebocas más eficientes y los realmente inútiles.
Sorprendentemente, los investigadores encontraron que no todos los cubrebocas tienen la misma eficiencia. Y algunos son tan ineficientes, que empeoran la propagación del coronavirus. Entre los 14 tipos de cubrebocas probados en el experimento, se encontraba el famoso N95. En primer lugar, el locutor habló sin ningún tipo de protección en el rostro para determinar el nivel promedio de gotas que libera una persona durante el habla. Y después probaron cada cubrebocas diez veces.
Los mejores resultados se observaron con el cubrebocas N95 sin válvula. Cabe mencionar que los cubrebocas quirúrgicos de tres capas y los caseros de algodón también resultaron eficientes en la prueba.
Sin embargo, los cubrebocas hechos a base de tejido sintético (las famosas polainas para cuello o bandanas) sacaron la peor puntuación. De hecho, los científicos observaron que el tejido sintético aumenta la cantidad de gotas expelidas. Aparentemente, esto se debe a que el material divide las gotas grandes en gotas más pequeñas, facilitando su propagación por el aire.
Los pañuelos empleados como cubrebocas también mostraron poca protección y un pésimo desempeño.
Algunos cubrebocas empeoras los contagios.
«Estamos realmente sorprendidos de saber que el número de partículas medido [con los tejidos sintéticos] superó incluso al número de partículas registrado cuando el locutor no llevaba cubrebocas. Es importante hacer énfasis en que debemos incentivar a las personas a usar cubrebocas, pero también que conozcan aquellos que funcionan», señaló Fischer.
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