La semana pasada una mujer de 25 años llamada Meegan Hefford, residente en Australia y madre de dos pequeños, fue descubierta inconsciente en su apartamento y llevada de emergencia al hospital, donde finalmente la declararon con muerte cerebral. De acuerdo con el parte médico, esta mujer que aparentemente tenía perfectas condiciones de salud, murió tras un consumo excesivo de licuados proteicos y alimentos ricos en proteínas.
De acuerdo con los médicos, Hefford desarrolló un extraño disturbio en el ciclo de la urea que le impidió la correcta absorción de nutrientes. Sucede que el organismo se encarga de romper las proteínas para convertirlas en aminoácidos, mismos que son absorbidos por el cuerpo dado su valor nutricional.
Perturbación en el ciclo de la urea.
Cuando se presenta un exceso de aminoácidos en la sangre, el cuerpo reacciona transformándolos en nitrógeno, que finalmente termina como urea en lo que se conoce como “ciclo de la urea”. Entonces, aquello que no se usa se desecha a través de la orina. Cuando se presenta cualquier tipo de perturbación en este ciclo, el nitrógeno deja de transformarse en urea y se va acumulando en el cuerpo. Se convierte en amonio, una sustancia sumamente tóxica para los humanos, que puede conducir a la muerte cerebral cuando se acumula de forma excesiva en el organismo, lo que probablemente sucedió con esta mujer.
Este problema con la fisicoculturista era congénito, debido a la herencia genética. Por lo general, cuando un recién nacido presenta un disturbio grave en el ciclo de la urea, los primeros síntomas aparecen en cuestión de horas. El cuadro incluye problemas respiratorios, convulsiones y el coma.
Una muerte trágica y silenciosa.
Hefford probablemente padecía un disturbio más ligero, cuyos síntomas demoraron años en aparecer. Esto ocurre cuando existe un consumo elevado de proteínas o por otros factores, como el estrés y algunos virus. Como Hefford vivía entrenando y cuidando su cuerpo, fueron sus propios nutrientes los que la condujeron a la muerte.
Se trata de una condición incurable, pero que puede controlarse a través de un consumo reducido en proteínas y con medicamento para neutralizar el amonio en el cuerpo. Los casos más graves pueden llegar a requerir un trasplante de hígado, pero esta es una condición todavía más inusual.