Un joven llamado Sam Kanizay vivió una auténtica pesadilla cuando decidió sumergir los pies en las aguas de una playa en Melbourne, Australia (obviamente). Cuando el joven de 16 años salió del agua, notó que sus pies se encontraban cubiertos por una capa de algo que parecía arena. Sacudió un poco las piernas y se dirigió al lugar donde se encontraba su madre. “Caminé aproximadamente 20 metros y me disponía a ponerme calzado. Cuando miré hacia abajo, me di cuenta que había sangre escurriendo de mis tobillos y pies”, describe el adolescente.
Su madre cuenta que Sam parecía no experimentar dolor, y que intentó limpiarlo, pero esto no logró más que un nuevo torrente de sangre emanara de la piel del muchacho. “Ahí me di cuenta que necesitaba ir al hospital”, relata Jane Kanizay.
Pulgas de mar.
Como era de esperarse, cuando llegó al hospital la sorpresa del equipo médico fue mayúscula pues nunca se había enfrentado a una condición semejante. Las heridas en los pies del adolescente fueron causadas por una pulga de mar, Lysianassidae (amphipod), un pequeño crustáceo que generalmente obtiene sus nutrientes de peces y aves muertas.
Genofer Walker-Smith, bióloga marina, asegura que estos crustáceos no son ningún peligro para los bañistas, y que el público de la zona puede volver a entrar al agua con toda confianza. Además, también aclaró que las mordidas de pulgas de mar son algo común y que la víctima generalmente siente dolor una hora después. Genofer cree que la temperatura fría del agua de mar restó sensibilidad a la piel del joven, y que por esa razón se llevó tantas mordidas sin notarlo.
“Sam pudo haber pisado sobre un grupo que se encontraba alimentándose de algo. Pudo haber aplastado un cangrejo muerto y agitado a los crustáceos. Generalmente no atacan a los humanos, se trató de una desafortunada coincidencia”, afirma la experta.
Probablemente el sangrado en las piernas de Sam duró bastante tiempo debido a que estos diminutos seres liberan una especie de anticoagulante. Las pulgas de mar son familiares de los camarones, aunque muchos más pequeños pues llegan a medir entre 6 y 13 milímetros. No son venenosos y la mordida no trae ningún tipo de efecto secundario a la salud de la víctima.
A Sam le trataron y limpiaron las heridas para asegurarse de que ninguna pulga de mar se había quedado alojada allí. Pasó un par de días en el hospital y posteriormente fue dado de alta.
El vídeo.
Para asegurarse de que su hijo no había sido víctima de otro animal misterioso, Jarrod Kanizay, el padre de Sam, fue a bucear al sitio donde fue atacado su retoño.
En una red llevaba un trozo de carne y, sorprendentemente, logró capturar varias pulgas de mar, que atacaron con voracidad el trozo de alimento. “En verdad que les encanta la carne”, dice sorprendido en un video que filmó con su teléfono celular.