Durante algún tiempo, el FBI denominó a la violación como “anuencia carnal forzada de la mujer contra su voluntad”, una definición que consideraba a los hombres inmunes a las relaciones sexuales no consensuadas, ignorando por completo el concepto de la violación a un hombre por otro hombre, o del hombre que es forzado, a través de medios no tangibles, a sostener una relación sexual.
Eventualmente la definición cambió y pasó a hacer énfasis en la penetración forzada – incluso cuando el individuo está “hecho para penetrar” a alguien más -, pero los estereotipos de género relacionados al asalto sexual se mantienen firmemente intactos.
Lara Stemple, directora del Health and Human Rights Law Project de la UCLA, intenta cambiar esto enfocando su investigación en un tema que, desde su punto de vista, muchos investigadores y abogados han pasado por alto restándole importancia o considerándolo inconsecuente: hombres víctimas de violación.
Los hombres también son ultrajados.
La idea de este enfoque vino cuando la investigadora descubrió que un 38% de las víctimas de violencia sexual son hombres, esto según datos de la National Crime Victimization, un porcentaje drásticamente superior a lo que otras fuentes sugieren. Incluso se puso en contacto con el buró de investigación para asegurarse de que la estadística no fuera un error.
Lo que encontró fue que la experiencia de hombres y mujeres víctimas de una violación es “mucho más parecida de lo que cualquiera esperaría”, según información publicada por Slate.
En una investigación más a fondo, Stemple y su equipo encontraron que 4.5 millones de hombres estadounidenses habían sido forzados a penetrar a otro individuo.
Sin embargo, había algo aún más sorprendente: cuando cruzaron la información nacional sobre violación con datos sobre víctimas forzadas a penetrar a alguien más bajo coerción, chantaje, los efectos del alcohol, de las drogas o en cualquier otra situación que los incapacitaba para dar su consentimiento, los índices de sexo sin consentimiento prácticamente eran equitativos.
Alrededor de 1.270 millones de mujeres y 1.267 millones de hombres fueron víctimas de violencia sexual.
El estereotipo y tabú de la violación.
Para ser claros, esto no significa que la cultura del ultraje no es un fenómeno consistente y violento para la mujer. Significa que, según Stemple, se necesita debatir más sobre la forma en que esta cultura afecta al hombre.
“Stemple es una antigua feminista que entiende por completo el uso histórico que el hombre le ha dado a la violación para subyugar a la mujer, y que en gran parte de los países sigue sucediendo”, escribió la periodista Hanna Rosin. “Como ella lo ve, el feminismo ha librado una batalla fuerte y larga contra los mitos de la violación – como que si una mujer es violada, de alguna forma es su culpa, de alguna forma lo provocó. Pero la misma conversación debe aplicarse a los hombres”.
Después, Stemple descubrió la identidad de los perpetradores en los pocos discutidos casos de violación a hombres. En un reporte de 2016, una vez más, dio con una respuesta inesperada.
Mientras que los casos de mujeres y hombres que fueron penetrados a la fuerza abundaban, donde era más probable que fueran penetrados por otro hombre, entre los hombres que reportaron otra forma de abuso sexual, un 68.6% de los perpetradores eran mujeres.
En los hombres que reportaron haber sido obligados a penetrar sin consentimiento – que se destacó como “la forma de sexo no consentido que los hombres están más predispuestos a experimentar en la vida” -, el 79.2% de los perpetradores fueron mujeres.
Un penoso secreto.
En correspondencia con esta información, un proyecto de información publicado el mes pasado por la Universidad de Lancaster concluyó que un 20% de los hombres que habían sido forzados a tener sexo por una mujer fueron amenazados (por ejemplo, con terminar la relación) o chantajeados.
Este estudio se refirió a la violencia sexual de una mujer contra un hombre como uno de los “últimos tabúes”.
“La naturaleza ‘oculta’ de este crimen y la ‘compleja’ dinámica de género involucrada significa que un gran número de participantes no respondió de forma veraz – no porque sea algo que no le suceda a los hombres, sino porque muchos se sienten avergonzados o afligidos al reportarlo”, dijo el autor del estudio, el Dr. Siobhan Weare.
Stemple y sus colegas también descubrieron otra interesante estadística que contradice a los estereotipos nacionales: los crímenes sexuales entre prisioneros son tres veces mayores entre reclusas femeninas que entre los reos varones.
Combinando toda esta información, se sugiere que existe un severo sesgo en las investigaciones y el entendimiento de la cultura de la violación. “Recomendamos que los profesionales respondan a esta forma evitando los estereotipos de género que minimizan la frecuencia y el impacto de las agresiones sexuales llevadas a cabo por mujeres, así como una correcta victimización sexual en todas sus formas”, sugieren los autores del estudio.