El periodista decidió aceptar el reto basado en la premisa de su abuelo: un baño diario de agua fría mantiene las enfermedades a raya porque forma una especie de “armadura helada”.
Huguenin asegura que, una vez superados los primeros 30 segundos bajo el agua fría, uno se acostumbra y puede disfrutarlo tanto como un baño de agua caliente. Al cabo de 3 días, la ducha dejó de ser una tortura.
Entre los beneficios que el periodista notó en su cuerpo, señala:
- Los baños son más cortos, así que no hay tiempo perdido al comenzar la jornada.
- El cuerpo se despierta de inmediato y está dispuesto a enfrentar el día con una actitud más despierta.
- Si la ducha fría se toma después de hacer ejercicio, uno se siente fresco más rápido y el sudor después del entrenamiento, se detiene.
- Los aceites naturales que produce la piel, permanecen en ella, lo que combate la resequedad y la irritación.
- Los pensamientos son más claros, más enfocados y más eficientes durante el día.
Y todos estos puntos positivos del baño con agua helada tienen su respaldo científico. De acuerdo con la Universidad de Virginia, bañarse con agua fría activa el sistema nervioso, es un antidepresivo natural porque proporciona una especie de electrochoques mínimos y favorece la produccción de noradrenalina en el cerebro, por lo que mantiene al sujeto alerta y motivado.