Si no conoces tu tipo sanguíneo, hay un pequeño insecto que lo sabe muy bien. Investigadores del Instituto de Tecnología de Control de Plagas de Chiba, en Japón, encontraron que los mosquitos – los causantes de noches sin dormir y el terror de los campamentos – prefieren a aquellos individuos con sangre tipo O. A todas luces se trata de una compensación maquiavélica del universo contra los donadores universales.
En un estudio publicado en el Journal of Medical Entomology, el grupo de investigación puso a prueba los tipos de sangre de los participantes voluntarios y el “estado secretor” – en otras palabras, si secretaban o no una sustancia química que señala cuál es su tipo de sangre, característica común en aproximadamente el 85% de las personas.
Así, solicitaron a los voluntarios que pusieran las manos en un contenedor con 35 mosquitos y registraron la cantidad de insectos que se posaron en cada persona. Los mosquitos se posaron en las manos y antebrazos expuestos e intentaron picar, pero les resultó imposible alimentarse debido a que sus probóscides, el apéndice frente a su cabeza con el que succionan la sangre, habían sido previamente amputadas.
Los mosquitos se posaron en “secretores” con sangre del tipo O en un 83% de las veces, y sólo se posaron en aquellos con sangre del tipo A un 47% de las veces. Esto sucedía incluso cuando agregaban el producto químico de la secreción a la piel recién lavada de los participantes.
Una advertencia: aunque los voluntarios con sangre tipo O tuvieron un mayor índice de atracción, la diferencia era apenas estadísticamente significativa cuando se trataba de sangre tipo A. Esto quiere decir que si posees sangre del tipo B o AB, no necesariamente estás a salvo (si eres del tipo A, puedes sentirte bendecido).
Un ingrediente irresistible.
Según el Smithsonian Magazine, el tipo de sangre no es el único factor en juego. Existen otros elementos que pueden terminar atrayendo a los mosquitos. Las personas que inhalan más que el promedio – por lo general, las personas mayores – exhalan más dióxido de carbono, lo que termina atrayendo a los insectos.
Si haces mucho ejercicio, tendrás más ácido láctico en tus músculos y una mayor temperatura corporal, otros dos elementos que atraen a los mosquitos. Las bacterias también resultan agentes atrayentes, es por eso que cuando caminas recibes más picaduras en los tobillos que en las manos recientemente higienizadas. Otras cosas que nos vuelven más atractivos para los mosquitos incluyen beber cerveza y estar embarazada – otra buena razón para evitar hacer estas dos cosas a la vez.