En Lille, una localidad al norte de Francia, un estudiante universitario salió la noche del pasado viernes a divertirse como de costumbre. Tras una larga noche en el bar en compañía de los amigos, el joven regresaba a su edificio alrededor de las 3 a.m. Tras atravesar el portal, se percató de que el edificio empezaba a desplazarse.
Mientras recorría uno de los pasillos, encontró un muro de ladrillos completamente torcido. Al subir a su apartamento, observó el marco de su puerta completamente desalineado y le resultó difícil ingresar al lugar. Además, a la distancia escuchó el sonido de escombros cayendo. Inmediatamente despertó a sus compañeros.
Los jóvenes se percataron de que el asunto era grave y llamaron a emergencias. Diez minutos después, llegaron los bomberos a realizar una evaluación rápida de la estructura. A mitad de la madrugada, las autoridades francesas despertaron a una docena de personas para que desalojaran el edificio inmediatamente.
Solo les permitieron tomar algunos documentos y objetos esenciales mientras inspeccionaban la construcción. El sábado por la mañana, apenas horas después de la evacuación, el edificio se vino abajo y arrastró la construcción adyacente. Desafortunadamente, en ese segundo edificio pareció un individuo al que le prestaron uno de los apartamentos para pasar la noche.
Se trataba de un Ingeniero Geologo al que las autoridades no tomaron en cuenta, pues desconocían que el lugar estaba habitado. En un inesperado giro del destino, una noche de borrachera terminó.
Nota cortesia de Don Beto, el Ingeniero pedote de los blogs
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