La crucifixión era un método de represión y castigo muy popular en la antigüedad aplicado a esclavos, ladrones e individuos que representaban una amenaza para el poder del Estado. La coincidencia de que se haya integrado en múltiples relatos de figuras mesiánicas puede explicarse por la transmisión oral de estas historias, que eran contadas, modificadas y recontadas hasta que, finalmente, quedaban registradas en textos años después.
En ese intervalo de tiempo, terminaban influenciándose unas a otras. Por otro lado, según algunos investigadores, estos casos demuestran la manera en que el cristianismo absorbió otras referencias previas para “plasmar” la simbología en torno a Jesús.
Quetzalcóatl.
Venerado por toltecas, aztecas y mayas, su nombre proviene de una unión de la palabra “quetzal” (un ave nativa, con un hermoso plumaje) y “cóatl” (serpiente). También provino de una madre virgen para liberar a los hombres de sus pecados. Fue bautizado en el agua, ungido con aceites y ayunó durante 40 días. Fue crucificado entre dos ladrones, resucitó y subió a los cielos.
Esus.
Nació de la virgen Mayence, actualmente representada como una santa envuelta en dos estrellas y una serpiente a sus pies. Lo crucificaron en un árbol de roble, que se considera “el árbol de la vida”, entre un elefante (simbolizando la magnitud de los pecados de la humanidad) y un cordero (una referencia a la pureza de quien se ofrece al sacrificio divino).
Lucano, poeta romano que vivió entre el año 39 y 65, no establece la forma en que murió Esus.
Prometeo.
Fue el titán que liberó e iluminó a la raza humana al entregarle el fuego de los dioses. Por su atrevimiento, Zeus lo condenó a vivir encadenado a una roca, donde un águila le devoraba eternamente el hígado. Para los griegos, en ese órgano se encontraban los sentimientos, y no en el corazón.
Bali.
De acuerdo con el historiador Godfrey Higgins, la ciudad de Mahabalipuram, en India, conserva los registros de esta crucifixión, que también se habría llevado a cabo como una forma de limpiar los pecados de la humanidad. “Bali” significa “Segundo Señor” – formaba parte de una Trinidad que representaba un solo Dios. Se le rendía culto como Dios y como hijo de él.
Krishna.
Esta deidad tiene muchos puntos en común con Jesucristo. Según algunas escrituras sagradas del hinduismo, como el Bhagavata Purana y el Mahabharata, su nacimiento fue profetizado en un libro sagrado. Para evitar que la profecía tuviera lugar, un gobernante de la región mandó asesinar a todos los recién nacidos. Su madre era una virgen con raíces humildes, que recibió la visita de los pastores cuando dio a luz.
Krishna llevó a cabo extensas peregrinaciones por zonas rurales dando sermones, curando enfermos y realizando milagros, como la multiplicación de los peces. A sus discípulos les decía que debían amar a sus enemigos. Según algunos relatos, Krishna fue crucificado – de la misma forma que Jesús, entre dos ladrones a los 33 años. Resucitó al tercer día y subió a los cielos, pero dejó dicho que regresaría a la Tierra.
En otra versión de los hechos, Krishna fue víctima de una flecha a los 125 años de edad y su madre, Devaki, no era una virgen.
Parecidos razonables.
Indra.
Su madre fue una virgen negra, como el propio Indra. Se creía que tenía poderes extraordinarios, como predecir el futuro y levitar. Indra era un dios guerrero, no buscaba ni predicaba la paz, y defendía que el único camino para llegar a la santidad era la castidad.
Shakya.
Nació para redimir los pecados del mundo y sus seguidores referían a su madre como Virgen Sagrada. De la misma forma que Jesús, realizó múltiples milagros y curó a los enfermos. Fue tentado por el demonio y dejó mandamientos como “no matarás”, “no robarás”, “no pecarás”, “no cometerás adulterio” y “no mentirás”. Fue inmortalizado por el símbolo de la cruz.
Alceste.
Este es el único caso de un relato donde una mujer es crucificada para liberar a la humanidad de sus pecados. También formaba parte de una Santísima Trinidad. La muerte de esta deidad genera mucha controversia: algunas versiones aseguran que se sacrificó para salvar a su esposo, Eurípides. Como una forma de recompensa por su acto, resucitó como una mujer aún más bella. En su forma humana, Alceste habría sido llevada por el dios de la muerte, Tánatos.