Por increíble que parezca, la felicidad no tiene relación con el placer físico en sí. Una serie de investigaciones a lo largo del tiempo han demostrado un vínculo directo entre el sexo y la felicidad. Es más, uno de los estudios más famosos menciona que tener relaciones una vez por semana, en vez de una vez por mes, aumenta la satisfacción con la vida tanto como un aumento de $50 mil dólares al año.
Sin embargo, pocos estudios investigan el verdadero motivo por el que el sexo nos hace más felices. Afirmar que la satisfacción proviene meramente del placer físico sería un abordaje intuitivo – y en realidad no es lo que las investigaciones muestran. En primer lugar, para aquellos que ya tienen relaciones sexuales una vez a la semana, tener sexo a diario no se traduce en beneficios para su felicidad, aunque eso conlleve sensaciones físicas más placenteras.
En segundo lugar, la felicidad que acompaña a la relación sexual puede durar días. Piensa en otros placeres físicos, como degustar una barra de chocolate: estos te hacen sentir bien una hora, pero difícilmente lograrán alterar tu estado espiritual durante más tiempo.
¿Entonces, porqué el sexo nos hace más felices?
Una serie de estudios realizados por la Universidad de Friburgo, en Suiza, solicitó a un grupo de parejas que completaran un diario en sus teléfonos inteligentes detallando su rutina: al despertarse, al mediodía, a las 6 de la tarde y antes de ir a dormir. Las parejas debían relatar su actividad sexual, el humor, los intercambios de afecto con su pareja y una evaluación que daban a la relación.
Nuevamente, apareció una relación directa entre la felicidad y la satisfacción a largo plazo que proporciona una frecuencia sexual más alta. Pero cuando se analizaron otros factores, se dieron cuenta que esta felicidad estaba medida por los momentos de afecto de la pareja. Si no se tomaba en cuenta el cariño, los besos y los abrazos, la relación entre sexo y felicidad simplemente se desvanecía.
Echando un vistazo más detallado al diario de los participantes, los científicos notaron que los más felices se encontraban en un círculo virtuoso: cuando señalaban que habían tenido sexo un día, también informaban más situaciones de intercambio de cariño, no sólo durante el acto sexual, sino durante todo el día. Entre más cariño, más felicidad – y entre más sexo, más cariño.
El secreto es el afecto.
Evidentemente, las evaluaciones para la relación aumentaban, pero la pareja también encontraba la vida, como un todo, más satisfactoria cuando caían en este ciclo.
Para los investigadores, este estudio es importante por ser uno de los pocos que se centra menos en los aspectos mecánicos o físicos del sexo y más en la conexión social relacionada al acto. La investigación también viene a derribar un estereotipo muy común: los científicos no hallaron diferencias significativas de género, lo que implica que las mujeres, contrario a lo que sugieren las infinitas comedias románticas de Hollywood, no valoran más el cariño sobre el sexo que los hombres.
Después de todo, el estudio no tiene la intención de decir que el sexo con cariño puede ser bueno, pero es un fuerte indicio de que si se busca ese sentimiento de felicidad y satisfacción duradera, sería buena idea empezar por hacer el amor con cierta frecuencia.