Si necesitas de una persona capaz de evolucionar una curiosidad hasta transformarla en una campaña mundial con impacto social, no dudes en escribirle a Bill Gates. El fundador de Microsoft se encuentra dirigiendo una investigación que pretende reducir los problemas sanitarios de los países pobres. Todo esto surgió a partir de una sola pregunta ¿por qué diablos los baños huelen tan mal?
Los responsables por dar respuesta a esta pregunta son los expertos de Firmenich, la segunda empresa más grande del mundo en el sector de aromas y perfumes para alimentos y productos de higiene personal.
Si hoy saliste de casa y pasaste por un restaurante, una panadería o un lugar que acababa de ser limpiado es bastante probable que hayas percibido algún aroma creado en los laboratorios de Firmenich. Pero el gran desafío de esta empresa sueca fue fabricar un perfume para excrementos.
Los olores que circulan en un baño son mucho más complejos de lo que aparentan. Tan solo un vaso sanitario libera alrededor de 200 compuestos químicos. Los expertos tuvieron que aislar cada uno de estos y averiguar cuáles eran los responsables del mal olor.
Encontraron cuatro principales sospechosos: Indol, dimetil trisulfuro, p-Cresol y ácido butírico. Pero, como los olores de un baño varían según el tipo de dieta, los investigadores elaboraron un aroma con estos cuatro compuestos y salieron a probarlo en diversas culturas como la africana, india y sueca.
Como resultado de estas pruebas de campo nació el Hedor Universal de Baño, el “buqué” que Bill Gates está apreciando en la fotografía superior en su visita a la empresa. ¿Y por qué tanto trabajo para crear un perfume contra excrementos? Evidentemente, para eliminarlo.
La problemática de fondo.
La Fundación Gates está enfocada en dar solución a los problemas sanitarios en países pobres de Asia y África. Hablamos de una séptima parte de la población mundial que no cuenta con acceso a baños, mil millones de personas que se ven obligadas a hacer sus necesidades en lugares abiertos. Tan solo en India, 70% de las casas no tienen un baño.
Y no es el primer proyecto que ofrece un método tecnológico para mitigar el problema. La filial de Google en India lanzó una herramienta en su servicio de mapas que indica al usuario en qué lugar se encuentra el baño más cercano.
Sin embargo, lo que la Fundación Gates y Firmenich entendieron fue que, a pesar de que la persona sepa donde hay un baño y aunque se construyan millones de nuevos baños, la población no los usará si estos huelen mal, pues están acostumbrados al aire fresco. Ahí está la dificultad en cambiar los hábitos de las personas que defecan en sitios públicos.
La solución propuesta.
Y para abordar este problema, no hay nadie mejor que la industria de los aromatizantes. Una vez que consiguieron el Hedor Universal, la siguiente fase consistió en encontrar un olor que pudiera enmascarar la horrorosa pestilencia de los baños. Pero la idea no era tan simple como arrojar el perfume más fuerte y disfrazar la hediondez.
De hecho, el equipo tuvo que crear un “neuroperfume”: un olor capaz de cortar la transmisión de la información del hedor entre la nariz y el cerebro. Los 350 receptores olfativos en nuestra nariz informan del olor al cerebro que, por su parte, reconoce un olor fétido y activa una reacción de repulsión. Los investigadores crearon un aroma que bloquea los receptores responsables por percibir esos cuatro compuestos “malos”.
Otra vez, Bill Gates (que ha sido apodado el conejillo de indias más valioso del mundo) se ofreció para probar el producto, y garantizó que cuando el Hedor Universal y el Anulador de Olor se combinan en un recipiente, el mal olor es completamente neutralizado. A partir de ahí, los químicos agregaron una ligera fragancia floral.
La siguiente fase de esta iniciativa es ejecutar un proyecto piloto que deberá desarrollarse en letrinas y baños de comunidades marginadas de la India, con el objetivo de que la empresa pueda probar la mejor forma de aplicar el nuevo producto. Por ejemplo, en polvo o como spray automático.
Este proyecto no es una solución al problema estructural del déficit sanitario, pero pretende facilitar al máximo la creación del hábito de usar baños públicos. La idea es romper el círculo vicioso: la falta de baños e instalaciones adecuadas conduce a una tradición de evacuaciones públicas, que a su vez lleva a un uso menos eficiente de los baños públicos disponibles, retroalimentando este nocivo hábito.
Oler seis tubos asquerosos no es un precio demasiado alto a pagar para empezar a cambiar la situación, ni siquiera para Bill Gates.