Aunque gran parte de sus datos biográficos proviene de hombres blancos que la odiaban a muerte, existe cierto consenso histórico sobre la crueldad de la reina Ranavalona I. Quizá por eso pasó a la historia como una de las soberanas más violentas y dementes de todos los tiempos, apodada “la reina cruel”.
En la época en que Ranavalona aún era una niña, su padre (un plebeyo) advirtió al rey Andrianampoinimerina de Madagascar sobre una conspiración para asesinarlo tramada por su propio hermano. Como una forma de agradecimiento, el rey comprometió a Ranavalona con su hijo, el príncipe Radama I.
La Reina Cruel.
Cuando Radama ascendió al trono, manifestó su odio hacia la familia de Ranavalona – a quienes veía como potenciales rivales políticos – ejecutándolos. Para arrojar aún más amargura al matrimonio real, Radama era alcohólico y jamás consideró a Ranavalona como su esposa favorita – en total estaba casado con doce mujeres. Además, Ranavalona nunca le dio descendencia.
A la muerte de Radama, en el año de 1828 y a mitad de sus 30, Ranavalona no perdió tiempo para proclamar su poder. Inmediatamente se atrincheró en el palacio, y no estaba sola en su intento de arrebatar la corona. Recurriendo a las conexiones políticas que había tejido durante toda su vida, se hizo con el apoyo de oficiales del ejército, líderes sociales y jueces que se alienaron a sus principios tradicionalistas y fundamentalistas.
Proclamando que su esposo siempre había deseado que fuera la reina, Ranavalona actuó rápidamente y ordenó la ejecución de sus rivales, incluyendo un sobrino bien educado de su marido, quien era el verdadero heredero al trono. Además, ordenó el estrangulamiento de mujeres y niños, aniquilando por completo a la familia de Radama como él lo había hecho con la suya.
Los rumores en la isla decían que el rey había muerto víctima de envenenamiento en una agonía atroz. Mientras tanto, la reina no hacía apariciones en público si no era rodeada por miles de esclavos y soldados.
Quizá para mitigar la falta de confianza de su pueblo en líderes femeninas, el gobierno de Ranavalona actuó de forma especialmente despiadada. Durante su coronación, ella habría declarado: “Nunca digan, ‘ella es una mujer débil e ignorante’, ¿cómo podría gobernar un imperio tan grande?… No adoraré a otros dioses sino a los de mis antepasados. El océano será el límite de mi reino, y no cederé ni el grosor de un cabello de mi territorio”.
Las purgas de los cristianos.
Después inició un desmantelamiento total de los centros educativos y religiosos creados por Radama. En la década de 1830, la reina Ranavalona, que practicaba la curación empleando talismanes y chamanes de la forma tradicional,ordenó exiliar a todos aquellos que se hubieran convertido al cristianismo y a los misioneros de esa religión, mismos a quienes Radama había invitado desde Londres.
Las multas económicas eran la menor de las preocupaciones para los cristianos, Ranavalona hizo colgar a algunos desde altos acantilados hasta que simplemente caían a sus muertes. Otros fueron arrojados en grandes recipientes de agua hirviendo, quemados vivos y torturados con una crueldad equiparable a la de la Inquisición Española. Miles fueron asesinados en el proceso aislacionista de la reina.
Una de las cristianas más famosas que pereció por órdenes de la reina fue Rasalama, una mujer que había adoptado el nombre de “María”. Rasalama había sido una de las primeras personas en recibir el bautismo en la isla y posteriormente la convirtieron en mártir.
Durante su travesía a la ciudad capital, a donde fue llevada para su ejecución, se mantuvo siempre rezando. Aquel espectáculo cimbró a la comunidad y su historia se transmitió de boca a boca. Rasalama fue torturada antes de ser lanzada a los perros para servir como alimento.
La prueba de Tangena.
En sustitución de los juicios judiciales, jurados o cualquier otra especie de procedimiento legal lógico, Ranavalona implementó la “prueba de Tangena”.
Ladrones, cristianos, brujas y otros infractores de la ley debían tragar tres pieles crudas de pollo y un fruto venenoso(del Cerbera manghas, árbol comúnmente llamado tangena). Si eran capaces de no vomitar todas las pieles y sobrevivir al veneno, entonces se les consideraba inocentes. Como se puede suponer, la mayoría resultaba “culpable”.
Ranavalona incluso aplicó esta técnica con sus amantes para saber si le eran fieles. Algunos historiadores han estimado que esa purga de los “indignos” terminó con el 20% de la población, o unas 100 mil personas a lo largo de casi cuatro décadas.
Ranavalona contra Francia.
Mientras peleaba con la marina francesa, que se sentía ofendida por sus políticas antieuropeas, la reina buscó formas para evitar que Madagascar siguiera dependiendo del comercio exterior. Tuvo éxito con el apoyo de su amigo, y posible amante, Jean Laborde. En poco tiempo, los ciudadanos imitaban modelos de fábricas occidentales para producir armas, municiones, alcohol, seda, jabón, velas, porcelana y cerámica.
Mientras denunciaba las acciones de los franceses, irónicamente Ranavalona se regocijaba en la moda francesa. Y a medida que su edad aumentaba, también lo hacía su violencia, paranoia y excentricidad.
Para sembrar el terror entre los franceses, “Ranavalona la Cruel” ordenó que las cabezas de los soldados franceses caídos en batalla fueran empaladas en picas y dispuestas a lo largo de las playas. Los franceses terminaron cesando las batallas con sus ejércitos, pero esto se debió principalmente a la malaria.
En 1845, la reina sintió que necesitaba descansar un poco de la política y el palacio. Quiso salir a cazar búfalos y, obviamente, llevó consigo a toda la corte y una comunidad enorme de esclavos.
Alrededor de 50,000 personas marcharon durante cuatro meses en una expedición salvaje y completamente inútil. Una quinta parte de ese gigantesco grupo pereció por agotamiento e inanición cuando los suministros se terminaron.
La traición de un hijo.
Ranavalona había tenido un hijo en 1829. El príncipe había crecido odiando las prácticas de tortura y asesinato que había implementado su madre, e incluso llegó a entablar relaciones amistosas con los pocos embajadores europeos que lo rodeaban. Secretamente también asistía a las misas católicas.
El príncipe otorgó los permisos que estaba en disposición de ofrecer a empresarios franceses para que explotaran los recursos naturales de la isla.
A espaldas de la reina, el príncipe escribió una carta a Napoleón III en 1854 donde solicitaba que Francia invadiera Madagascar. Se dice que Radama II incluso pudo haber intentado el regicidio en múltiples ocasiones.
En el año de 1857, Ranavalona finalmente descubrió la traición de su hijo y sus cómplices. Rápidamente ordenó ejecuciones horripilantes para todos, arrancando una serie de purgas ahora contra los europeos.
Por increíble que parezca, su amor de madre pudo más y terminó salvando a su hijo. También perdonó a Jean Laborde, su confidente. Tras la muerte de la reina, Radama II echó abajo las políticas de su madre pero terminó muerto a manos de los tradicionalistas en 1863, apenas algunos años después de haber asumido el reinado.
Responsable por hasta 2.5 millones de muertes, de forma directa o indirecta, Ranavalona murió pacíficamente a los 80 años de edad. A su favor, puede reconocérsele que mantuvo a raya el dominio colonial europeo de Madagascar durante casi un siglo.
Pero aunque había muerto, Ranavalona todavía tenía algunos trucos bajo la manga. Durante su funeral, un cañón de pólvora estalló por accidente damnificando tres edificios y matando a varios transeúntes. Además, 12 mil cebúes fueron sacrificados y la carne se repartió entre los ciudadanos para honrarla. Muchos de sus plebeyos creían que la mujer había maldecido a la nación, provocando posesiones por el disgusto a los cambios que su hijo había hecho tras su partida.