Obsequiar un buen regalo es algo complicado. Por supuesto, siempre puedes optar por las opciones clásicas: tollas, portarretratos y calcetas son cosas que todo el mundo utiliza. Por otro lado, si quieres causar una buena impresión una pequeña investigación sobre los gustos e intereses del celebrado nunca está de más. Y aquí es donde entran los resultados de un peculiar estudio publicado en la revista científica Journal of Consumer Psychology. Si eres de los que pasa mucho tiempo preparando el envoltorio de un regalo, lo estás haciendo mal. Y es que un presente envuelto a la perfección podría crear una falsa expectativa en las personas.
De hecho, el grupo de investigación que profundizó en estos detalles pretendía demostrar una vieja leyenda: que un buen envoltorio compensa un regalo medianamente bueno, y siempre que el empaque sea vistoso (decorado con moños, brillantina, etc.) poco importa lo que hay dentro. Sin embargo, los científicos encontraron lo opuesto.
Para alcanzar una conclusión tan inusual, el equipo solicitó a diversos voluntarios abrir regalos envueltos con diversos estilos. Desde un presente empaquetado a la perfección hasta otro envuelto a las carreras. Los empaques contenían dos tazas distintas de equipos de baloncesto: Orlando Magic y Miami Heat. El detalle era que todos los participantes fueron elegidos a propósito por seguir a los Miami Heat. En otras palabras, un regalo sería ideal y el otro sería una taza más.
Tras abrir los regalos, los voluntarios evaluaron su nivel de satisfacción respondiendo cinco preguntas. El resultado fue interesante, por decir lo menos: todos afirmaron disfrutar del regalo cuando el envoltorio fue simple, independientemente si la tasa era del equipo al que seguían.
Falsa expectativa.
Los resultados intrigaron a los investigadores. ¿Acaso el nivel de satisfacción de los voluntarios estuvo influenciado por la expectativa que había provocado el envoltorio? Para llegar a una conclusión más precisa, hicieron otra prueba. En esta ocasión, los participantes se limitaron a observar diversos regalos empaquetados de una forma organizada o desaliñada. Posteriormente, revelaron sus expectativas sobre el regalo, sin mirar lo que había dentro.
Cuando terminaron, los investigadores revelaron lo que había dentro de estos empaques: un par de audífonos de una reconocida marca de electrónica. Al final, los participantes tuvieron que evaluar si el regalo correspondía o no a sus expectativas.
Se observó que las expectativas se mantenían significativamente altas en aquellos regalos con envoltorios elaborados, donde la reacción fue mucho más sobria al revelarse el contenido del envoltorio «elegante». Era como si las personas esperaran algo bueno. Pero, si el empaque era algo simple, la persona no esperaba demasiado y terminaba feliz con el resultado.
Al final, el estudio concluye que lo mejor es perder el tiempo con el contenido y dejar de lado esa preocupación por conseguir el moño ideal. Probablemente sólo sirva para lograr que el regalo sea más difícil de abrir.