La capital de Francia atrae 19 millones de turistas al año. Y, por mucho que París se promocione como una ciudad llena de glamour, esto no la exenta de los grandes problemas que aquejan a las metrópolis. Actualmente, los parisinos tienen que convivir con una plaga urbana colosal: las palomas. Las estimaciones más conservadoras señalan que existe 1 paloma por cada 25 habitantes de la ciudad. Un aproximado de 80 mil aves que no hacen más que reproducirse y defecar por todos lados.
Las palomas que han proliferado en las ciudades suelen ejecutar vuelos cortos, pero también pasan tiempo en el suelo buscando restos de comida (desechados por los humanos) que puedan servir como alimento. Puede parecer una tarea inofensiva, pero, para las palomas la actividad errante de localizar un trozo de comida conlleva el riesgo de sufrir lesiones serias.
La próxima vez que encuentres una parvada de palomas buscando migajas en algún parque, pon atención y tal vez encuentres a un ave manca, sin un dedo o buena parte de un pie mutilado. Estudios previos sugerían que esta clase de necrosis era producto de infecciones causadas por diversos microorganismos, o tal vez por acción de algunos productos químicos. Sin embargo, un estudio reciente agregó un elemento inesperado a la lista: cabello humano.
Un grupo de investigadores del Museo de Historia Natural de la Universidad de Lyon recolectó evidencia sobre la cantidad y gravedad de lesiones en las patas de estas aves en 46 puntos de París. Sorpresivamente, encontraron un curioso patrón en el fenómeno.
Palomas vs peluquerías.
Aquellas zonas donde censaron a un mayor número de palomas con dedos faltantes coinciden con las zonas donde se concentran los salones de belleza, barberías y peluqueros. En estas regiones el número de cabellos en el suelo, barridos fuera de los establecimientos o que escapan de los locales y son esparcidos por el viento, es mucho más alto.
Creen que las palomas terminan lesionadas por el estrangulamiento de las extremidades: cuando el cabello se enreda en las patas de estas aves por largos periodos, termina interrumpiendo el flujo sanguíneo a la zona. Eventualmente, terminan perdiendo una parte o el dedo entero. El estudio reveló que la salud de las patas en las aves no guarda relación con su edad o el color de su plumaje.
De hecho, la sola concentración de humanos en una zona determinada propicia este fenómeno tan lamentable. Las regiones más pobladas de París, donde la calidad del aire es pobre y abunda la contaminación acústica, presentan un mayor porcentaje de pájaros mutilados. Los investigadores encontraron que las aves que vivían en zonas próximas a las áreas verdes tendían a sufrir menos del problema.
“Medir el impacto de la contaminación urbana en la biodiversidad es importante para identificar las potenciales adaptaciones que permitan preservar la vida salvaje, incluso en los núcleos urbanos”, señalaron los autores del estudio publicado en la revista Biological Conservation.