Tomar un sorbo de agua de mar es una de las experiencias veraniegas más frustrantes. Suficiente con que una sola ola venga demasiado fuerte, y listo. A continuación pierdes el equilibrio y sales revolcándote hasta la orilla de la playa.
Más allá del sentimiento de vergüenza, lo peor es sentir el sabor extremadamente salado del agua bajando por la garganta. Después de levantarte discretamente de la arena, volteando a todas partes para asegurarte que nadie haya visto la escena, es posible que te tomes un tiempo para pensar en todo aquello que has enviado a tu estómago con este indeseado trago de agua marina. Y, por mucho que así lo desees, no fue sodio lo único que entró a tu boca.
Gracias a la sal, acabas de consumir una mezcla de cosas de las que ni siquiera puedes sentir el sabor – mucho menos verlas a simple vista. Y esto se debe a que existe abundante vida invisible en el agua de mar: microorganismos tan diminutos que deben colocarse en un microscopio electrónico para ser vistos con nitidez.
Así lo hizo el fotógrafo estadounidense David Littshwager. Tomó una pequeña porción de agua marina y la amplió 25 veces bajo un microscopio, ahí logró identificar una serie de seres vivos. La foto fue titulada “One dip of the hand net”, y puedes verla en este enlace.
Bacterias, huevos de peces, plancton, larvas de cangrejo y pequeños gusanos no identificados. Puede que no lo parezca, pero todo esto se encuentra allí.
En la imagen se puede distinguir una larva de cangrejo de menos de medio centímetro que te garantizará una comida bastante crocante. No podían faltar las cianobacterias, unas de las primeras en poblar el fondo oceánico. ¿Y qué te parecería un gusano marino, de cuerpo segmentado, ciliado y bastante fresco? La lista la completa una deliciosa hueva de pescado y los quetognatos, extrañas criaturas transparentes que son los mayores depredadores de todo el plancton.
Por supuesto, los componentes del agua pueden variar de playa en playa. Dependiendo del sitio que elijas para bañarte, la variedad de seres vivos puede ser más abundante – y también la presencia de otros sólidos que flotan en el agua (como los temibles cacadrilos).
Como dice el dicho, en boca cerrada no entran moscas. Y lo mismo aplica en el mar. Para asegurarte de que no terminarás consumiendo un pequeño banquete de fauna marina, lo mejor es esforzarte para no tragar ni una sola gota de agua mientras estés disfrutando tu día en la playa.