La recomendación general es que jamás prestes dinero a alguien que no sea de tu absoluta confianza, mucho menos a esos que sólo se acercan a ti cuando necesitan un favor y no ofrecen ninguna garantía. Sin embargo, si ya decidiste prestarle dinero a alguien, un estudio estadounidense reveló un truco para predecir si te van a pagar, y consiste en prestar atención a las palabras que eligen cuando te piden el dinero.
Creo que todos, en algún momento de nuestra vida, hemos prestado algo de dinero poniéndonos en una situación bastante delicada. Nadie quiere quedarse sin dinero, pero cobrar un préstamo es algo que muchas veces se considera poco elegante. ¿Cómo evitar una situación tan penosa?
Un grupo de economistas de las universidades de Columbia y Delaware, ambas en los Estados Unidos, intentó arrojar un poco de claridad a esta cuestión. Analizaron el comportamiento de miles de personas que solicitaban préstamos, esto con el fin de comprender aquello que los trácalas tienen en común.
Evidentemente no podían interferir en las conversaciones entre amigos, ni mucho menos en préstamos bancarios. Por lo que llevaron el experimento a un término medio: analizaron un sitio llamado Prosper. Este portal tiene como objetivo que personas físicas hagan préstamos de dinero de forma directa a otras personas físicas, con menos burocracia de por medio. Y la verdad es que funciona razonablemente bien, apenas un 13% de los prestamistas se encuentran con malas pagas.
¿Pero cómo saber, antes de cerrar el trato, quién tiene más posibilidades de convertirse en una mala paga? Los economistas encontraron la respuesta en las palabras. Es decir, en los mensajes intercambiados entre el prestamista y quien requiere el dinero.
Lo hicieron analizando miles de palabras clave en estas transacciones. Y notaron que aquellas empleadas en ese primer contacto decían mucho sobre las posibilidades de que las personas regresaran el dinero.
Emocional vs Racional.
Las palabras más usadas por aquellos que no pagaban el préstamo eran:
- Prometo.
- Te pagaré.
- Hospital – Gracias.
- Dios.
Apelar a Dios disparaba una tendencia 2.2 veces mayor de que no pagaran. Parece algo horrible, pero tiene lógica: las personas con mayor probabilidad de incumplimiento son las que apelan a la misericordia del prestamista. Relatan historias sobre tragedias (hospital) y ofrecen garantías más emocionales y menos prácticas (prometo, te pagaré).
Confirmando esta teoría, los términos más empleados por los buenos pagadores son más técnicos y objetivos.
- Bajos intereses.
- Ingresos netos.
- Pago mínimo.
- Graduación.
- Sin deudas.
Estas personas se enfocaban en presentar un buen historial de transacciones anteriores, hacían énfasis en que no tenían otras deudas y que tenían alta escolaridad. Además, las preguntas que hacían señalaban un plan bien definido de pagos.
La elección de palabras era tan certera que predecía mejor a los deudores que la propia información bancaria de las personas. Es decir: alguien que tiene mucho el banco, pero habla de Dios cuando pide dinero tiene más posibilidades de desentenderse del compromiso que un joven con menos dinero, que prefiere discutir detalles como los intereses y plazos.
Por supuesto que ni siquiera el estudio más significativo del mundo evitará que caigas en las trampas de estas personas. Tampoco considero que sea justo crucificar a cualquier persona que es más emotiva en una situación delicada. Pero si vas a prestar dinero, para bien los oídos. Si la conversación se va por una retórica de sermón, mantente alerta.