Un cráneo de 300 mil años reveló una especie hasta ahora desconocida, y las características que presenta desafían mucho de lo que sabemos sobre nuestra evolución. En el mundo de la arqueología, encontrar fósiles de seres humanos prehistóricos es algo extremadamente raro. Es tan raro, que hace algunos días investigadores alemanes cimbraron al mundo científico cuando anunciaron que habían renunciado a seguir buscando esqueletos.
Y es que desarrollaron una nueva técnica capaz de extraer restos microscópicos de ADN homínido del propio suelo de las cavernas que un día sirvieron como hogar para nuestros primos primates. Y pretenden seguir las investigaciones así, sin cráneos, huesos ni documentos.
Es por eso que los científicos se vuelven locos cuando finalmente se encuentra un esqueleto completo. Y pueden sufrir un ataque cardíaco cuando un sitio arqueológico es generoso y preserva para la eternidad los restos mortales de 15 individuos.
El hallazgo arqueológico en Johannesburgo.
Estas condiciones tan raras tuvieron lugar a 50 kilómetros de Johannesburgo, la ciudad más grande de Sudáfrica, en el año 2015. Un grupo de cavernas con cientos de kilómetros cuadrados de área, repletas de salas y cámaras, escondía 1500 huesos y dientes aleatorios de una nueva especie llamada Homo naledi, un miembro, hasta entonces desconocido, del árbol genealógico del ser humano.
Ayer finalmente se publicó el informe final de la exploración en el lugar. Al inventario se agregaron 130 huesos más que aquellos ya analizados. Entre estos se encontraba el primer cráneo localizado de un Homo naledi. El dueño fue bautizado con el mote de “Neo”, pesaba unos 40 kilogramos y medía 1.4 metros de estatura.
Además de Neo, otros 17 individuos, más o menos completos, pudieron reconstruirse de forma parcial. En estos análisis se están encontrando detalles sorprendentes sobre cómo fue la convivencia entre los primeros Homo Sapiens con homínidos que hoy están extintos.
Semejanzas y diferencias con el Homo sapiens.
La primera sorpresa fue la edad de estos fósiles, que oscila entre 335 mil y 236 mil años cada uno. La forma de los huesos de las piernas, pies, manos y puños ya era casi idéntica a la de los seres humanos. Pero también presentan otras características que parecen evolutivamente “retrasadas”: un cerebro reducido y dedos bien preparados para trepar en los árboles. Esto significa que, en el período histórico donde coincidieron Homo Sapiens y Homo naledi, hace unos 330 mil años, nuestro cerebro se encontraba en una etapa evolutiva mucho más avanzada que la de ellos. Este dato ayuda a ilustrar una de las mayores confusiones cuando se habla de la evolución. El hombre no vino del mono, pues las especies no se transforman una en otra como si se tratara de una fila india.
De acuerdo con Jessica Thompson, arqueóloga de la Universidad Emory que ofreció una entrevista al periódico The Guardian, este descubrimiento destaca que, en lugar de una línea continua, la evolución es un proceso lleno de ramificaciones que depende de los desafíos que cada especie enfrenta en diversos hábitats. “No inicia con un mono, que después se convierte en chimpancé, que después se vuelve algo más próximo a un ser humano y entonces, de la nada, aparecen las personas. Es algo mucho más complejo”. A esto se debe que las dos especies emparentadas, viviendo en el mismo periodo, tengan características tan semejantes y profundamente diferentes al mismo tiempo.
En excelente estado de conservación.
La segunda sorpresa que arrojó este estudio es el estado de conservación de los huesos, que son – según Lee Berger, investigador de la Universidad del Witwatersrand – “las cosas muertas más saludables que verás”.
Este investigador, que encabezó el grupo encargado de la investigación, tiene buenas razones para creer que las cavernas están llenas de huesos precisamente porque era un antiguo lugar de sepultura, y que para usarlo de esta forma, el Homo naledi tendría que haber dominado el fuego. Sólo así le sería posible iluminar el camino hasta el subterráneo.
“El descubrimiento de una segunda cámara (llamada Lesedi, donde Neo fue localizado) confirma la teoría de que el Homo naledi llevaba a sus muertos a las cámaras subterráneas a propósito”, declaró ante la prensa. “No es posible explicar esto de una forma que no haya sido ingresando con los cuerpos sobre la espalda”.
Convivieron con seres humanos.
La tercera sorpresa es que todo sugiere que convivieron con seres humanos muy parecidos a nosotros. Con ellos se reproducían y por ellos fueron exterminados – según algunas teorías siguiendo un destino parecido al de los neandertales. El naledi es una pieza inesperada en el rompecabezas de la evolución humana.
Medio arcaico y medio moderno, resulta difícil saber qué presiones evolutivas forzaron su anatomía. Sin embargo, cuando lleguemos a las respuestas arrojaremos algo de luz inédita sobre nosotros mismos.