Sin duda, el ostentoso peinado de Carrie Fisher como la Princesa Leia en Star Wars, forma parte de un mítico personaje por el que el planeta entero lloró el pasado 27 de diciembre.
Y, aunque no existe una certeza sobre ¿de dónde surgió la idea del tocado?, han surgido diversas teorías que explican por qué George Lucas eligió los "rollos de canela" para darle vida a la emblemática princesa del planeta Alderaan.
De acuerdo con Brandon Alinger, autor del vestuario de la trilogía original, los rollos ni siquiera aparecen en ninguno de los dibujos conceptuales hechos para el personaje de Leia en preparación para el rodaje.
En 2002, el mismo George Lucas afirmó haber explorado a las "soldaderas" de la Revolución Mexicana que se unieron al levantamiento popular a comienzos del siglo XX.
"Me incliné hacia un estilo de mujer revolucionaria suroccidental a la Pancho Villa, que es precisamente eso. Los rollos son básicamente de principios de siglo en México".
Esto, porque el director no quería representar a una doncella en apuros, estereotípica, sino a una mujer luchadora, independiente. Sin embargo, el estilo de las soldaderas no encaja con la imagen que Lucas tenía sobre ellas.
Las revolucionarias mexicanas no tenían ese estilo de peinado, más bien usaban trenzas largas, algunas con sombreros y, de vez en cuando, se cubrían el pelo con una mantilla.
"Así como me gustaría decir que el peinado de la princesa Leia estuvo basado en las 'soldaderas' de la Revolución Mexicana, seguramente ese no fue el caso", comenta a la BBC Tabea Linhard, autora de "Las intrépidas mujeres de la Revolución Mexicana y de la Guerra Civil Española".
Sin embargo, el estilo de Leia sí parece tener raíces en la historia norteamericana, pues según Kendra Van Cleave, de Frock Flicks, la inspiración "más obvia" es el estilo de "flor de calabacín" de las mujeres de la tribu hopi, en Arizona.
Consiste de dos arreglos laterales que no son moños realmente. El cabello tiene una raya en el centro, luego se enrolla en torno a un arco de madera en forma de U, siguiendo una figura de 8, amarrado en la mitad y estirado hacia afuera para crear dos semicírculos.
"Muchas de las mujeres artísticas y bohemias de los 1920 adoptaron modas 'étnicas' como una manera de manifestar su rechazo a lo convencional y, por ende, como una declaración feminista", explica Van Cleave.