La última vez que atestiguamos a un grupo de motociclistas ultraconservadores fungiendo como “equipo de seguridad” en un evento abarrotado fue el día 6 de diciembre de 1969, en la infame presentación de los Rolling Stones en Altamont, Estados Unidos. Aquel día fue el punto final para una década y el sueño hippie cuando los Hells Angels, bajo los efectos del LSD y después de haber consumido más de 500 litros de cerveza, acuchillaron a varios fans y mataron a Meredith Hunter, un sujeto que, también bajo el efecto de las drogas, sacó un revólver y fue acuchillado antes de disparar. Sin embargo, a Trump parece no importarle ese acontecimiento histórico.
Indios nacionalistas.
Se trata de un grupo religioso que, de ninguna forma, se verá directamente beneficiado por la victoria del republicano pero que ama la idea de verlo en el poder. El Hindu Sena, que traducido sería “ejército hindú”, es una organización india nacionalista sin fines de lucro encabezada por Vishnu Gupta. Este personaje es un activista de derecha, nacido en el seno de una familia pobre, que no quiere dejar de ver la disputa histórica con Pakistán, su vecino islámico. En octubre del año pasado manifestó su apoyo a Trump quemando varios posters de Hillary Clinton.
Esta manifestación de apoyo al presidente, que fue acompañada con frases como “dejen a Trump en paz”, fue una reacción a la promesa de que, durante el mandato, el hombre naranja sería amigable con la India. En el historial de Gupta pude encontrarse hasta una temporada en la cárcel, considerado por sus seguidores como un preso político, ya que fue acusado de realizar una falsa denuncia sobre un restaurante que estaba vendiendo carne de vaca, una práctica prohibida en el país. No había nada parecido a carne bovina en el local, y la policía consideró que la llamada era un intento de crear intriga y tensión política.
Un sindicato de guardias fronterizos.
¿Muro? Con chispas de chocolate y azúcar glas. El National Border Patrol Council (NBPC), fundado en el año de 1967, declaró su apoyo oficial hacia un candidato a la presidencia por primera vez en su historia. Esta especie de sindicato, que representa a más de 18 mil agentes de seguridad, se encantó con las declaraciones de uno de los secretarios de Trump, quien aseguró que en su mandato las decisiones sobre la protección de las fronteras serían puestas en manos de quien mejor entiende del tema: los propios guardias.
“Si nosotros no protegemos las fronteras, comunidades americanas inocentes seguirán sufriendo a mano de las pandillas, cárteles y criminales violentos”, aseguró Brandon Judd, presidente del grupo, en una carta abierta. “Él (Trump) abrazará las ideas e intereses de oficiales ordinarios de la patrulla en la frontera en lugar de escuchar a los burócratas que dicen cualquier cosa que se les programa para decir. Es un cambio renovador, algo que nunca vimos”.
Clubs de motociclistas.
A la toma de protesta del presidente acudieron en masa los miembros del Bikers for Trump, un grupo de motociclistas que es precisamente lo que estás imaginando: chaquetas de cuero negro, escapes ruidosos y ganas de sobra para ayudar a la policía a contener posibles manifestantes demócratas. Encabezada por Chris Cox, esta fraternidad de electores sobre ruedas apareció de la noche a la mañana para apoyar la candidatura del empresario y congrega a miembros de grupos como Patriot Guard Riders y American Freedom Defenders.
Aseguran que van en son de paz. “Ya ganamos. No existe motivo para que mis muchachos se vuelvan agresivos como el Black Lives Matter y el resto de las personas que están protestando”, dijo Cox en una entrevista a CNN. “Es un tour de la victoria”. Sin embargo, las estadísticas dicen otra cosa. Según el propio líder, 70% de los Bikers for Trump son ex militares. Y, en sus propias palabras, “nuestra primera línea de defensa será el diálogo y la democracia. Si no funciona, ya verá la gente lo que sucede”.
Pero no se trata de un grupo homogéneo. Por ejemplo, la Patriot Guard Riders tiene un historial pacífico y está más a la izquierda en el espectro político que sus archienemigos: la Iglesia Bautista de Westboro, que considera la muerte de militares estadounidenses en Irak y Afganistán un castigo divino por ir a defender una “nación marica”. Este grupo religioso organiza manifestaciones ofensivas en los funerales de los soldados, bomberos y otra clase de héroes nacionales, y agradecen públicamente a Dios por la muerte de cada uno de ellos, símbolos de una “América condenada”.
Cabe mencionar que, contrario a lo que sucedió en la presentación de los Stones, Trump no contrató a los motociclistas, fueron por voluntad propia.
El grupo conservador de activistas homosexuales.
Chris Barron, que se autodenomina un homosexual conservador y que dirigió al grupo GOProud, se opuso al empresario al inicio de su campaña pero cambió de idea tras la masacre en el bar Pulse, en Orlando, Florida. En esa ocasión un individuo llamado Omar Mateen, de 29 años, juró fidelidad al Estado Islámico y asesinó a 49 personas, en lo que se convirtió en el mayor crimen de odio contra la comunidad LGBT en la historia de los Estados Unidos.
En una carta abierta divulgada días después del incidente, Barron aseguró que la política externa de Hillary Clinton abre el país y pone a los LGBT en la mira de los extremistas religiosos.
“Tiene todo el tiempo del mundo para crucificar a los cristianos de los Estados Unidos por su sesgo anti homosexual”, dijo en una entrevista a CNN. “Pero ahora que ISIS está arremetiendo contra personas homosexuales, todo lo que espero de un amigo de la comunidad LGBT es un pronunciamiento sobre esto. Hillary Clinton parece incapaz de hacer esto”.
En defensa del republicano, Barron recuerda que se pronunció a favor del matrimonio homosexual, comentando el matrimonio del intérprete y compositor Elton John con David Furnish en 2005. “Estoy feliz por ellos. Si dos personas se aprecian, simplemente se aprecian”.
El gobierno de Sudán del Sur.
Sudán del Sur se independizó de Sudán hace apenas seis años. En un escenario de violencia étnica desde esa fecha, sufre desde el 2013 con una cruenta guerra civil. La revista Foreign Policy y el Fund for Peace lo consideraron el segundo Estado más frágil del mundo. Su presidente, Salva Kiir, acomodó en toda la cúpula del poder a miembros del ejército local y no es muy amigable que digamos con los periodistas: “libertad de prensa no significa trabajar contra su país. Si alguien aún no sabe que ese país va a asesinar personas, nosotros se lo vamos a demostrar”.
Un periódico local reseñó en marzo de 2016 una llamada telefónica amigable entre Kiir y el entonces candidato republicano. Apenas fueron dos minutos de conversación, allí le declaró su apoyo al empresario y le deseó buena suerte. Un asesor del gobierno de Sudán del Sur aseguró que el nuevo país solo podrá levantarse con el apoyo de la nación americana, y que por allá la capacidad de decisión, liderazgo y disponibilidad de escuchar en los republicanos es muy admirada. Kiir no estaba satisfecho con el punto de vista de Barack Obama, que se mostró preocupado por la escalada de violencia en la joven nación.