Un ex convicto en Bangladesh generó gran revuelo en el país tras su liberación anticipada. Y es que no solo lo liberaron cuatro años y cuatro meses antes de lo previsto en su condena. Sino que recuperó su libertad tras asesinar a 26 personas durante su estancia en prisión. Hasta cierto punto el título de esta publicación podría considerarse una argucia, pero detrás de esta historia se encuentra el peculiar sistema de justicia bangladesí.
El protagonista de la trama es Shahjahan Bhuiyan, quien en 1991 recibió una pena de 42 años por homicidio en primer grado. Probablemente no te salen las cuentas, pero es que este sujeto logró reducir su condena casi una década participando en la ejecución de otros reclusos. Por surrealista que parezca, a este hombre de 74 años le descontaban dos meses de encierro por cada condenado que le enviaba a San Pedro.Además, su buen comportamiento y otros factores también abonaron a la reducción de su sentencia. Resulta relevante mencionar que Shahjahan se convirtió en verdugo en la Cárcel Central de Daca en 2001, cuando informó a las autoridades penitenciarias sobre su conocimiento en el manejo de cuerdas. En Bangladesh, un país donde la pena capital se cumple con la horca, las habilidades de Shahjahan Bhuiyan fueron vistas con muy buenos ojos.
El verdugo de la Cárcel Central de Daca.
Tras salir de la Cárcel Central de Daca, Bhuiyan ofreció una entrevista a los medios en la que dijo: “Tuve una buena experiencia. Ya cumplí una larga condena, pero mientras tanto las autoridades me brindaron comodidad y reconocimiento”. Durante su etapa como verdugo, Shahjahan Bhuiyan despachó a varias personalidades “importantes” en Bangladesh. Como Ali Ahsan Mohammad Mojaheed, un político y líder islamista ejecutado en 2015 por crímenes de guerra perpetrados durante la Guerra de Liberación de Bangladesh de 1971.
También ejecutó a Siddique ul-Islam, mejor conocido como Bangla Bhai, otro líder islamista de la organización Jagrata Muslim Janata Bangladesh que organizó diversos ataques terroristas en el país. Así como a oficiales militares hallados culpables de planear un golpe de Estado en 1975 y de asesinar a Sheikh Mujibur Rahman, líder fundador del país.
“Si no los hubiera ahorcado yo, alguien más lo habría hecho”, explicó Shahjahan. “Aunque sienta compasión por estas personas, como convicto, es mi obligación hacerlo. Yo no ordené las ejecuciones, fue el Estado quien me las encomendó”. Sin una familia con la que rehacer su vida y sin un hogar propio, este hombre, apodado ‘Jallad’ (verdugo), dijo que viviría con un antiguo compañero de prisión con quien hizo amistad durante el encierro.
Nota cortesia de Doña Naturella
No hay comentarios:
Publicar un comentario