¿Consideras que el dinero da la felicidad? Es una de las cuestiones existenciales que todos nos hicimos alguna vez en la vida. Y si crees que esto no pasa de una mera pregunta filosófica, no puedes estar más equivocado. La idea de si el dinero proporciona o no felicidad se convirtió en tema de investigación para los ganadores del Premio Nobel de Economía. Hablamos del economista estadounidense Angus Deaton y el psicólogo israelí Daniel Kahneman.
Este último se considera un pionero en la economía conductual (behavioral economics), una rama de la psicología que busca comprender los factores que influyen en las decisiones financieras de las personas. De hecho, Kahneman recibió en 2002 el premio de la Real Academia Sueca de Ciencias por integrar conocimientos emanados de la psicología en el campo de la economía.
Por otro lado, Angus Deaton se hizo con el Premio Nobel de Economía en 2015 por una investigación enfocada en el consumo, pobreza y bienestar social que buscaba determinar si el dinero da la felicidad.
¿El dinero da la felicidad? Hasta cierto punto.
En 2010, el par empezó a colaborar en un estudio que correlacionó el grado de satisfacción personal y bienestar emocional de mil estadounidenses con su nivel promedio de ingresos. Toda la información provino de un levantamiento de datos realizado entre 2008 y 2009.
A grandes rasgos, concluyeron que entre más dinero gana una persona, esta experimenta un mayor nivel de felicidad y satisfacción en su vida. Sin embargo, encontraron que la correlación empieza a dispersarse entre las personas que ganan entre 60 y 90 mil dólares anuales. Además, entre aquellos individuos que percibían cantidades superiores a ese rango, más dinero ya no se traducía en una mayor felicidad.
Refutando las conclusiones.
En esa época el estudio recibió una considerable cobertura mediática. Gracias a esto, un investigador de la Universidad de Pensilvania llamado Matthew Killingsworth, que recopila diversos datos sobre la felicidad humana, buscó refutar la conclusión. En 2021, publicó una investigación donde concluye que la felicidad promedio es directamente proporcional a los ingresos del individuo. Entonces, ¿quién tiene la razón?
Para poner fin a este dilema, Kahneman empezó a colaborar con Killingsworth y Barbara Mellers, también de la Universidad de Pensilvania. “Nos involucramos en una colaboración contradictoria para llegar a una interpretación coherente de ambos estudios”, explicaron en el más reciente estudio publicado en PNAS.
El dinero trae felicidad, pero no lo es todo.
Para comprender las fallas de los abordajes previos, los investigadores volvieron a analizar los datos recopilados en los Estados Unidos en 2010 y 2021. Entonces, llegaron a una conclusión más neutral: que las personas felices experimentan todavía más satisfacción entre más dinero ganan. Mientras tanto, para las personas infelices la sensación de bienestar deja de aumentar cuando llegan a determinado nivel de ingresos.
“Kahneman y Deaton podrían haber concluido lo mismo si hubieran optado por describir los resultados en términos de infelicidad en lugar de felicidad”, explican los investigadores. “Pues sus medidas no tenían capacidad de discernir entre niveles de felicidad [aspecto esencial para responder a la pregunta de si el dinero da la felicidad]”.
Entre más dinero gana una persona, resulta lógico que experimente un mayor control sobre su vida, pero eso no lo resuelve todo. “Para las personas que son muy pobres, evidentemente el dinero es de mucha ayuda”, explica Killingsworth. “Pero, si tienes buenos ingresos y sigues sintiéndote miserable, probablemente el origen de esa tristeza no sea algo que el dinero pueda solucionar”.
Nota cortesia de Don Franky el ruino de los blogs, aka Escoria24
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