A mediados de 2015, el investigador y profesor de neurología, psicología y psiquiatría Adam Gazzaley invirtió dos meses jugando videojuegos para someter a prueba su teoría de que el juego puede ser clínicamente tan eficiente como los medicamentos.
A lo largo de este proyecto, titulado Neuroman, experimentó con tres títulos de desarrollo propio: Meditrain – que incrementa los niveles de cognición y atención, estimulados por la meditación–, Rythmicity – desarrollado en colaboración con los percusionistas Mickey Hart y Rob Garza, de las bandas Grateful Dead y Thivery Corporation respectivamente, que trabaja la hipótesis de que la persona se vuelve más rítmica para aumentar la coherencia entre las áreas del cerebro – y Body Brain Trainer – un juego que desarrolla la condición física y cognitiva a través de la captura de movimiento.
Tras sesenta días de juego, el profesor de 46 años logró alcanzar resultados comparables con los de un joven de 20 años. “Este proyecto es diferente de cualquier cosa en la que me haya involucrado antes”, dijo Gazzeley a la revista Wired. “Siempre fui el investigador, por lo que participar en el estudio ofrece una visión única. Ayudé a desarrollar estos juegos y ahora los estoy probando. Además, es una oportunidad inigualable para poner a prueba mis propias capacidades físicas y cognitivas”.
Para evaluar su progreso, Gazzeley recurrió a exámenes de resonancia magnética, electroencefalograma, pruebas de estrés, pruebas físicas, monitoreo del sueño y análisis de saliva y de sangre. El proyecto Neuroman no es una prueba científica de que los juegos puedan ser una nueva forma de tratamiento para alguna enfermedad, pero el investigador cree que una conclusión positiva del estudio puede mostrar que los juegos son un tipo de terapia alternativa.
Cabe mencionar que este sujeto es socio fundador de Akili Interactive, una empresa dedicada a desarrollar juegos de video, responsable del videojuego Evo, autorizado por el Ministerio de Salud de los Estados Unidos en el tratamiento de pacientes con trastornos de déficit de atención con hiperactividad.
El profesor guarda la esperanza de que el 2016 sea un año repleto de experimentación con juegos medicinales. Según él, el Ministerio de Salud estadounidense también aprobó juegos que ayudan a tratar la depresión, el traumatismo craneoencefálico, la demencia y el autismo. “Durante cinco décadas, intentamos tratar estas enfermedades con drogas. No tuvimos mucho éxito. Es hora de intentar algo nuevo”, dice Gazzaley.