Durante 20 años, las 5 hermanas Dionne permanecieron como los personajes más populares de todo Canadá. No había una marca comercial que no anhelara la imagen de estas simpáticas quintillizas para algún cartel o anuncio publicitario.
Pero detrás de esta impresionante máquina de hacer dinero, en la que se convirtieron las niñas desde el momento de su nacimiento, se esconde la historia de una explotación sin escrúpulos por parte de todos aquellos quienes las rodeaban.
El 28 de mayo de 1934, en la localidad de Corbeil – un poblado al noreste de Ontario– sucedía un hecho sin precedentes en el país, una mujer daba a luz quintillizas con apenas siete meses de embarazo, por fortuna, todas las niñas sobrevivieron al parto, pese a ser un poco más grandes que la palma de la mano de su madre, ellas eran: Émilie, Cécile, Yvonne, Annette y Marie Reine.
Cinco hermosas pequeñas que llegaban para llenar una casa en la que ya había otros cinco niños – el menor de ellos tenía apenas once meses más que las recién nacidas. Pero así como el parto fue un hecho insólito, también lo fue la decisión tomada por el Primer ministro de Ontario, Mitchell Hepburn, que aconsejado por el Dr. Allan Roy Dafoe – el médico que recibió a las niñas – les retiró la custodia al matrimonio formado por los agricultores Oliva Edouard y Elzire Dionne, argumentando una posible explotación comercial por parte de los progenitores, cuando estos firmaron un contrato para exhibir a las pequeñas en la Exposición Universal que se celebraba ese año en Chicago.
Las pequeñas fueron a parar a manos de un patronato que se encargaba de sus cuidados y cuyo principal responsable era el propio Dr. Dafoe, que instaló a las niñas en una residencia equipada con todo lo necesario para crear un hogar / hospital construido expresamente para albergar a las quintillizas.
A partir de aquel momento, la máquina de hacer dinero fue puesta en marcha. Las niñas permanecían en una habitación rodeada de cristales, a través de los cuales miles de visitantes podían observarlas. Se habían convertido en una atracción turística que a diario recibía un promedio de siete mil curiosos que pagaban una determinada cuota de entrada y veían a las niñas desde una galería oculta a través de los cristales.
Es decir, les retiraron la custodia a los padres para evitar una posible explotación comercial de las niñas, pero los encargados de velar por la felicidad de las pequeñas eran los principales ambiciosos, quienes las utilizaban para ganar montañas de dinero.
La pareja Dionne decidió solicitar asesoría de un abogado, que recorría incansablemente una y otra vez los tribunales ante la injusta decisión gubernamental de alejar a las niñas de su familia. Mientras eso sucedía, las quintillizas no paraban de hacer viajes por todo el país e incluso llegaron a presentarse en Hollywood, donde comenzaron a protagonizar películas, la primera ocasión cuando tenían tan sólo dos años.
Portadas de revistas famosas, anuncios comerciales, carteles publicitarios… todo llevaba la imagen de las quintillizas Dionne. Fue tanta la fama alcanzada en el país, e inclusive fuera de él, que en 1939 fueron recibidas por Isabel, reina consorte del Reino Unido, que aprovechó una visita oficial en Toronto para conocer a las pequeñas en persona.
En 1943, cuando las niñas tenían 9 años de edad, un tribunal decidió a favor del matrimonio Dionne, les devolvieron la custodia de las niñas, quienes regresaron a vivir con sus padres biológicos.
Pero éstos, lejos de mantenerlas apartadas de la difícil vida entre reflectores, los viajes y explotación infantil a las que habían sido sometidas durante casi diez años, vieron en ellas la oportunidad de capitalizar y ganar dinero, por lo que siguieron ofreciendo los servicios e imagen de sus hijas en todo tipo de negocios.
Dejaron atrás su pequeña y modesta casa y se instalaron en una lujosa mansión de 20 habitaciones. Los contratos seguían llegando y las quintillizas no paraban de trabajar y de generar ganancias, cuyas estimaciones superaban los 500 millones de dólares canadienses. Hay que tener en cuenta la época en que ocurrieron los hechos, motivo por el que actualmente esa cifra se aproximaría a los 3 mil millones de dólares.
Pero el 28 de mayo de 1952 todo cambió. Las quintillizas cumplieron la mayoría de edad y su primera decisión como personas adultas fue abandonar el negocio que las explotaba desde el primer instante en que nacieron. La segunda decisión, como no podía ser de otra manera, fue abandonar su casa e irse a vivir muy lejos de sus padres, tomando cada quien un camino muy diferente al que habían vivido hasta entonces.
El futuro fue muy diferente para cada una de las quintillizas Dionne. Una de ellas, Émilie ingresó en un convento para ordenarse monja, pero cuando tenía 20 años sufrió una crisis epiléptica y murió ahogada en su bañera. Tres de las hermanas (Cécile, Annette y Marie Reine) se casaron a los 23 años, y se separaron años después. Yvonne fue la única que permaneció soltera.
Actualmente sólo continúan vivas (cumplieron 80 años el mes pasado) Annette y Cécile. Marie Reine murió en 1970, a los 35 años de edad, víctima de una trombosis e Yvonne en 2001, con 67 años, debido a un cáncer.
Dado que las quintillizas nunca tuvieron acceso a todo el dinero que generaron, en 1998 las hermanas con vida demandaron al gobierno, recibiendo un compensación de 4 millones de dólares cada una.
Cabe mencionar que en 1995, las tres hermanas que aun seguína con vida, fueron entrevistadas en un programa de televisión de Montreal y sorprendieron a toda la audiencia cuando declararon que habían sido víctimas de abuso sexual por parte de su propio padre.
Hay una película de 1994 que cuenta la historia de estas hermanas, “Million Dollar Babies“, protagonizada por Beau Bridges y basada en la novela “Time of their lives – The Dionne Tragedy“.
Pues ya grandes se pusieron medio federales