¿Quieres saber cuáles son los trucos más comunes que usan las empresas para ocultar la inflación? La situación económica post pandemia será recordada por los valores récords que alcanza la inflación en varios países. Y en un intento por ocultar esta preocupante alza en los precios, algunas empresas están adoptando estrategias de marketing a menudo ignoradas por los consumidores.
1. El valor del producto.
Cuando los ingresos se desploman, las ventas de productos de “marca blanca” suelen dispararse. Por eso, tiendas y supermercados están promocionando productos “básicos” a precios bajos. Está estrategia se aplicó por primera vez en la recesión de 1970. A diferencia de los productos populares bien posicionados en el mercado, vender productos de marca blanca en momentos de inflación resulta mucho más rentable para los comerciantes.
El detalle es que el bajo precio de estos productos deja un margen de beneficio muy reducido para los supermercados. Así, las tiendas enfrentan el dilema de que los productos de marca propia pueden canibalizar las ventas de otros con mayores márgenes de beneficio. Por supuesto, el comerciante puede compensar esto parcialmente con la percepción de accesibilidad y valor que resulta de promocionar productos individuales a precios bajos.
2. Disminuir la cantidad de producto.
Mantener el precio del producto cuando existe una presión de costos inflacionarios es inviable. Por eso, los fabricantes de bienes de consumo rápido, como alimentos envasados, bebidas y cosméticos, suelen recurrir a una reducción del contenido. Conocido como “reduflación”, es un proceso silencioso que puede revertirse cuando los costos de producción vuelven a la normalidad.
Es entonces que el fabricante aprovecha para promocionar un “producto nuevo” y con contenido extra gratis. Aunque la estrategia puede funcionar incluso cuando el conocimiento de los precios entre los consumidores es alto, haciendo pequeños aumentos, es un aspecto que cambió respecto a la recesión de 1970.
Actualmente, el conocimiento del consumidor sobre los precios es mucho menor respecto al que existía hace cinco décadas. Esto se debe a que los precios de referencia (aquellos que permiten comparar diferentes productos sobre la base de una relación costo-beneficio) se hicieron menos visibles.
Tras la introducción del código de barras, las etiquetas individuales que recordaban al consumidor el precio de compra cada vez que usaba el producto se desvanecieron. Afortunadamente, con el auge del comercio electrónico los consumidores cuentan con múltiples opciones para comparar. Con una simple búsqueda se puede detectar la “reduflación”, lo que permite comparar inmediatamente los precios por unidad de peso o volumen.
3. Hazlo tú mismo.
La dinámica entre fabricantes y consumidores va mucho más allá de la entrega de un producto listo. De hecho, muchos de los productos que consumimos en nuestro día a día resultan del esfuerzo combinado entre productor y consumidor. Una presión inflacionaria puede orillar al consumidor a sustituir sus adquisiciones por los altos costos de los fabricantes.
Por ejemplo, el embalaje plano redujo las presiones de costos sobre los fabricantes de muebles. Al mismo tiempo que posibilitó a los consumidores ahorrar dinero al encargarse ellos mismos del proceso de ensamble.
A diferencia de lo que sucedía en la década de 1970, está tendencia hacia la “coproducción” está más acentuada en servicios que resultan dominantes en las economías nacionales. Uno de los mejores ejemplos son los servicios bancarios, que paulatinamente transitan de las sucursales al servicio en línea. El autoservicio, voluntario o no, es otra forma de reducir los efectos de la inflación.
Cambios permanentes en el consumidor.
La inflación que experimentamos en la actualidad está motivada por diversos factores, por lo que resulta más probable que se presenten cambios permanentes en el comportamiento del consumidor. A diferencia de las recesiones del pasado, las consecuencias de esta inflación serán diferentes, especialmente por el cambio climático y las secuelas de la pandemia.
Resulta intrigante preguntarse si finalmente abandonaremos esta cultura protagonizada por el consumismo. En las sociedades siempre han existido subculturas que abrazan hábitos de consumo mínimo. Pero, tras la pandemia surgió una tendencia donde las personas están evaluando sus elecciones y prioridades de vida.
La inflación descontrolada y el cambio climático podría fungir como catalizadores para que estas tendencias marginales se conviertan en el estatus quo.
Nota cortesia de Gabriel, el comunista que huyó a vivir al capitalismo
No hay comentarios:
Publicar un comentario