Aparentemente, los caníbales en México están más presentes que nunca. Quiero compartirles un hilo de Twitter que elaboró el usuario magnoliophytae. Sabemos que en nuestra historia los registros de antropofagia ritual se remontan a tiempos precolombinos. Y que existían momentos, personas y platillos específicos en los que la ingesta de carne humana se hacía presente. Sin embargo, no vengo a hablarles de aquel pasado lejano, sino del siglo XX y XXI.
Como preámbulo, lo que me motivó a escribir sobre caníbales en México fueron las publicaciones y volantes que se difundieron en el norte del país. La promoción de un “club caníbal”, donde si tenías “deseos de morirte”, ellos te pagaban por dejarte comer. Cabe mencionar que una usuaria siguió hasta donde pudo el hilo de lo que ocurría alrededor de este “club caníbal” y sus promotores. La publicación todavía aparece en Facebook.
En resumidas cuentas, se descubrió que detrás de un “perfil falso”, existía algo más que humor fuera de contexto y mal gusto. Realmente un montón de gente que se hablaba en clave, así como enlaces a páginas y grupos con la misma temática “Dolchette”. Todo esto me motivó a ponerme a pensar en mil cosas que rayan en lo conspirativo.
Aunque a estas alturas de la vida, no me sorprendería si fuera algo real. Por ejemplo, que un mercado caníbal (además de la trata) esté tras las olas de desapariciones en el país. Y es que, aunque parece algo lejano, el canibalismo en nuestro país es una realidad. Existen múltiples casos a lo largo de la historia contemporánea de caníbales en México.
Los Narcosatánicos.
A finales de la década de 1980 se hizo famosa esta banda delictiva liderada por Adolfo de Jesús Constanzo. El grupo se involucró en la venta de drogas, asesinatos y sacrificios rituales en Matamoros, Tamaulipas. Por cierto, de satánicos no tenían más que el apodo. Como Adolfo Constanzo tenía ascendencia cubana, conocía la religión Palo.
A partir de esa doctrina tergiversó sus prácticas y comenzó a formular rituales. Inicialmente se dedicaron a secuestrar personas para utilizarlas en las ceremonias que practicaban. En estos rituales, acaecidos en el rancho Santa Elena, en Matamoros, torturaban y asesinaban a sus víctimas con la participación voluntaria de seguidores.
Posteriormente, destinaban las menudencias del cadáver (principalmente el corazón y la sangre) a preparar una pócima. Creían que esta sustancia los protegía de todo mal y los hacia invencibles ante el enemigo. La trama de los narcosatánicos salió a la luz cuando autoridades estadunidenses investigaban la desaparición de un joven.
En el rancho Santa Elena se localizó más de una veintena de cuerpos y numerosas osamentas. Adolfo Constanzo pidió a sus discípulos que lo mataran para no ir a la cárcel.
El caníbal de Chihuahua.
En 1997, a Gilberto Ortega, ex policía y militante del Partido Acción Nacional (PAN), se le imputó la muerte de dos niños, de 11 y 13 años respectivamente. A una de sus víctimas la desmembró atándole las manos a un árbol y los pies a su camioneta. Al otro menor simplemente le disparó y abandonó en un paraje despoblado.
Tras la detención no mostró signo alguno de arrepentimiento y, de hecho, señaló que lo había disfrutado. Su caso no se hizo muy famoso pues su detención se hizo a finales de la década de 1990. En aquella época la atención mediática se centraba en la ola de feminicidios protagonizada por “las muertas de Juárez”.
Durante el interrogatorio confesó que asesinó a un total de 23 niños, varios de los cuales se comió. Tras más de dos décadas lograron imputarle un feminicidio, crimen que cometió dos años antes de las muertes de los niños por los que terminó en prisión. Actualmente cumple una condena de 50 años en un penal de Morelos.
El caníbal de Playa del Carmen.
El hombre de la foto se llamaba Gumaro de Dios Arias. Su infancia estuvo rodeada de violencia y abuso sexual. Al cumplir la mayoría de edad se enlista en el Ejercito mexicano, pero deserta al poco tiempo tras apuñalar a uno de sus superiores. Lo diagnosticaron con esquizofrenia y problemas de ira.
En el año 2000 terminó en prisión por abusar sexualmente de su sobrino. Estuvo encerrado un par de años y cuando salió y se trasladó de Tabasco a Quintana Roo. Allá asesinó a una persona a machetazos, por lo que huyó a la localidad de Petén, en Guatemala. Allí conoce a Raúl González, otro desertor del ejército, de quien inicialmente se hizo amigo y posteriormente cónyuge.
Tiempo después regresaron a Quintana Roo. Se establecieron en una construcción abandonada que les sirvió como base de operaciones. Además de robar, ganaban dinero extra prostituyéndose entre el turismo. En 2004, tras un altercado por dinero, drogas y alcohol, Gumaro golpeó y ahorcó a Raúl. Una vez muerto, los desmembró y con las vísceras se preparó un caldo. Las costillas, el corazón y los riñones terminaron sobre una parrilla. Mientras que los muslos los preparó en filetes.
Cuando los vecinos descubrieron los restos de Raúl, inmediatamente avisaron a la policía. Finalmente detuvieron a Gumaro y lo enviaron a la cárcel de Playa del Carmen. Ahí confesó que no se arrepentía de nada y que la carne humana le supo a barbacoa de borrego. Cumplió condena hasta 2012, cuando murió a causa de complicaciones derivadas del avanzado SIDA que padecía.
Caníbales en México: el caníbal de la Guerrero.
Entre los caníbales de México, el caso de José Luis Calva Zepeda es uno de los más mediáticos. Todo empezó en 2007, año en que la familia de su última novia interpuso una denuncia por la desaparición de la joven. Zepeda figuraban como el principal sospechoso, y cuando la policía allanó su propiedad localizó los restos de la mujer desaparecida.
En la estufa encontraron un brazo recién cocinado. Así como otras partes almacenadas tanto en el refrigerador como en un closet. Tras la divulgación de los escabrosos detalles empezaron a llamarlo “el caníbal de la Guerrero”. Sin embargo, Calza Zepeda negó en todo momento que era adepto a la antropofagia.
En la necropsia encontraron indicios de una severa tortura en el cuerpo de la joven. Además de imputarle cargos por este homicidio, también lo acusaron de otros dos feminicidios y violencia doméstica contra otra de sus exparejas. José Luis Calva Zepeda cometió suicidio en diciembre de 2007 mientras estaba recluido en prisión.
El expolicía caníbal de Tecámac.
El caso del expolicía José de Jesús López Bautista conmocionó profundamente al Estado de México. Este hombre asesinó a sangre fría a su esposa y dos hijas. Aunque aparentaban ser una familia “normal”, José de Jesús experimentaba frecuentes episodios de ira y era adicto a las drogas. La última vez que vieron a las victimas fue el 31 de diciembre de 2017.
Para el 6 de enero de 2018, una cuñada de López Bautista acudió a la residencia del mismo en búsqueda de su hermana. Ante la negativa del expolicía, solicitó la intervención de las autoridades. Durante el cateo a la vivienda localizaron los cadáveres de las tres féminas en su cama. Además del avanzado estado de putrefacción que presentaban los cuerpos, encontraron los órganos de una de las hijas en cubetas con agua, cal y jabón.
Aunque la información oficial no apuntó a un caso de antropofagia. Los rumores dicen que en esos seis días de reclusión consumió la carne de su esposa e hijas. Principalmente porque mutiló las extremidades y extrajo los ojos a las tres víctimas. Se presume que López Bautista se comió la mano de una de sus hijas.
En un intento por disimular el olor, roció los cadáveres con cal y cloro. Además, durante el cateo a la vivienda intentó incendiarla, pero no pudo. Actualmente cumple cadena perpetua por el feminicidio de las tres integrantes de su familia. El expolicía señaló que la inspiración para cometer tal atrocidad le llegó tras asistir a un retiro espiritual. También aseguró no recordar los instantes en que mataba a su familia.
El caníbal de Taxco.
Entre los caníbales en México, el caso de Taxco alcanzó los titulares nacionales en 2018, cuando a César Gómez Arciniega se le acusó del homicidio de Magdalena “N”, su exesposa. Ambos vivían en la ciudad de Taxco y tenían dos hijos con los que compartían custodia. Un día, después que Magdalena se presentara a recoger a los niños a la casa de César, simplemente desapareció.
La familia de Magdalena emprendió la búsqueda de la joven. Y cuando le preguntaron a la madre de César Gómez, ésta les respondió que había huido con sus hijos. Eventualmente, un reporte anónimo alertó a las autoridades que acudieron para investigar la presencia de un cadáver desmembrado.
Ingresaron a una pequeña fonda, donde se reportó el hallazgo, y en ese sitio encontraron los restos de Magdalena. Lo macabro del caso surgió cuando revisaron una olla de peltre que se calentaba sobre una estufa. Dentro del recipiente encontraron los brazos y piernas de la víctima. Al revisar el refrigerador localizaron la cabeza parcialmente congelada y el tronco del cuerpo. Aquella cocina económica la administraba César Gómez Arciniega.
Silvia Arciniega, la madre de César, también participó en el crimen. Ambos la asesinaron asfixiándola frente a sus hijos y posteriormente la descuartizaron. El plan era hacer pozole con la carne humana y venderlo en la fonda para deshacerse de la evidencia. Por su participación en el asesinato de Magdalena, Silvia fue condenada a 40 años de prisión. Mientras tanto, César Gómez Arciniega continúa prófugo.
Caníbales en México: el caníbal de Tuxtla.
Jimmy Virgilio Villatoro Argüello, de 33 años de edad, mantuvo una relación con Wendy “N”, de 19 años entre 2008 y 2011. En 2011, Wendy acudió al Ministerio Público para interponer una denuncia por violencia doméstica. Pero, como muchos casos similares, las autoridades desestimaron la acusación por encontrarla “poco relevante”.
“Acudió a hacer una denuncia por golpes y amenazas de Jimmy Virgilio y solicitó una orden de aprehensión a la Fiscalía Especializada en Protección a los Derechos de la Mujer. Pero no fue atendida, pues la fiscal Irma Alicia Bautista Márquez del Ministerio Público aseguró no tener tiempo para la investigación. La víctima denunció que la sumergía en tambos llenos de agua y que en otra ocasión la había rociado de gasolina con el propósito de quemarla”.
La desaparición de Wendy.
Probablemente, Jimmy Virgilio empezó la relación con Wendy cuando ella era todavía una menor de edad. En 2012 Wendy desapareció y, su familia junto con las autoridades, comenzaron a buscarla. Dos semanas después localizaron su cabeza debajo de un puente. Días después, en las inmediaciones del mirador “Los Amorosos” aparecieron otras partes del cuerpo.
Como Jimmy Virgilio era el único sospechoso en el caso, lo detuvieron inmediatamente. Confesó que amarró y estrangulo a Wendy hasta la muerte. Después, compró un set de cuchillos y procedió a desmembrar y desollarle el rostro para evitar que la reconocieran. También abrió la caja torácica y le extrajo el corazón, mismo que se comió. Todo este horrible proceso lo documentó en un video.
Lo mantuvieron en prisión hasta 2019, año en que le otorgaron un amparo y recuperó su libertad. Tras una serie de protestas sociales, las autoridades lo volvieron a aprehender para ingresarlo a un Centro de Reinserción Social. Todavía espera que le dicten condena, pero podría alcanzar una pena de hasta 50 años en prisión por el homicidio de Wendy.
Los monstruos de Ecatepec.
Uno de los casos más sonados en todo México. “Los monstruos de Ecatepec” es el mote con que la prensa nacional refiere a Juan Carlos y Patricia, que más que monstruos, son humanos perversos. Se conocieron en 2008, en el restaurante donde trabajaba Patricia. Iniciaron una relación y al poco tiempo pasaron a vivir en unión libre.
La infancia de Juan Carlos estuvo marcada por abusos físicos, sexuales y psicológicos por parte de su madre y las parejas sexuales de la misma. Mientras que Patricia fue ultrajada por un familiar a los 6 años de edad. Esa actitud sumisa la volvió extremadamente manipulable.
Tuvieron cuatro hijos y se dedicaban al comercio informal, así como a la recolección de aluminio y plástico. Por lo que era común para los vecinos verlos cargando grandes bolsas negras. En septiembre de 2018, la policía los arrestó e investigó tras la desaparición de Nancy y una bebé de dos meses llamada Valentina.
Mente perturbada de los caníbales en México.
Durante el interrogatorio, Juan Carlos confesó que él la mató. También reveló el nombre de otras 20 víctimas, todas mujeres. A estas las habría asesinado en el transcurso de seis años, aunque las autoridades solo corroboraron 10 de los casos. Su modus operandi era inconfundible: como conocía a todas sus víctimas, las invitaba a su propiedad para “ver nuevos productos” o con cualquier otro pretexto.
Las sometía, violaba y estrangulaba o degollaba. Posteriormente las descuartizaban y fileteaban partes del cuerpo, para tener pedazos de carne que ingerían en guisados tanto Juan Carlos como Patricia. En todos los crímenes participaban ambos, excepto cuando desmembraban los cuerpos.
En esos momentos Patricia salía con sus hijos (quienes escuchaban todo) al patio o se encerraban en otra habitación. Además de ingerir los restos, llegaron a vender huesos y órganos a los practicantes de magia negra. Incluso confesaron que guardaban corazones para ofrendarlos a la Santa Muerte y ponían restos en cubetas concreto.
También revelaron que practicaban necrofilia con las víctimas. Tras su detención se viralizó un video en donde Juan Carlos es interrogado y menciona que disfrutó matar a sus víctimas y que odiaba a las mujeres. Que, si por él fuera, las mataría a todas. Juan Carlos y Patricia recibieron 327 años de prisión por ocho cargos de feminicidio.
Nota Cortesia de Marcia la Santera de los blogs
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