A mediados de 2019, el caso de Vincent Lambert promovió un amplio debate sobre la legalización de la eutanasia en Francia. En pleno siglo XXI, la práctica de la eutanasia es un tema tabú que divide opiniones y la historia de este francés se presta para una profunda reflexión sobre el tema. Tras un accidente en 2008, ingresó a un cuadro de salud crítico del que jamás pudo recuperarse.
En aquella época, Vincent Lambert laboraba como enfermero psiquiátrico y esperaba con emoción el nacimiento de su hijo. Desgraciadamente, a los 32 años de edad queda tetrapléjico a causa del accidente automovilístico y cuatro años después entra en un estado vegetativo. Desde 2011, la familia de Vincent se dividió en torno a un dilema que terminó por involucrar a todo el país.
Por un lado, estaban las personas que respaldaban la continuidad del tratamiento médico. Y por el otro las que defendían la desconexión de las máquinas que daban soporte vital al hombre.
Un problema familiar.
La verdadera controversia empezó a mediados de 2013, cuando se decidió que las máquinas que mantenían vivo a Vincent serían desconectadas. Viviane y Pierre Lambert, los padres, se indignaron por la decisión y apelaron a la justicia francesa para interrumpir el proceso. Los padres se convencieron de que su hijo seguía con vida, lejos de un estado vegetativo. Y habiendo impedido la desconexión una vez, los Lambert se propusieron mantener a su hijo con vida hasta el final.
Sin embargo, la esposa y responsable legal del paciente, Rachel Lambert, creía que mantener a Vincent con vida artificial era un absurdo. Ella y otros familiares sabían que Vincent jamás aceptaría seguir viviendo gracias a las máquinas. Por eso, defendieron su postura de desconectarlo.
Vincent Lambert y la guerra en los tribunales.
Así comenzó un larguísimo pleito judicial que avivó el debate sobre la eutanasia en Francia. En 2015, la situación empeoró tras la aparición de un video, donde supuestamente Vincent interactuaba con sus familiares. Más tarde, el equipo médico tuvo que desmentir los argumentos que pretendía promover este material.
Hasta julio de 2019, fecha en que los médicos desconectaron todas las máquinas que mantenían vivo a Vincent Lambert, habían transcurrido casi 11 años de pleitos y demandas judiciales. Quizá, lo más lamentable es que la decisión corrió a cargo de la Corte de Casación, el mayor tribunal del poder judicial en Francia, y no de sus seres queridos.
Una vez que apagaron todas las máquinas, los médicos administraron anestesia constante a Vincent Lambert. Pues, a pesar de su estado vegetativo, querían evitar que experimentara los dolores de una muerte lenta. Este aspecto también promovió una serie de discusiones.
¿Apegado a la ley o a la ética?
Como la eutanasia es un procedimiento ilegal en Francia, la interrupción de las máquinas que ofrecen soporte vital supone una muerte larga y dolorosa. Por eso la necesidad de mantener al paciente anestesiado hasta el final. Y muchos critican este proceso, que se popularizó con el término “dejar morir”.
Cuando los dispositivos de soporte vital se apagan, el organismo del paciente puede pasar días, e incluso semanas, aferrándose al último ápice de vida. Y así sucedió con Vincent Lambert hasta el 11 de julio de 2019, fecha en que finalmente perdió la vida y ganó el descanso eterno. En respuesta a la muerte de su hijo, los Lambert promovieron una última demanda judicial. Acusaron al médico Vincent Sánchez y a todo su equipo de “intento de homicidio doloso”.
Por otra parte, François Lambert, sobrino del paciente, consideró que la muerte de su tío significó su propia libertad. El joven afirmó que toda la familia estaba preparada para “dejar que partiera” en paz.
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