La idea de humanos asesinados por robots parece exclusiva de la ciencia ficción o de un futuro distópico. Sin embargo, a lo largo de la historia ya se registraron incidentes de esta naturaleza. Parecerá surrealista, pero el primer caso de un humano asesinado por un robot aconteció el 25 de enero de 1979.
Robert Williams: el primero de los humanos asesinados por robots.
El desafortunado llevaba por nombre Robert Williams, un estadounidense de 25 años que se ganaba la vida como obrero de la línea de montaje en una planta de la Ford Motor Co. En esa fecha, Williams visitó la bodega de la automotriz en Flat Rock para recoger algunas piezas que necesitaba. Inesperadamente, uno de los brazos robóticos que seleccionaba las piezas lo golpeó justo en la cabeza.
El dispositivo pesaba más de una tonelada y Robert Williams murió al instante. El primer robot asesino fue construido por Unit Handling Systems, una subdivisión de la empresa Litton Industries. Esencialmente, los brazos mecánicos de este robot se encargaban de recuperar las piezas fundidas y organizarlas en los estantes de la bodega. No se sabe a ciencia cierta lo que provocó el incidente.
Algunas fuentes dicen que el robot no estaba recibiendo las piezas lo suficientemente rápido. Mientras tanto, otras argumentan que un error en el sistema solicitó a Williams recoger manualmente las piezas. Eventualmente, la familia del trabajador inició una demanda contra Ford y logró una compensación de US$ 15 millones.
Desde la perspectiva del jurado, la empresa era responsable de la muerte del trabajador por la falta de medidas de seguridad. Principalmente, señalaron la ausencia de una alarma que advirtiera sobre la cercanía del robot.
Kenji Urada: el primer japonés asesinado por un robot.
Pasaron casi tres años sin novedades sobre robots asesinos, pero esto cambió el 9 de diciembre de 1981. Como de costumbre, el japonés Kenji Urada daba mantenimiento y reparaba algunos módulos en un robot construido por Kawasaki Heavy Industries. Por razones de seguridad, una cerca metálica rodeaba al robot, y cuando esa cerca se abría cortaba la energía al dispositivo.
No se sabe por qué, pero Kenji saltó la cerca en lugar de abrirla y encendió accidentalmente el robot. El brazo hidráulico del robot prensó al japonés contra otra máquina para cortar engranajes. El robot lo aplastó mientras sus compañeros observaban con importancia, pues ninguno de los presentes estaba capacitado para detenerlo o desconectarlo.
Tras una investigación, las autoridades niponas concluyeron que en la muerte de Kenji Urada intervinieron dos factores principales. El primero era la falta de familiaridad del obrero con la operación de las máquinas y el segundo la ausencia de regulaciones sobre las mismas máquinas. Kawasaki retiró su robot de la fábrica donde murió Kenji Urada y elevó la altura de las cercas de protección en los dispositivos restantes.
Wanda Holbrook, la mujer asesinada por un robot industrial.
Con sede en Michigan, Estados Unidos, la compañía Ventra Ionia Main se especializa en la fabricación de refacciones automotrices. Wanda Holbrook era una técnica de mantenimiento que llevaba más de una década trabajando en este lugar. En 2015, Holbrook ejecutaba un mantenimiento rutinario cuando uno de los robots de la fábrica se acercó inesperadamente y le aplastó la cabeza.
Los más extraño es que las instalaciones contaban con separadores de seguridad que aislaban las secciones tanto del robot como del operario. Estos separadores tenían puertas que debieron impedir que el robot alcanzara a Wanda Holbrook. Pero, de alguna forma el robot se las arregló para llegar hasta la sección donde trabajaba la desafortunada mujer. En el reporte del evento señalaron lo siguiente:
“Wanda trabajaba en la sección 140 o 150 al interior de la celda 100, cuando un robot de la sección 130 la tomó por sorpresa al ingresar a la sección en la que laboraba. Al traspasar la sección, el robot golpeó y aplastó la cabeza de Wanda entre un enganche de montaje que intentaba colocar en la sección 140 y otro enganche que ya estaba montado”.
Cuando sus colegas descubrieron lo que había sucedido, Wanda Holbrook estaba muerta. Como era de esperarse, el esposo de Wanda, William Holbrook, presentó una demanda contra las cinco empresas de ingeniería involucradas en la construcción del robot. En la demanda también culparon de negligencia a Ventra Ionia Main, pues argumentaban que la planta no cumplía con los estándares de seguridad. Específicamente porque las puertas de seguridad no cumplieron su propósito de evitar que el robot llegara hasta ese lugar.
Elaine Herzberg, la primera persona asesinada por un automóvil autónomo.
Sin lugar a dudas, de los cuatro casos reseñados en esta lista de humanos asesinados por robots el de Elaine Herzberg resultó el más mediático. El 18 de marzo de 2018, la mujer de la tercera edad empujaba su bicicleta para atravesar una carretera de cuatro carriles en Tempe, Arizona, cuando un Uber autónomo la arrolló. Se trataba de una SUV Volvo desplazándose en modo de conducción autónoma con un conductor humano sentado al frente como medida extra de seguridad.
El automóvil se desplazaba a unos 65 km/h, pero ni siquiera redujo la velocidad cuando se aproximó a Herzberg. Además, el conductor de respaldo tampoco intervino para evitar el atropellamiento de la mujer. Los paramédicos encontraron con vida a la anciana, pero murió más tarde en el hospital a causa de las lesiones sufridas en el percance.
Así, Elaine Herzberg se convirtió en la primera persona asesinada por un automóvil autónomo. El caso se hizo tan mediático, que las autoridades publicaron el video del accidente. Según la investigación de los hechos, al trágico desenlace abonaron fallas en el software, problemas con los sensores, la distracción del operador y muchos otros factores.
Error tras error.
El reporte señalaba que el software del automóvil detectó a Elaine Herzberg seis segundos antes del impacto. Al principio, el sistema evaluó a Herzberg como un objeto desconocido, después la reclasificó como un automóvil y finalmente como una bicicleta. Pero, en cada una de esas reclasificaciones el programa tomaba decisiones diferentes.
Casi un segundo previo al impacto, el sistema determinó que debía activar el freno de emergencia. Este frenado de emergencia requería la activación manual del operador, pero el software no se diseñó para alertar al conductor, que estaba completamente distraído. Según las investigaciones Rafaela Vázquez, la conductora de respaldo, estaba completamente distraída viendo la transmisión de La Voz. Así, el control humano también falló al evitar el accidente derivado de las fallas en el software del automóvil.
Nota cortesia de Palurdotl jefe cuernos cáidos
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